Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

Las llaman “radicales”, “putas” y “exageradas” por defender los derechos de la mujer en el mundo

10 feministas de diferentes países del mundo responden a nuestras preguntas.

Laura Olías / Patricia Ruiz / Gabriela Sánchez

¿Qué mecanismos de opresión machista se detectan alrededor del mundo? ¿Cómo luchan las mujeres feministas para acabar con ellos? ¿Hay similitudes entre las críticas que recibe una activista cuando defiende los derechos de las mujeres de Polonia y las que recibe otra que los defiende en Guatemala? ¿Y en España? ¿Y una feminista gitana? En eldiario.es hablamos con 10 de ellas, las luchadoras, las caras visibles del feminismo a pequeña y gran escala. Las que trabajan sobre el terreno día a día para acabar con la desigualdad de género.

A María Teresa y a sus compañeras les dicen “boconas, radicales e insoportables, putas”. Barbarita recibe las principales críticas desde las mismas familias a las que intenta ayudar. Ella es “vaga”, dicen, porque “es feminista para evitar dedicarse a las tareas del hogar”. Karolina está cansada de escuchar que ya hay otros problemas “más importantes” para preocuparse que la violencia machista. “¿Las críticas? Las de siempre”, admite Ochy.

Están acostumbradas a recibir insultos. Porque denuncian las diferentes formas de expresión de la desigualdad de género en sus países. Porque no callan cuando una mujer es maltratada. O recuerdan que si esa joven agacha la cabeza mientras camina con rapidez quizá se sienta incómoda por los piropos de aquel desconocido. Trabajan para visibilizar la opresión y denuncian los altos índices de violaciones sexuales, la brecha salarial, los micromachismos.

Gritan, aunque la sociedad que les rodea les pida silencio. 

Barbarita Lara, Ecuador

Es la primera concejala negra de Ecuador. Representa el cantón Mira, en la provincia norteña de Carchi, donde forma parte de la Comisión de Género e Igualdad. De profesión maestra, es una de las coordinadoras del CONAMUNE (Consejo Nacional de Mujeres Negras), apoyado por Ayuda en Acción, que lucha por los derechos de las mujeres afroecuatorianas en un país donde la población negra representa un 7%.

- Cuando el machismo se mezcla con el racismo

“La principal problemática de la mujer afrodescendiente en Ecuador es la inequidad, el machismo y el racismo. 9 de cada 10 mujeres negras ha sufrido algún tipo de violencia en mi país. Las brechas en el acceso a la educación, a la salud o la vida política son aún mucho mayores en el caso de las mujeres negras, entre las que preocupa especialmente la violencia estructural, por historia, por el hecho de ser de ascendencia africana.

El proceso colonial esclavista marcó una lacra grande. Se impuso un concepto de animalidad a las personas desde el momento en el que fueron arrastrados desde su continente de origen para ser mano de obra esclava. Se convirtieron en seres humanos sin derechos, sin ningún reconocimiento. Esto todavía pesa en la población negra, dentro de la que las mujeres sufren una discriminación aún mayor, doble: desde el otro, el poder, hasta el interior, su propio entorno. Los maridos negros también ejercen machismo porque vienen de esa construcción social heredada, y es bien fuerte“.

- Cómo: “Recuperando el 'quién soy”

“Mi lucha concreta aspira, principalmente, a que las mujeres recuperen el ”quién soy“, ”de dónde vengo“, ”dónde vivo“ y, en ese espacio reclamar los derechos perdidos. La lucha feminista de las mujeres afrodescendientes en Colombia se enmarca en los derechos culturales, sexuales y reproductivos, por la vida sin violencia, por la participación femenina en la sociedad y en la esfera pública y por la educación con equidad e identidad.

Desde mi lugar de enunciación como mujer afrodescenciente hacia las propias mujeres afrodescendientes. Por eso la lucha está orientada a educar a toda la sociedad. Nosotros hemos implementado un proyecto de investigación de la violencia hacia la mujer en el que capacitamos a las propias mujeres para que sean ellas mismas las que realicen la investigación. A raíz de ello nos hemos dado cuenta de que esta violencia no puede ser solucionada únicamente desde la organización femenina, sino que es necesario que se involucre a las autoridades en la lucha, como proyecto político“.

- “Nos llaman 'vagas”

“Las críticas que recibo vienen principalmente desde las mismas familias a las que intento ayudar y desde la propia comunidad. Por lo general, las feministas somos consideradas despectivamente como personas ”vagas“. Esto es así porque la sociedad entiende que el papel de la mujer ha de estar relegado al cuidado de la casa y los niños, y quienes no nos dedicamos exclusivamente a ello somos vistas como personas que abandonamos ”nuestro deber“ por holgazanería. Como si usáramos el feminismo de excusa para no lavar y fregar.

Estas son críticas que vienen por parte de hombres, pero principalmente por mujeres. Y eso es lo peligroso. ¿Hemos visto algún cambio en la mentalidad de estas personas después de llevar a cabo algunos de los proyectos? Pues en parte sí. Sobre todo con las mujeres más involucradas. Tenemos que ser conscientes de que si cambiamos a una mujer estaremos consiguiendo operar dentro de una familia concreta, porque las mujeres son el motor de la educación de los hijos“.

Chika Oduah, Nigeria

La periodista nigeriana Chika Oduah dejó el país africano con solo dos años, pero volvió hace tres para buscar sus “raíces”. Ahora vive en Nigeria, pero tiene una larga lista de países africanos en mente para seguir dejando “que las mujeres hablen”. Oduah enfatiza este hecho porque ni recuerda las veces que ha preguntado a una niña o mujer y ha intentado responder cualquier hombre de su alrededor. “Gracias, señor, pero deje que ella responda”. Su labor dando voz a las mujeres afectadas por la violencia de Boko Haram le ha valido varios premios, entre los que destaca el Trust Women Journalist Award 2014 de la Fundación Thomson Reuters. Se considera feminista, pero abre el concepto al 'womenism' que defienden muchas mujeres en Nigeria: “Creen que el feminismo quiere adoctrinarlas, que quiere cambiar su cultura desde Occidente. Algunas prefieren la palabra 'womenism', como una forma de feminismo africano”.

- “Utilizan la religión para oprimir”

En primer lugar, la religión. La gente utiliza la religión para oprimir a las mujeres. En segundo lugar, los políticos, porque la mayoría son hombres. Y en tercero, la vida profesional. Es difícil mantener una vida profesional activa y a la vez ser una “esposa” en el ámbito doméstico. En estas tres esferas de la vida, las mujeres tienen muy difícil tomar decisiones por ellas mismas.

- “Si no se educa, no saben que están oprimidas”

La principal estrategia es la educación, que puede llegar a través de libros, viendo películas y hablando con otras personas. Hay que educarse porque una no tiene ni idea de que está siendo oprimida si no conoce otro modo de vida. Si todo lo que has conocido es que se supone que te tienes que casar a los 10 años, y eso es todo, no te das cuenta de esa opresión. Hasta que otra mujer, de otra comunidad, te dice: 'Yo me casé a los 20'. Entonces, sí, puedes pensar 'vaya, no sabía que eso era posible'.

En mi caso personal, siempre respondo a los comportamientos machistas, pero de una manera amigable. Porque creo que uno de los problemas del feminismo es que estamos demasiado enfadadas, siempre combatiendo. Creo que hay que hacer un acercamiento amistoso y positivo al cambio hacia el feminismo.

- “Dicen que les deje en paz”

Bueno, la gente dice que yo soy extranjera, que soy americana, así que no entiendo su cultura. Esa es la más frecuente. También si voy a un restaurante con un amigo, el camarero saluda a mi compañero hombre pero nunca a mí. Eso es muy común, en diferentes restaurantes, siempre pasa. Y yo siempre les digo, de manera amable, 'hola, señor. No me ha saludado a mí, ¿soy un fantasma?'. Unas veces responden que lo sienten y otras que les deje en paz.

Karolina Wieckiewicz, Polonia

Karolina es una activista feminista polaca que trabaja para la Federación para las Mujeres y la Planificación Familiar. También es voluntaria en la Fundación TRANSfuzja. Estudió ciencias sociales y criminología, área donde pronto se percató de la falta de representación que las mujeres en la sociedad. Poco a poco trasladó esta perspectiva feminista al espacio del derecho y los derechos humanos, trabajando para luchar contra la trata, la violencia y el infanticidio. Admite que le costó un tiempo llegar a considerarse feminista “abiertamente, orgullosamente y sin ningún pero” porque la imagen del feminismo en Polonia no está muy bien vista. Ahora, espera cambiarla con su lucha.

- Actitudes “anti - mujeres” polacas

Creo que aún hay mucho por hacer en Polonia. Parece que hay muchas actitudes “anti-mujeres” están realmente extendidas y que, de alguna manera, pensamos en ellas como algo normal. En mi país, uno de los mayores mecanismos de opresión es la actual ley anti-aborto y las restricciones en el área de los derechos reproductivos. Por norma general, el aborto es ilegal. Se permite abortar legalmente únicamente en tres casos muy reducidos y que casi no se llevan a la práctica. Y las restricciones en el acceso a otros derechos reproductivos (anticonceptivos, salud obstétrica, tratamientos de fertilidad…) son también, de alguna manera, consecuencia de esta ley. Para mí, es una señal evidente del posicionamiento de las mujeres y su lugar en la sociedad. ¿Cómo podemos participar plenamente en cualquier esfera si nuestros derechos fundamentales no están reconocidos?

- Cómo lucha por el cambio

Creo que el elemento más importante de mi trabajo es abogar por el cambio. Idealmente, para conseguir la liberalización de la ley del aborto. En la práctica, para luchar porque las restricciones no vayan a más. Pero la parte más importante de mi trabajo en la Federación y en lo que mi organización se centra es en ayudar a mujeres específicas, en estar a su lado, darles apoyo y consejo y, también, en llevar sus casos ante mecanismos judiciales relevantes. Las mujeres tienen miedo a hablar de su experiencia. Nosotros estamos intentando darles el apoyo que necesitan para dar la vuelta a esta situación: transformar la vergüenza en empoderamiento.

- “Dicen que hay problemas más importantes”

Como sociedad que lleva 23 años con esta ley, de alguna manera, nos hemos adaptado a esta situación. Como mujeres, hemos creado nuestro “espacio”, y se está asumiendo que tenemos que cuidar de nosotras mismas y de nuestros intereses y derechos solas, por nuestra cuenta. Como si el estado no quisiera tener ninguna responsabilidad en este asunto. Algunas veces, escucho que hay problemas más relevantes que el de los derechos reproductivos, como la violencia de género, la pobreza o la maternidad. Que estos son los verdaderamente importantes, los que atraviesan la esfera de los “valores” y la “perspectiva de vida”. Para mí, eso no es verdad. Estos problemas están interconectados y yo seguiré luchando por todos ellos y apoyando a otras feministas en su lucha.

Rosalinda Hernández Alarcón, Guatemala

Rosalinda Hernández Alarcón es una periodista de nacionalidad mexicana pero residente en Guatemala desde hace 21 años. Intenta impulsar un sujeto político feminista en el país centroamericano con el colectivo laCuerda, fundado junto a otras varias mujeres tras el conflicto interno en Guatemala para crear un espacio que impulsara una democracia que tuvieran en cuenta a las mujeres. La razón de ser del nombre tiene que ver con el rechazo que sentían como feministas: “Quisimos que fuera el antónimo de 'loca' como nos califican a quienes rechazamos el orden establecido, el deber ser”, explicó en un ensayo. laCuerda publica un periódico feminista que cumple 18 años este 8 de marzo. Hernández Alarcón es también cofundadora de la Red Centroamericana de Periodistas y en su labor de informadora ha dado voz con especial ahínco a las mujeres campesinas. “Aspiro a seguir haciendo reflexiones críticas de las diferentes opresiones que existen y reconociendo la diversidad de las mujeres; es decir, investigar con, por y para ellas; y no sobre ellas”.

 - Diferentes violencias machistas

En Guatemala, las instituciones que mantienen y reproducen las opresiones machistas son la familia, las iglesias, la educación, el orden económico y político del Estado. Además, en este país centroamericano el racismo es el sistema de opresión que más afecta a las mujeres: aproximadamente el 50% de la población femenina pertenece a pueblos indígenas y el 70% de ellas vive en áreas rurales y en situación de pobreza y pobreza extrema. La oposición de las iglesias católicas y protestantes a la educación sexual (laica, científica y con enfoque de género) es tan fuerte, que a pesar de que existe una ley que la reconoce, ninguna institución del Estado la aplica y tampoco se respeta la ley de acceso a métodos anticonceptivos.

La violencia contra las mujeres (especialmente la sexual) es un mecanismo para inhibir la participación de ellas, y aunque existen leyes y organismos específicos para sancionar esos delitos, las guatemaltecas no tienen seguridad en la casa, la calle, el trabajo, la escuela y demás espacios públicos. Muchas violencias son reconocidas como delitos, pero otras no: entre ellas, la maternidad impuesta, la dominación paternalista, el acoso sexual y los micromachismos.

- Estrategias: “No al acoso callejero”

Hay organizaciones feministas y mujeres que participan en organizaciones sociales que buscan a través de campañas de incidencia (movilizaciones, manejo de medios de comunicación, pláticas con diputados, relaciones con organismos internacionales) algunos cambios legislativos que favorezcan su representación, como el reconocimiento de la paridad en la Ley Electoral y de Partidos Políticos. Otras trabajan en la acumulación de fuerzas mediante la concienciación de más mujeres. Se propone cambios en la vida cotidiana que favorezcan su autoestima y descanso, la cooperación entre las personas que vivan en un mismo techo, la organización horizontal y la armonía con la naturaleza, rechazando cualquier tipo de violencia y abusos contra ellas y sus territorios.

Y recientemente se han formado grupos de mujeres jóvenes que ponen en el centro un activismo lúdico en las calles y a través de redes sociales, entre ellas: No al acoso callejero, rechazo a la misoginia, por la educación integral en sexualidad, por el uso del condón, etc.

- Insultos para cada causa

Si las feministas abogamos por la despenalización del aborto, nos llaman asesinas; si defendemos el libre acceso a métodos anticonceptivos, nos nombran promiscuas; si defendemos las medidas afirmativas (como las cuotas en cargos de elección popular), nos califican de discriminadoras; si defendemos nuestra libertad de expresión, nos consideran conflictivas. Cuando nos pronunciamos por un Estado laico, nos entienden como mujeres sin moral que no merecemos ninguna confianza. A pesar de todo ello, en Guatemala las posiciones feministas han ido ganando espacio, ya que hay sectores que las entienden como una corriente de opinión válida, aunque sea estereotipada y descalificada por la ideología machista prevaleciente.

 

Patricia Caro Maya, España

Es activista por los Derechos de las Mujeres, especializada en Romnja, que son las mujeres gitanas de lengua romaní, y Calis, las mujeres gitanas españolas. Forma parte del Europe and Central Asia Advisory Group de la ONU y ha trabajado para la OSCE. Recientemente ha organizado el I Encuentro de Feministas Europeas Romnja en el Parlamento Europeo desde el que se lanzó la I Declaración sobre todas las formas de violencia contra las mujeres y niñas Romnja. Actualmente se encuentra terminando la carrera de psicología e investiga sobre el sexismo en las comunidades calés.

- Contra el “establishment masculino blanco”

Quiero empezar por recalcar que la mayoría de los mecanismos de opresión vienen del establishment masculino blanco. La opresión que sufrimos los gitanos y gitanas también tiene género, y creo que tiene que haber medidas dirigidas a la liberación de este colectivo. Es importante hablar en términos de violencia, porque el sexismo y la opresión son eso: formas de violencia. Dentro de la estructura dominante, que es la estructura institucional masculina paya, se genera violencia hacia las mujeres.

En ese contexto, ocurre un “efecto pigmalión” dentro de las comunidades gitanas que provoca que los hombres gitanos aprendan de las estructuras del poder, dominadas por los hombres blancos, la manera en la que tratan a las mujeres. Este aprendizaje hace que se reproduzcan comportamientos violentos y opresores hacia la mujer iguales o incluso peores que los de los payos, dado que las mujeres gitanas están doblemente reprimidas. Creo firmemente que son las instituciones las que tienen que cambiar y generar discursos prescriptivos, que marquen lo que se debe hacer sin generar estereotipos de género.

- Trabajar con las dominadas y con quienes dominan

Una de mis principales estrategias de lucha feminista es mi formación constante. Formarme me ayuda a poder visibilizar las estrategias del patriarcado neosexista y a compartir mis conocimientos y mis recursos con mujeres que están en una situación desfavorable.

Además, promuevo la alianza con otras mujeres y con aquellos hombres que quieran acercarse al movimiento feminista, pero también con cualquier otro movimiento que se encuentre en una situación de grupo oprimido y que busque revertir la jerarquía y romper las relaciones de poder para establecer un nuevo orden mundial. Toda esta lucha la llevo a cabo desde diferentes ámbitos: como activista independiente, desde distintas organizaciones, con mi trabajo en los medios de comunicación y, lo más difícil: procuro extenderla también a mi entorno más cercano. Yo no entiendo el trabajo de una manera parcializada. Para mí, no tiene sentido el trabajo en una comunidad sin trabajar simultáneamente con las comunidades que tienen el poder y dominan.

También me gustaría destacar la lucha conjunta que tenemos las mujeres gitanas en redes que no son visibles y que se sostienen mediante estrategias de resistencia, de información, espiritualidad y apoyo. Por poner un ejemplo: de todas las personas gitanas que participan en la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, el 100% son mujeres.

- “Dicen que soy demasiado 'progitana”

Ser una mujer feminista dentro de una cultura “aminorizada” (que no es minoritaria, sino que ha visto reducido su representación e influencia social) supone recibir críticas desde distintos frentes. En primer lugar, los hombres blancos payos machistas, que emiten las mismas críticas que les hacen a las mujeres payas, todo para sustentar su situación de poder. En segundo lugar, recibo críticas también de mujeres payas porque buena parte de su modelo feminista se construye como un contraejemplo de la mujer gitana. Esto, que resulta sorprendente, se debe a que existen relaciones de poder dentro del propio colectivo feminista: muchas feministas blancas europeas se consideran en el centro y, por lo tanto, el resto de feminismos, como pueden ser los religiosos, indígenas o romaníes, se quedan en los márgenes. De este modo, un colectivo determinado establece lo que es feminismo y lo que no, mientras que nosotras luchamos por aportar nuestra propia mirada.

Por último, quiero decir que, siendo totalmente sincera, jamás me he encontrado con ningún gitano que haya criticado mi trabajo y siempre he recibido aceptación hacia mis propuestas. Lo que sí que me he encontrado han sido hombres neosexistas (tanto payos como gitanos) que emiten comentarios negativos de todo tipo. Siempre me llama la atención cuando estos últimos me dicen que soy “demasiado progitana”, como si eso implicara ser “demasiado antiblanca”. Vienen a decirme qué es feminismo, y qué no.  

Doreen Reddy, India

Doreen Reedy es la directora del Sector de Mujeres de la Fundación Vicente Ferrer. Su lucha empezó en 1993, cuando decidió organizar a un grupo de mujeres empobrecidas en pequeñas asociaciones locales llamadas Shangam para impulsar su desarrollo social y económico. 23 años después, han participado en este proyecto más de 108.600 mujeres que han ganado voz en la sociedad patriarcal de la India rural. Desde entonces, ha compaginado este proyecto con distintas campañas de concienciación y sensibilización sobre el acceso de mujeres y niñas a la educación y la sanidad, la formación de oportunidades de empleo y la visibilización del rol de las mujeres indias como motor del cambio y transformación social.

- Contra qué luchan: “Si no hay comida, come él”

“Las zonas rurales suelen ser comunidades patriarcales donde la mujer está considerada una ciudadana de segunda. India es un país con una de las constituciones más avanzadas del mundo, pero la sociedad aún no lo ha asimilado. Las mujeres rurales trabajan dentro y fuera del hogar. Su sobreesfuerzo no se compensa con una nutrición adecuada debido a la pobreza extrema y al hecho de que el hombre tiene prioridad en caso de escasez de alimentos. Por otro lado, las mujeres suelen casarse jóvenes y en muchas ocasiones abandonan la educación. Existe una enorme discriminación y un alto índice de violencia hacia las mujeres. Tienen un rol muy definido de cuidadoras, más allá de sus propias necesidades”.

- Estrategias: apoyo mutuo

“Luchamos contra la opresión desde varios frentes, y siempre implicando a los hombres en este proceso. Fundamentalmente, tratamos de dotar a las mujeres de las herramientas necesarias para su autonomía económica. Esto lo conseguimos facilitando microcréditos a través del Fondo de Desarrollo de la Mujer con los que emprenden pequeños negocios. La idea de que una mujer puede ser productiva, en las zonas más empobrecidas de la India, les proporciona reconocimiento social y voz. Además, en nuestra área de intervención existen más de 8.000 Sangham: asociaciones de mujeres en telugu, la lengua local. Cada una de ellas reúne a 15 o 20 mujeres que comparten problemas y se crea una red de apoyo mutuo”.

- “Incómodas cuando una mujer tomas las riendas”

“Las sociedades patriarcales se sienten incómodas cuando una mujer trata de tomar las riendas de su propia vida. Sucede en todo el mundo. Sin embargo, mi experiencia personal es que la sociedad está respondiendo, aunque lentamente, ante nuestras iniciativas. Parte fundamental de nuestro trabajo consiste en sensibilizar a los hombres, no solo a las mujeres. Nunca existirá igualdad si ésta no es asumida también por ellos. A pesar de que estamos lejos de afirmar que existe conciencia de igualdad en las comunidades donde desarrollamos nuestro proyecto, podemos decir que las mujeres antes apenas salían de casa y hoy encabezan manifestaciones”.

 

Ochy Curiel, República Dominicana

Ochy Curiel nació en República Dominicana, desde donde salió hace casi 10 años y lleva otros tantos viviendo en Colombia, donde es docente de los postgrados de Estudios de Género y Feministas de la Universidad Nacional de Colombia y también de la Universidad Javeriana. Su lucha feminista de casi tres décadas va cargada de apellidos, que ella destaca en cada respuesta para rescatar los márgenes enterrados por los discursos de género. Es impulsora y pionera de la corriente de feministas afrolatinas y afrocaribeñas, del lesbianismo feminista, de la corriente autónoma y del feminismo decolonial. Es también cantautora y acude a la alegría para generar el cambio creando batucadas. Desde el Grupo Latinoamericano de Formación y Acción Feminista (GLEFAS) construye pensamiento con otras pensadoras y activistas en Latinoamérica y El Caribe. “A muchas mujeres no las asesinan solo por ser mujeres, sino por ser mujeres, negras, indígenas o empobrecidas”.

- Más allá de la igualdad de la mujer

Debo señalar que las opresiones machistas o patriarcales, en el contexto latinoamericano y caribeño, como en muchos otros, no han estado desligadas del racismo, de las desigualdades económicas, del heterosexismo y de otras maneras en que se expresa la violencia. Como feminista decolonial, retomando los aportes del Black Feminism, de las afrolatinas y afrocaribeñas, es importante destacar que las opresiones siempre se presentan de forma simultánea.

En la región se evidencia esta relación que se instaló en nuestros países y territorios desde el colonialismo europeo y que hoy, aunque tiene las mismas lógicas, tiene sus formas particulares. Por ejemplo, en los últimos años, la instalación de megaminería, de proyectos hidroeléctricos, por parte de empresas de capital transnacional (fundamentalmente del norte europeo y de Estados Unidos y Canadá) ha implicado la apropiación de territorios indígenas, afros, campesinos y estas poblaciones son despojadas de sus recursos que necesitan para sobrevivir, al tiempo que son rotos sus tejidos sociales.

Esto tiene un afecto desvastador para las comunidades, y en ellas las más afectadas son las mujeres, quienes generalmente son las que articulan el tejido social de las comunidades y las que mayormente deben resolver la superviviencia. Pero, además, la instalación de estos proyectos trae consigo la militarización a través de fuerzas de seguridad pública y privada, que controlan la movilidad y violan los cuerpos de las mujeres. Nosotras decimos que es la forma más cruenta en que se expresa el heterosexismo.

Esto se complejiza en contextos donde existen conflictos armados, como el caso de Colombia, o guerra de baja intensidad, como el caso de México, que, articulado al fenómeno del narcotráfico y el paramilitarismo, coloca a mujeres afros, indígenas, campesinas pobres en condiciones terribles, siendo una de las peores expresiones de esta relación, el feminicidio. Pero a esas mujeres no las asesinan solo por ser mujeres, sino por ser mujeres, negras, indígenas o empobrecidas. Todo lo anterior para decir que mi lucha no es en torno a lograr “la igualdad de la mujer”. Es una lucha por la transformación social que haga desaparecer fenómenos como estos.

- La alegría como estrategia

Las estrategias que empleamos son muchas. Primero dar a conocer esta situación, visibilizarla, mostrar que son las nuevas formas de colonialismo que sigue destruyendo la vida, las comunidades, los tejidos sociales de personas que históricamente fueron consideradas no humanos. También articulamos movimientos sociales, porque estamos frente a un monstruo que requiere del trabajo de muchas organizaciones, por tanto, nos parece fundamental la articulación política no solo a nivel local y nacional, sino también trasnacional.

Muchas de nosotras también colocamos la alegría como una manera de enfrentar toda esta violencia sistémica. Por eso el arte, las producciones culturales son para nosotras muy importantes como formas de hacer política. Otra de las estrategias es la formación política. Es importante que los colectivos, las organizaciones, los movimientos se formen políticamente: es la manera que podemos entender nuestras historias de pueblos colonizados y a nosotras mismas.

- “¿Las críticas? Las de siempre”

Pues es una lucha feminista, pero con apellidos: es feminista antirracista que se expresa contra la explotación capitalista y las maneras en que la colonialidad tiene lugar actualmente. Las críticas son las de siempre: que somos “boconas”, radicales e insoportables. Es lo de siempre, pero ya estamos acostumbradas. Eso no para nuestra lucha.

Viviana Waisman, España - Latinoamérica

Viviana Waisman reside en España pero intenta tener un ojo siempre mirando a Latinoamérica. Su familia es argentina, ella se crió en EEUU. Es experta en derechos de las mujeres y en derecho internacional de los derechos humanos y en 2001 fundó la organización Women’s Link, de la que es presidenta, para que las mujeres vivieran como una realidad práctica, en su día a día, los derechos por los que varias generaciones de feministas anteriores habían luchado. “Tenía la percepción de que la generación feminista anterior a la mía había conseguido un reconocimiento de derechos en las Constituciones del mundo, pero lo que faltaban eran las herramientas para su implementación”. A través de los litigios estratégicos llevan a los tribunales las causas invisibles de muchas con el rostro de algunas valientes. “Lo que más me satisface es cuando vemos que el acceso a la justicia realmente puede ser un mecanismo de reparación. Cuando se hace realidad en un caso y ver que son las mujeres las que lideran las luchas”.

- “Los mecanismos de opresión son parecidos”

Yo creo que desafortunadamente nos encontramos que aunque los contextos sean diferentes, los mecanismos son básicamente los mismos. Por ejemplo, los estereotipos de género que causan la discriminación y a la vez hacen de obstáculo de acceso a la justicia para las mujeres. Está presente en todas las oficinas regionales (en Bogotá, que cubre la región de Latinoamérica y el Caribe) y en España (sobre España y la UE) y también en los países en África Occidental en los que trabajamos.

- La justicia como herramienta de cambio

La apuesta de Women's link es usar la potencia del derecho para potenciar los derechos sociales de las mujeres y las niñas. Vemos los procesos legales, los litigios, como una oportunidad para sentar precedente sobre cómo interpretar los derechos y dan la oportunidad de un debate público que salga de los tribunales y llegue a la calle. Un ejemplo: el caso de Ángela González contra España ante el comité CEDAW de la ONU, que hemos ganado. Es solo un litigio, se decide en Ginebra y a saber quién se entera, pero desde Women's Link hacemos que llegue a España para abrir un debate sobre cómo interpretan los jueces y juezas las causas de violencia de género en el caso de las custodias y las visitas de los padres maltratadores a los hijos.

- “¿Y los hombres? ¿qué pasa con los maltratados?”

Si trabajas el tema de los derechos humanos yo siempre digo que estás nadando contracorriente, pero si trabajas por el derecho de las mujeres y las niñas trabajas contracorriente de la contracorriente. Cuando tratamos el tema de la violencia contra las mujeres una respuesta recurrente es: “¿Y los hombres? ¿Qué pasa con los hombres? ¿Y las denuncias falsas?” y toda esa retórica que intenta hacer ver que lo que pasan mujeres y hombres es lo mismo. Respecto a la lucha por los derechos sexuales y reproductivos, encontramos muchísimos obstáculos de la Iglesia y personas que defienden los derechos de fetos en abstracto y no los de las mujeres y las niñas. Y es una oposición muy organizada.

María Teresa Blandón, Nicaragua

María Teresa Blandón es directora del ‘Programa feminista La Corriente’, en el que trabaja desde 1994 para promover la defensa y los derechos de las mujeres en su país, Nicaragua. Su activismo feminista inició a los 17 años, cuando decidió unirse a la revolución sandinista y luchar en la guerra para dejar de someterse a la orden militar. Al finalizar la guerra, se unió al sindicato agropecuario, desde donde informaba a las mujeres campesinas sobre derechos sexuales y reproductivos y violencia de género. El contacto directo con los problemas de la población femenina nicaragüense le hizo detectar el grave problema de la desinformación. Desde entonces, lucha por corregirlo para lograr empoderar a las mujeres. Ella es una de las “avanzadoras” con las que Oxfam Intermón apoya y visibiliza a “mujeres que avanzan y hacen avanzar”.

- Representar a la mujer como “ser deficiente”

“Dentro de la cultura nicaragüense está presente la violencia machista en todas sus expresiones: la reproducción de ideas que presentan a las mujeres comos seres deficientes y a los hombres como dotados de poderes superiores; la propagación de ideologías religiosas abiertamente misóginas; la imposición de la maternidad obligatoria como destino ineludible de todas las mujeres, acompañado de la tiranía del cuidado; la penalización total del aborto o la imposición de la heterosexualidad, son solo algunas de ellas”.

- “Hemos politizado las opresiones”

“Las feministas hemos sacado del ámbito privado estas opresiones y las hemos politizado. Hemos desarrollado estrategias de sensibilización y denuncia y nos hemos organizado para fortalecer las luchas colectivas a través de las que se generan nuevos conocimientos y prácticas de rebeldía en la vida cotidiana. Es muy importante generar nuevos diálogos con mujeres y hombres jóvenes para romper con la herencia patriarcal y afirmar nuevos imaginarios”.

- “Egoístas, putas, marimachas, desocupadas”

“Desde el Estado, las religiones más conservadoras y medios de comunicación afines al poder nos han llamado locas, vagas, desocupadas, putas, egoístas, peligrosas para la sociedad, desubicadas, exageradas, marimachas, lesbianas. Estas son las críticas contra la lucha feminista más frecuentes en mi país”.

Luciana Moreira, Portugal

Desde el colectivo 'No te prives', Luciana Moreira observa y analiza cómo llegan los jóvenes a la universidad. Sus “resistencias” a percibir la desigualdad de género. En las charlas que imparte desde su colectivo en la portuguesa ciudad de Coimbra, detecta “las actitudes machistas en la que nos educan”. Su objetivo: “Llegar también a ellos, a los más difíciles”. Y buscar la forma para que le respondan con una de las frases que alegran su día: “Desde que me lo dijisteis, me empecé a dar cuenta. Antes no lo veía”. 

También pretende desmarca de la lucha mainstream que, dice, suele caracterizar a la celebración del Día de la Mujer. Insiste en no olvidar a ninguna: lesbianas, heterosexuales, negras, blancas, transexuales, prostitutas, ricas, pobres. “El 8 de marzo es de todas”. En el Centro de Estudos Sociais de la Universidade de Coimbra, está inmersa en el proyecto 'Ciudadanía, Cuidados y Derecho a Elegir: Micropolíticas de la Intimidad en Europa del Sur'.

- De la lucha contra el piropo a la reproducción asistida

“¿Mecanismos de opresión? Los propios de esta sociedad patriarcal... Ahora se está hablando mucho del piropo en la calle por parte de desconocidos. Desde hace dos o tres años se propuso la regularización desde la izquierda portuguesa. No se ha logrado pero sí que poco a poco la sociedad lo identifica con el machismo. Otro asunto importante de lo que no se habla son los derechos reproductivos. Con el cambio de Gobierno, acabamos de lograr la reproducción asistida mujeres lesbianas o solteras. Hasta ahora estaba prohibida. Ha sido una lucha feminista y LGTB muy importante. Por otro lado, es fundamentar sensibilizar en todos los ámbitos de la sociedad,  informar y llegar a esa gente que está fuera de la acción social. Los más difíciles. 

- Llegar a los que están más lejos

“Para eso buscamos diferentes formas: organizamos actos en la calle, charlas, concentraciones, organizamos lecturas de poesía. Todo desde diferentes perspectivas, intentamos dar voz a todas las realidades. Los universitarios que están en los primeros cursos muestran muchas resistencias. Hacen preguntas pero vienen de una formación muy tradicional en lo que tienen que ver con género. Ellos y ellas, pero sobre todo ellos. Identificamos actitudes machistas graves en las novatadas. En Portugal son muy típicas y no acaban hasta mayo del año siguiente. Los cánticos y las pruebas son muchas veces sexistas y homófobas. Hay algunas profesoras que están recogiendo firmas para regularlo y un grupo de estudiantes han creado un proyecto para demostrar que se pueden divertir de otra forma. Pero la tradición es más fuerte, y no se hace nada.

- “¿Para qué queréis ahora el feminismo?”

La típica crítica: “Siempre estás enfadada”. También muchos jóvenes se muestran receptivos. No lo entienden, no lo ven. Nos dicen: '¿Para qué queréis el feminismo? Si ya tenéis igualdad, ¿para qué queréis más?'. Ellos y ellas, aunque sobre todo los chicos. También hay que visibilizar  Por otra parte, los lados positivos. Hay veces que de repente te dicen: “No lo veía el machismo, hasta que me has dijiste eso”. Y pasa, y eso nos da fuerzas para avanzar“.

Etiquetas
stats