El CEIP Boliche dice basta

Protesta del CEIP Boliche frente a la Dirección Territorial de Educación en Las Palmas de Gran Canaria.

Thalía Rodríguez

Las Palmas de Gran Canaria —

Los alumnos y profesores del antiguo CEIP Boliche, denominado administrativamente como CEIP En Siete Palmas, siguen pendientes de ser trasladados a un nuevo edificio de mayor capacidad. Las obras del nuevo centro se encuentran paralizadas desde el mes de febrero de 2013 y a día de hoy, no tienen fecha de finalización.

Desde el Consejo Escolar han decidido, para denunciar esta situación, dar un golpe sobre la mesa y comenzar una serie de protestas, la primera frente a la Dirección Territorial de Educación en Las Palmas de Gran Canaria.

“Es un follón burocrático”, así lo explicó José Morales, uno de los responsables del Consejo Escolar del CEIP Boliche, al salir de una reunión con la Directora Territorial de Educación, Saturnina Santana. “Nos enseñó un documento donde faltaba la firma del consejero para que la constructora pueda empezar a trabajar”, afirmó.

Llevan sufriendo esta situación desde el principio del presente curso, y a cinco meses del comienzo del curso 2014/2015 siguen en la misma situación, “hay que hacer un traslado, no es soplar y hacer botellas”, explicó Morales, “es todo una bola de nieve que se va agrandando al bajar la montaña”.

En octubre del pasado año, desde la Dirección General de Centros e Infraestructura Educativa del Gobierno de Canarias se les aseguró que en febrero de este año el traslado ya se habría realizado, algo que recordó Morales, “el director general de Centros, Demetrio Suárez, es quien tiene que tomar la decisión”.

Eduardo Pérez, presidente del AMPA, mostró su preocupación por las condiciones de hacinamiento en la que se encuentran los niños, “hay padres que están pendientes de lo que va a pasar, para saber si cambian a sus niños de colegio o no”.

“Si no vamos a ir arriba, que esperemos que sí, que nos acondicionen el centro de abajo” sentenció.

Condiciones lamentables

Debido al hacinamiento, se han tenido que sacrificar espacios comunes, como la biblioteca, el aula de música o el espacio reservado para la acogida temprana, para utilizarlo como aulas de docencia normal.

En un comunicado, el Consejo Escolar explica que actualmente se utilizan zonas de paso entre edificios para realizar los recreos de los alumnos de Infantil; se han creado tres turnos de comedor para dar cabida a los 165 alumnos que hacen uso del mismo, “el primer turno empieza a las 12:30 con lo que los alumnos de Infantil pierden a diario su última hora de docencia y así poder empezar el último turno a las 14:15 horas”.

Explican que no hay espacios abiertos suficientes para que todo el alumnado pueda hacer un recreo con holgura,“ los alumnos de cuarto de primaria usan un único baño destinado a alumnos de Infantil, los dos grupos de alumnos de segundo de Primaria usan un espacio dividido por un biombo para que cada grupo pueda impartir docencia”.

En breve comenzará el periodo de pre matrícula para el próximo curso 2014-2015, la entrada de nuevos alumnos en primero de Infantil y la necesidad de darle continuidad a quinto de primaria “será imposible ya que en la actualidad, el centro no dispone de más espacios para poder ser habilitados para los nuevos grupos”.

Peligrosidad

A la aglomeración se le suma el pésimo estado en el que se encuentra el edificio. Las instalaciones, que pertenecían al IES Saramago, anterior Colegio Nacional Extremadura, tienen más de 50 años.

En su comunicado, el Consejo Escolar describe que el único acceso al centro “no se encuentra en condiciones óptimas en caso de una situación de emergencia y su posterior evacuación, los muros exteriores del centro se encuentran en algunas zonas superados por unos taludes de tierra que en cualquier momento podrían causar problemas en el centro”.

Escrito a Educación

El 24 de enero, el Consejo Escolar del CEIP Boliche remitió un escrito dirigido al consejero de Educación, Universidades y Sostenibilidad del Gobierno de Canarias, José Miguel Pérez, en el que le solicitan que “se aclare definitivamente” en qué situación se encuentra el futuro centro. Quieren un compromiso “real” de cuándo se van a reanudar las obras y cuánto van a durar.

También exigen una explicación acerca de cómo y con qué medios técnicos y humanos será el traslado. Que se utilicen “los medios económicos necesarios para que la dotación de material de todo tipo sea la adecuada, la necesaria y se ajuste en el tiempo a la ocupación del edificio”.

Solicitan que se ajuste la matrícula para el próximo curso de “acuerdo a la situación real del centro hasta que el nuevo edificio esté terminado en su totalidad y se den las condiciones óptimas de ser ocupado, evitando así que se repita la masificación y la pérdida de espacios comunes del presente curso escolar”.

Finalmente, exigen que se concrete “la situación de solvencia de la constructora que, hasta la fecha, ha realizado las obras”.

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