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Llegan vientos de cambio, llega la energía comunitaria

Planta fotovoltaica de energía comunitaria de la Universidad Autónoma/ Amigos de la Tierra.

Teresa Rodríguez Pierrard

Amigos de la Tierra —

Hace pocos días se celebraba el Día Internacional de las Cooperativas. El 5 de julio casi pasa desapercibido, mientras las cooperativas se constituyen como una herramienta básica para empoderar a la sociedad aquí y en otros países. Cuando hablamos de cooperativas no hablamos de empresas. Una cooperativa se trata de una asociación entre personas al mismo nivel para sacar adelante una idea, seguramente una forma de vida. Su objetivo es lograr unas condiciones de vida dignas y favorables para las comunidades. Unas cualidades muy deseables, pero cada vez más escasas en el sector privado.

Frente a los abusos de grandes empresas y multinacionales, despidos, aumento de los precios y especulación para los consumidores, contratos basura y otras fracturas a nuestros derechos, la forma jurídica de la cooperativa se levanta como una aliada de los derechos sociales y, en muchos casos, de los medioambientales, no solo en nuestro país, también en los países del Sur. Esta pérdida de derechos, que estamos viviendo en la actualidad y que nos catapulta a dos siglos atrás en el tiempo, contrariamente a su intención, va abriendo camino a las cooperativas, armas sociales cargadas de futuro.

Ésta es la situación que vive en estos momentos el sector eléctrico. Las cinco grandes empresas que cuentan con el oligopolio del sector comenzaron a ver las orejas al lobo con el autoconsumo de energía. Las instalaciones de energía fotovoltaica, favorecidas por las leyes y fomentadas por la administración, podrían ir comiendo espacio a las grandes empresas ancladas en la oferta eléctrica. Las empresas eléctricas no pudieron aguantar más y en verano del año pasado comenzó una reforma eléctrica con la principal amenaza de obstaculizar la autoproducción y las energías renovables; como ya se veía venir, unas medidas ajustadas a las demandas del oligopolio de las empresas del sector.

A pesar de las recientes trabas y un Real Decreto todavía por llegar, miles de personas han decidido apostar por un sistema no solo respetuoso con el medio ambiente sino más justo con las personas, aquí y en el Sur Global. Esta decisión pasa por la inversión en energías renovables, como la Huerta Solar de Amigos de la Tierra y Ecooo, o Viure del Aire, proyectos de energía comunitaria, y pasa también por el cambio de comercializadora de la luz en los hogares. Cooperativas como Som Energia, Goyener, Zenzer o Enerplus, con más de 17.000 personas asociadas, avanzan poco a poco en un escenario que transforman en esperanzador. Son ejemplos ilustrativos e inspiradores de un nuevo paradigma, la energía comunitaria.

Precisamente, Energía Comunitaria es el nombre de la campaña que promueven los grupos de Amigos de la Tierra en España y el resto de Europa. Cada vez más organizaciones y colectivos muy diferentes de la sociedad son conscientes del poder que ejercen los grandes lobbies empresariales en las normativas públicas. De esta forma se está desplegando por todo el Estado un movimiento que denuncia los objetivos privados gestionados por los poderes públicos y a su vez fomenta una demanda alternativa, una energía limpia en manos de las personas a través de cooperativas eléctricas.

A veces tenemos la suerte de contar con alternativas que nos permiten vivir de una forma más coherente. Esta vez lo tenemos fácil; sabemos cómo funciona el juego de la demanda y que como ciudadanía tenemos en nuestras manos la oportunidad de expandir un nuevo modelo energético. La iniciativa mecambio.net explica las opciones de energía colectiva e informa sobre alternativas basadas en la economía social.

Cambiar nuestro modelo de consumo de energía tiene consecuencias más allá de nuestro hogar. Librarse aquí del oligopolio de las multinacionales tiene consecuencias más allá de nuestro entorno. En los continentes del Sur donde operan las mismas empresas, con la construcción de mega represas o pozos de petróleo, cooperativas y movimientos sociales también se mueven por un modelo económico y energético que respete sus modos de vida.

Está a nuestro alcance. Hoy sí: soplan vientos de cambio.

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