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Grizzly Bear: el disco californiano de los que no han pisado un estudio de grabación en cinco años

Luis J. Menéndez

Grizzly Bear

Grizzly Bear

Painted ruinsGrizzly Bear / RCAFOLK / PROGRESIVO★Painted ruins

7/10

The Beatles, Beach Boys, Pink Floyd, Robert Wyatt, el indie de guitarras de los 90... Asomarse al quinto disco de Grizzly Bear supone unas vacaciones pagadas por buena parte de la Historia del pop desde su eclosión en la década de los sesenta hasta el cambio de milenio.

Han transcurrido cinco años desde el último disco de una banda que, por un instante, parecía destinada a compartir espacio con la aristocracia pop-rock de su tiempo. La espera, larga, hasta nos hizo dudar de si el proyecto seguiría teniendo continuidad. Entre medias, muchas novedades en lo personal: matrimonios, divorcios, paternidad y, sobre todo, un cambio de aires que parece lógico a tenor del ADN de la banda. Porque a Grizzly Bear siempre les hemos vinculado mucho más con la tradición musical californiana que con la sofisticación (y mugre) de su Nueva York natal.

Lejos de convertirse en un álbum-concepto, en Painted ruins todas esas experiencias y un buen puñado de sensaciones e ideas -Four cypresses, por ejemplo, hace referencia al drama de los refugiados- se reflejan como en una suerte de cuadro impresionista. En lo lírico y también en lo musical. La banda reconocía recientemente que una de sus principales obsesiones era practicar un tipo de música que llegase a apreciarse en toda su plenitud a partir de la quinta escucha. Lo consiguen en su disco más rítmico hasta la fecha y aquel en el que los sintetizadores cuentan con mayor presencia, casi a la altura de su habitual juego de guitarras y arpegios imposibles. Aún lejos de ser su trabajo más redondo, está repleto de giros melódicos inesperados y detalles de genio.

 

Foster The People

Foster The People

Sacred hearts clubColumbia / SonyPOP★Sacred hearts club

5/10

En la portada y hasta a la hora de titular Sacred hearts club a este nuevo trabajo, los californianos Foster The People se sitúan a las puertas de la discoteca, neón mediante, en un momento que no terminamos de identificar con la entrada o la salida de la misma. En la fotografía está representada la nocturnidad de su música, aunque también la ausencia de euforia de una banda que, aun entregándose a la música de baile, no podemos relacionar unívocamente con el hedonismo.

En su tercer álbum, Foster The People continúan su transición desde el indie-pop hacia un sonido definitivamente más comercial y sintético. De lo primero todavía hay buenos ejemplos aquí: SHC o Static space lover son el tipo de canción por la que Two Door Cinema Club habrían matado en su salto multinacional del pasado año.

Pero en Sacred Hearts Club domina una vocación mainstream, la búsqueda de un pop superventas y lúdico que no esté reñido con la impronta de autor. Un enfoque que los grupos anglosajones han perdido en la última década en beneficio del R'n'B actual. Y por eso Foster The People no dudan en ir a buscar inspiración a los clásicos: algunos juegos vocales remiten a Bee Gees y la juguetona I love my friends podría firmarla Beck en sus años mozos. El álbum al completo, con doce cortes, se hace demasiado largo y hay material que directamente no está a la altura (especialmente la recta final es muy floja), pero lo intrascendente no quita lo valiente.

 

Ghostpoet

Ghostpoet

Dark Days + Canapés[PIAS]ELECTRÓNICA★Dark Days + Canapés

8/10

Un breve repaso de la trayectoria de Obaro Ejimiwe, el nombre y el hombre tras Ghostpoet, nos muestra a un músico cuyos pasos han sido, hasta el momento, impredecibles. Se inició formando parte destacada de la escena grime para ir progresivamente introduciendo instrumentos y elementos musicales ajenos a la tradición del rap británico. Ha colaborado con el mito del afrobeat Tony Allen, con uno de los músicos más respetados del post-punk británico (el This Heat, Charles Hayward), cantautoras como Nadine Shah y hasta con una estrella del indie en horas bajas (el cantante de Maxïmo Park, Paul Smith). Y en todas esas colaboraciones, así como en sus propias canciones, Ghostpoet ha hecho gala de su apertura de miras musical.

Puestos a buscar referentes, tal vez el espejo más nítido con el que enfrentarle sería el de su compatriota Tricky: música que tiene sus raíces en el rap y crece libre absorbiendo sin prejuicios del rock y el pop anglosajón que raya con la vanguardia. Así las cosas, posiblemente el instrumento más decisivo a lo largo de las doce canciones que componen Dark Days + Canapés sea el piano, columna vertebral de la mayor parte de unas canciones arregladas con ritmos industriales, amagos de jazz del siglo XXI y pasajes orquestales. Un cruce de caminos en el que se dan cita los Radiohead de Kid A, el romanticismo decadente de Rowland S. Howard (Trouble + Me) y los clásicos del sonido Bristol. Busquen su nombre entre los nominados al Mercury del próximo año.

 

King Gizzard & The Lizard Wizard & The Mild High Club

King Gizzard & The Lizard Wizard & The Mild High Club

Sketches of Brunswick EastHeavenly / [PIAS]PSICODELIA★Sketches of Brunswick East

7/10

King Gizzard & The Lizard Wizard continúan su particular cuenta atrás. Prometieron publicar cinco discos a lo largo de este 2017 y cuando faltan cuatro meses para que el reto llegue a su fin aquí tenemos el tercero, que además ha llegado a traición, sin anuncio previo por su parte.

Cada nuevo álbum de los australianos supone además un viraje estilístico que les desvía por una variante de esa autopista psych y hard-rock por la que conducen con frenesí. En el caso concreto de Sketches of Brunswick East, Stu Mackenzie y los suyos encuentran inspiración en el barrio de Melbourne en el que la banda escribió y registró el disco que da título al mismo. El nombre supone una mutación a partir de Sketches of Spain, el disco de Miles Davis que a su vez sirve de inspiración general a esta nueva colección de canciones non-stop, paseo por las calles de su ciudad a ritmo de un pop jazzístico, algo de bossa nova y, sí, espíritu psicodélico. Aunque, tal y como explicaba en una entrevista el propio Stu hace un par de meses, los aromas jazz no esconden una improvisación propiamente dicha.

El álbum, colaboración del septeto con Alex Brettin, el hombre tras The Mild High Club, supone un chorro de aire fresco para la cada vez más numerosa discografía de la banda (van ya por los once LP’s), aunque Sketches of Brunswick East , del que es complicado resaltar algún tema, muy probablemente pasará a la Historia como una mera curiosidad, alejado de sus momentos más inspirados.

 

Oneohtrix Point Never

Oneohtrix Point Never

Good time (OST)Warp / Music As UsualELECTRÓNICA★Good time (OST)

8/10

Aunque en el pasado Daniel Lopatin ya había firmado bandas sonoras como las de The bling ring o Partisan, esta es la primera vez en que una de ellas aparece acreditada al alias más conocido y reputado del norteamericano: Oneohtrix Point Never. Una declaración de principios sobre la potencia de un trabajo que ha sido señalado con el premio a la mejor banda sonora en Cannes.

Es difícil saber cómo funcionará el filme de los hermanos Ben y Joshua Safdie y, por tanto, es complicado conocer a ciencia cierta cómo funcionan estas piezas en el contexto de la propia película. Se trata de un thriller protagonizado por Robert Pattison en el que el protagonista se embarca en un peligroso viaje por las cloacas de la ciudad para conseguir el dinero necesario para sacar a su hermano de la cárcel. El tono del filme -nocturno, tenso, dramático- explicaría la elección de Oneohtrix Point Never como responsable de la banda sonora.

Pero más allá del vínculo de esta música con las imágenes, Lopatin plantea en uno de sus trabajos más accesibles hasta la fecha, una paleta sonora que se mueve en parámetros similares a los que Cliff Martínez ya utilizó en Drive: electrónica que combina el pulso frenético (abundante uso del apegiador) con un ambient siniestro, del que es buen ejemplo el tema principal, interpretado por Iggy Pop. En cierto modo estos artistas están trayendo de vuelta la apuesta por la electrónica de pioneros como John Carpenter o Tangerine Dream para ambientar fición audiovisual. Bendito revival.

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