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Las “trincheras” del Hospital Vall d'Hebron

Continuen les massificacions a les urgències de l'Hospital Vall d'Hebron. / CARALP MARINÉ

Caralp Mariné

9:00 de la mañana en las urgencias del Hospital General de Vall d'Hebron. 80 pacientes, después de pasar el primer diagnóstico, esperan cama. Algunos llevan cuatro días esperándola. 30 de estos pacientes se encuentran en una camilla en medio de un pasillo. “No es un martes excepcional”, explican los profesionales que trabajan en esta unidad a Catalunya Plural, “es una cotidianidad”. Las camillas se acumulan en la sección de medicina interna de urgencias, donde un día normal, sin demasiados problemas, entre 50 y 60 pacientes pueden encontrarse de forma temporal en este espacio. Un espacio preparado sólo para tener alrededor de 24 enfermos. “Nosotros nos referimos a urgencias como las trincheras del hospital”, explica una enfermera.

“En principio un paciente no debería esperar más de 6 horas para ser atendido y una vez diagnosticado no debería esperar más de 24 horas para ser ingresado”, comenta una de las enfermeras de la unidad de especializaciones. A pesar de estos principios, denuncia que en muchos casos el ingreso se puede llegar a demorar tres, cuatro o incluso cinco días.

La masificación de las urgencias deriva de la falta de camas en planta que provoca la acumulación de los pacientes en un lugar donde no deberían permanecer más de 24 horas, explican las enfermeras. Aseguran, que al menos dos plantas del hospital se encuentran cerradas y que iría bien utilizarlas para descongestionar las urgencias. Aún así, Ana Ochoa de Echagüen, directora asistencial del Hospital Vall d’Hebron, asegura que no hay plantas cerradas, que se van abriendo y cerrando camas en función de la actividad. “Cierres estructurales no tenemos ni uno”, asegura.

En la unidad de medicina interna de urgencias, las literas se colocan donde hay un agujero, entre pacientes no hay cortinas, por lo tanto, no hay intimidad, ni espacio, ni tablas. Enfermeras, auxiliares y médicos esquivan los familiares que se mueven arriba y abajo y que, si tienen suerte, tienen una silla para sentarse y así estar cerca de sus enfermos. Los 50 o 60 pacientes que puede haber un día normal en esta sección, así como los acompañantes, deberán repartirse los dos únicos aseos que hay. “Muchos pacientes terminan haciéndose sus necesidades encima”, explica una de las enfermeras que lleva más de 20 años en urgencias.

Masificaciones crónicas

“Seguimos con la misma situación; masificación, acumulación de pacientes mezclados por edad, sexo y patologías en espacios reducidos, pacientes colocados bajo la reja de refrigeración, familiares sin sillas, sin tablas para los pacientes donde poder comer ”, denuncia esta enfermera. “Se acaban haciendo técnicas concretas en medio de familiares, otros pacientes y en poco espacio”, denuncia otra trabajadora.

La directora asistencial dice, sin embargo, que las masificaciones se dan sobre todo en la sección “nivel 3”, aquella donde se valoran los pacientes y donde se les da un primer diagnóstico, y no tanto en las áreas de observación u hospitalización. Está de acuerdo en que hay pacientes que se pasan más de 24 horas esperando ser ingresados, pero asegura que “el nivel de ingreso algunos días no se puede absorber”. Y dice que, en días como el de ayer, en el que más de 340 personas pasaron por urgencias, “ni tres Vall d’Hebron podrían absorberlo”. Por ello, explica que desde la dirección se están tomando medidas para controlar la entrada, entre ellas, poner barreras que permitan que los enfermos crónicos, que son frecuentes en urgencias, puedan ser directamente atendidos en otro dispositivo o enviados directamente a planta.

Un señor de sesenta años está en la sección de especializaciones, una de las partes de las urgencias de construcción más nueva y con boxes separados y mejor preparados. Sin embargo, por la falta de espacio, está tumbado en una camilla junto a las sillas de la entrada donde esperan los familiares del resto de pacientes. Junto a la puerta, sin cortinas que le separen del resto de gente que entra y sale. En las manos tiene una palangana llena de algodón flojo y de sangre, y por lo tanto, no pasa desapercibido para ninguno de estos familiares. La mujer que lo acompaña se mira a aquellos que lo miran, la situación es similar para todos.

“Los pacientes se quejan a nosotros de la falta de intimidad y de las tristes condiciones en las que se encuentran en medio de un pasillo”, dice una enfermera. Cuentan que en la zona de hospitalización, donde están aquellos enfermos que esperan ser ingresados, las habitaciones no tienen tampoco lavabos y muchas son de cuatro camas, por tanto, no están condicionadas por tener enfermos más de 24 horas. Ellas reclaman a la dirección cambios útiles que permitan descongestionar las urgencias. Porque dicen, las condiciones con las que tienen que trabajar, sin mesas donde apoyar el material o con tan poco espacio, perjudican la excelencia del servicio.

Aunque admiten que en los últimos siete años ha habido un aumento de plantilla, aseguran que cada una termina absorbiendo más pacientes de los que les tocaría. “La Sociedad Española de enfermería de Urgencias y Emergencias establece que cada enfermera de urgencias puede llevar dos pacientes graves y lleguemos a absorber a ocho”, explica una de las trabajadoras más veteranas.

Reorganización de las enfermeras de urgencias

En medio del desorden de las urgencias en el hospital más grande de Catalunya, enfermos, trabajadores, familiares y demás se mezcla entre carteles del colectivo de enfermeras que desde hoy se reivindica por una nueva medida impuesta por la dirección y por la que se movilizarán, dicen, hasta conseguir una respuesta positiva.

A partir de hoy las enfermeras han dejado de rotar entre las diferentes secciones de esta unidad, como hacían habitualmente, y pasan a ocupar siempre el mismo lugar. 

La rotación quería decir que una enfermera que estaba en el área de especialización, por ejemplo, al cabo de unos días podía moverse a otra sección de urgencias. Un hecho que para las enfermeras era positivo ya que como aseguran a este diario, evita que los profesionales “se quemen por el trabajo que hacen”, supone “repartir riesgos laborales” o también, “repartir el estrés”. Con la nueva medida algunas de las enfermeras con más experiencia pasarán a ocupar las secciones de observación, un trabajo con el que consideran “desaprovecharán su experiencia”. Y, otras enfermeras, mucho más nuevas, “comenzarán en lugares donde se tratan los pacientes más graves”.

“El cambio lo único que persigue es la seguridad y la mejora de organización de los profesionales”, explica por su parte la directora asistencial de Vall d’Hebrón. Y asegura en declaraciones a Catalunya Plural que “cuando haya alguien saturado intentaremos cambiarlo, como hacemos con todos los trabajadores”.

Más allá de esta nueva estrategia las trabajadoras se quejan de la forma en que se ha implantado el nuevo sistema ya que aseguran que no se ha consensuado con ellas. “Los anteriores cambios se habían hecho de una forma más consensuada, no de un día para otro o de forma jerárquica como esta vez”, dice una de ellas. Explican que se les comunicó el cambio la semana pasada, entre el jueves y el viernes, sólo cuatro días antes de ser implementado, y que, además, se ha empezado a aplicar un martes, cuando la mayoría de las que trabajan son interinas, y por tanto, dicen ellas, las que menos se reivindican por las condiciones en las que se encuentran.

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