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Contra el monosexismo: activistas LGTBI reivindican identidades que rompen la visión binaria

Mesa redonda del acto central del día para la liberación LGTBI en el parque de la Ciutadella

Andrea Pérez

“Entre manzana y pera, escojo macedonia”. El Parque de la Ciutadella se ha llenado esta tarde para “romper binarismos” en la conmemoración en Barcelona del Día para la Liberación LGTBI. La Comisión Unitaria 28 de junio, organizadora del acto, ha querido que el plato fuerte de la jornada fuera una mesa redonda sobre la plurisexualidad, “un tema que incluso dentro de la comunidad LGTBI, está un poco aparcado”, asegura la activista Mercè Badia, que se define a sí misma como mujer bisexual no monógama. La semana de reivindicación culminará el sábado por la tarde con una manifestación que recorrerá la ciudad y que tiene previsto el inicio a las seis y media de la tarde en Plaza Universidad.

Hoy hace 47 años de los disturbios de Stonewall, la primera vez que un número significativo de personas LGTBI se opusieron a ser arrestadas en la ciudad de Nueva York. Durante la mesa redonda, que contaba con la participación de Badia, Àlex Marc, de Joves Trans, y Babs, de Colectiva Desorientada, moderada por la escritora Bel Olid, se ha recordado por parte de Bahía que este hecho histórico, que marca la fecha de celebración del Orgullo LGTBI, en ningún caso fue “ni binario, ni normativo, ni masticado”.

“Romper binarismos” supone entender a las personas fuera de los dualismos de género y sexualidad. Es decir, concebir que no todo el mundo debe situarse entre los parámetros hombre-mujer, por ejemplo. Es el caso de Àlex Marc, que se define a sí mismo como persona “no binaria”, que no se identifica con las etiquetas de 'hombre', 'mujer,' 'heterosexual' o 'homosexual', entre otras. Àlex Marc explica que, a pesar de contar su identidad plurisexual siempre se encuentra con una misma pregunta: “¿Qué eres más? Hetero u homo?”. Se trata de la realidad de un universo que, apunta Bel Olid, es muy diferente a los dualismos basados en una creencia monosexuales, según las cuales las personas sólo pueden sentirse atraídas por un género.

La plurisexualidad, es decir, el hecho de que una persona pueda sentirse sexualmente atraída por personas con géneros diferentes y, por tanto, no 'hetero' ni 'homo', está, según afirman los ponentes, muy invisibilizada. “Incluso en espacios feministas y de diversidad sexual”, apunta Babs. Así, la plurisexualidad, según Badia, no se contempla como una “opción posible”, dado que la parte “más visible”, dice la activista, de la lucha por la liberación LGTBI “es la homosexualidad”.

La activista bisexual Natàlia Climent, en los encuentros estatales LGTBI del año pasado en Sitges, vinculaba esta invisibilización al monosexismo: la estructura social dominante, aseguraba, da por supuesto que todo el mundo es monosexual y niega y discrimina la plurisexualidad con la voluntad de erradicarla. Uno de los motivos principales, según esta activista del colectivo Enrenou, es que la aceptación de las plurisexualidades pone en cuestión la existencia de monosexualidades.

La negación de las identidades que no se ajustan a la normatividad se ejemplifica de forma muy clara, según Àlex Sánchez, de Joves Trans, con “la patologización” de las personas transexuales. De hecho, antes de poder recibir un tratamiento a base de hormonas para hacer la transición hacia el género con el que se identifica, la persona interesada debe seguir un proceso psiquiátrico y responder una serie de preguntas que Sánchez tacha de absurdas, “ya que están basadas en los roles de género y una persona, sea trans o no, no tiene por qué cumplirlos al pie de la letra”. ¿De qué te disfrazabas en Carnaval de pequeño? ¿Cuál es tu color favorito? ¿Haces pipí de pie o sentado? Para él, “siguiendo esta lógica ¡Cualquiera que quiera hacerse una cirugía estética debería pasar por el psicólogo antes de hacérsela!”.

Entre la invisibilización y los prejuicios

Según Marc Lorenzo, representante del colectivo Enrenou dentro de la Comisión Unitaria 28 de Junio, “vivimos en un sistema de normas” y todo lo que “sale de los preceptos socialmente impuestos se incluye en categorías estigmatizadas, a las que se atribuyen ideas preconcebidas que no tienen por qué ser reales”. Una de estas ideas que expone Lorenzo, recogida en el manifiesto de la organización, es asociar atributos con connotaciones negativas tales como “la promiscuidad, la indecisión, la confusión o la inestabilidad” a las personas no monosexuales.

Estos prejuicios afectan a las personas plurisexuales tanto en el ámbito social como laboral. Sin embargo, implican que, para evitar estas etiquetas, los activistas “tengamos que negarlas constantemente, invisibilizando así una parte del colectivo que puede sentirse representada por algunos de estos atributos”, apunta Lorenzo. Una visión que comparte Mercè Badia, quien defiende que, a la hora de hacer activismo “es importante no pisar todas las personas que cumplen con el estereotipo y no tienen ninguna intención de cambiarlo, o no tienen por qué hacerlo”.

La imagen generada en torno a las plurisexualidades no se entiende, según Badia, “como algo que puede ser parte de tu identidad”. Así, el hecho de no negar que “hay muchas personas para quienes ser bisexual es algo no permanente” es compatible con decir que no necesariamente es así, evitando que se utilice esta circunstancia para “negar a alguien sus derechos y su identidad”.

Dentro del conjunto de personas con identidades de género no normativas, las personas no binarias, según Alex Marc, sufren su “propia discriminación” porque “no existimos en el imaginario colectivo”. Para ejemplificar cómo, dentro del mismo entorno de activismo LGTBI, la plurisexualidad es un aspecto poco tratado, Babs explica que este año, la manifestación del Orgullo LGTBI que se hará este domingo 3 de julio en Madrid, utiliza el mismo lema de el año pasado y deja en segundo plano una pancarta que hacía alusión de forma explícita el reconocimiento de las identidades plurisexuales que conmemoraba el año de la bisexualidad. En este sentido, Àlex Marc cree que a menudo “se trata la bifobia”, es decir, el rechazo hacia las personas bisexuales, como un “sucedáneo de la homofobia” y no como una discriminación concreta.

El papel de la interseccionalidad

El 1 de octubre de 2014 el Pleno del Parlamento terminó con aplausos. Tras varias peticiones desde el colectivo LGTBI, todos los grupos de la cámara excepto Unió y el PP acababan de aprobar la ley para garantizar los derechos de lesbianas, gays, bisexuales, transgéneros e intersexuales y para erradicar la homofobia, la bifobia y la transfobia. En aquel momento, era la primera de todo el estado español que incorporaba un régimen de sanciones para casos de discriminación. Desde entonces, sin embargo, su desarrollo quedó bloqueado hasta el final de la legislatura.

“Siempre que alguien te diga 'esta ley lo arreglará todo' yo, personalmente, sospecho”, asegura Mercè Badia, quien no cree en las “soluciones fáciles”. La activista considera que cada problemática puede afectar a personas de manera muy diferente, de modo que una persona que desde un punto de vista puede considerarse “privilegiada”, “puede estar recibiendo muchas opresiones”.

Marc Lorenzo cree que es necesario “crear espacios donde se haga un esfuerzo consciente para evitar reproducir violencias estructurales”. Y, por ello, es “indispensable conocer cómo funcionan las opresiones”, últimas responsables, según Lorenzo, de que no exista una verdadera diversidad. La interseccionalidad, una teoría sociológica que propone y examina cómo diferentes categorías de discriminación interactúan en distintos niveles, está muy presente en estos planteamientos.

Así, el activismo por la liberación de las personas con identidades de género u orientaciones sexuales no normativas debería plantearse, en palabras de Badia, desde “la autocrítica y el reconocimiento de que todo lo que tú puedas hacer como activista es muy limitado a tu experiencia”. En esta línea, Lorenzo concluye: “No buscamos la liberación de unas pocas personas, sino de todas”.

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