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Sobre este blog

Contrapoder es una iniciativa que agrupa activistas, juristas críticos y especialistas de varias disciplinas comprometidos con los derechos humanos y la democracia radical. Escriben Gonzalo Boye (editor), Isabel Elbal y Sebastián Martín entre otros.

Los refugiados y los atentados de París

Wolfgang Kaleck

Aquí están de nuevo los que se aprovechan de la ocasión: quienes proclaman ideas reaccionarias sobre el cierre de fronteras y nacionalismos rancios no han tardado nada en desempolvar las medidas antiterroristas que tenían guardadas en el cajón. A raíz de los atentados en París han vuelto a su carga argumentativa.

Ya antes de los atentados, era casi imposible sostener un debate racional sobre migración, a pesar de ser algo absolutamente necesario. Hay que asumir como hecho que siempre ha habido y habrá migración. Según la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados, en 2014 cerca de 60 millones de personas huyeron de sus países. Nueve de cada diez refugiados se quedan en su región, especialmente en los llamados “países del tercer mundo”, por lo que sólo un décimo emprende un viaje más largo. La pregunta ahora es: ¿cómo debe reaccionar Europa?

En los últimos años se ha respondido a esta pregunta con una serie de enfoques más que inadecuados. Se cerraron las fronteras y se levantaron vallas y alambradas en la fronteras externas de la Unión Europea, pero nada de eso ha funcionado. Las fronteras no han causado más que daño, especialmente a los refugiados y migrantes. Aun así, los políticos racistas y populistas insisten en aumentar el cierre y el control, definiendo estas medidas como la única “política” posible.

Ahora la idea es “externalizar el problema”, como dicen los políticos. Intentan trasladar la responsabilidad a los países africanos. Días después de los ataques en París, varios delegados de la Unión Europea participaron en La Valeta (Malta) en la cumbre Africa-UE, a la que también asistieron representantes de varios regímenes autoritarios. Ahí se habló directamente con algunos de los responsables de la huida masiva de muchas personas hacia Europa desde países de África como Egipto, Eritrea o Sudán. Pero en vez de discutir cómo remediar la huida, lo que la UE pretende es simplemente mantener a los emigrantes alejados y para ello se quieren levantar campos de refugiados en África. Como si la historia reciente no nos hubiese demostrado que muchos de estos países son profundamente injustos e inestables. Al final, Europa tendrá que afrontar las consecuencias de todos estos errores políticos.

¿No sería mucho mejor fortalecer a la sociedad civil en Oriente Medio y en el norte de África, en vez de vender armas y softwares de vigilancia? Hasta ahora solo se ha logrado avivar los conflictos y contribuir a la opresión de movimientos opositores. Una y otra vez oímos que hay que solucionar los problemas que causa el movimiento masivo de migrantes. Pero, ¿acaso algún político ha mencionado jamás que asegurar unas condiciones de vida dignas en el mundo exige también una política económica y de comercio justa?

Finalmente, pensemos en los muchos refugiados que ya se encuentran en Europa. Debemos tener claro que no hay cierre de fronteras o leyes de seguridad que permitan “deshacernos” de ellos. Deben aplicarse todos los estándares de derechos humanos a quienes llegan buscando protección. A diferencia de lo que piensan muchos nihilistas jurídicos, el derecho al asilo no depende ni puede depender de lo que sea “posible”. Cumplir con los estándares requeridos exige, en primer lugar, prevenir las violaciones a los derechos humanos por parte de los agentes estatales; específicamente, evitando cometer más violencia contra refugiados y migrantes en países como España, Hungría, Croacia o Bulgaria. Y por supuesto los países europeos deben recibir y acomodar adecuadamente a los refugiados, además de protegerlos contra los ataques de neonazis o amenazas similares.

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