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Syriza acaricia el Gobierno griego: soplan vientos de cambio en Europa

El líder de Syriza, Alexis Tsipras. / Efe

Marina Albiol

Eurodiputada de Izquierda Unida —

Simos Russos se convirtió el pasado mes de septiembre en alcalde de Halandri, municipio de cerca de 80.000 habitantes al noreste de Atenas. Independiente apoyado por Syriza, Russos consiguió el respaldo mayoritario de una ciudadanía que ha visto como tras cuatro años de austeridad su ciudad y el país entero estaban arruinados por las políticas impuestas por la Troika. Ante la crisis humanitaria que vive la ciudad, el consistorio empezó a aplicar un plan de choque para hacer frente al hambre y a la falta de electricidad y vivienda de muchos de sus habitantes. Un plan de choque como el que prevé llevar a cabo Syriza cuando alcance el Gobierno. Halandri, según muchos analistas, se ha convertido así en el ejemplo griego de que otra política al margen de las imposiciones alemanas es posible. Y Grecia ve en Halandri lo que Syriza puede hacer en todo el país. Quizá sea por eso que soplan vientos de cambio en Grecia.

Todas las encuestas vaticinan una victoria de Syriza en las elecciones del 25 de enero. La coalición de izquierdas liderada por Alexis Tsipras ganaría a los conservadores de ND y PASOK, lo que sin duda sería una gran noticia para la clase trabajadora europea, pues como dice el propio Tsipras, con Syriza gobernando Grecia, Europa iniciará el cambio que necesita.

Los griegos, cansados del austericidio impuesto por la Troika, parecen dispuestos a salir del oscuro túnel de la austeridad presupuestaria, lo que supondría el comienzo del fin de las recetas coercitivas dictadas por la Comisión Europea, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Central Europeo, que han llevado a Grecia a una situación de depresión donde conviven un 25% de paro, un nivel de pobreza insoportable –con el 37% de la población viviendo por debajo del umbral de la pobreza– y una inasumible deuda del 177% del PIB. Con este panorama parece claro que la política aplicada por el Gobierno de coalición actual –ND/PASOK– en connivencia con Angela Merkel, supone una embestida feroz a la clase obrera griega. Las propuestas de Syriza, que pasan por negociar de forma enérgica una quita de la deuda –imposible de pagar y que asfixia su economía– mediante mecanismos colectivos europeos, por luchar de forma efectiva contra la evasión fiscal, que supone el 25% del PIB y por la redistribución de los ingresos del Estado, parecen de lo más razonables dada la situación de emergencia que vive el pueblo griego. Así lo están entendiendo los griegos según indican los sondeos, por mucho que le pese a la canciller alemana, al presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, y a toda la cohorte que apoya sus decisiones (Rajoy incluido).

La decisión de Tsipras –a quien propusimos desde el Partido de la Izquierda Europea como candidato a la presidencia de la Comisión Europea–, de confrontarse con el BCE, el FMI y la CE para tomar las riendas de Grecia al margen de los dictámenes de la Troika, no ha gustado nada a los adalides de la democracia europea quienes, escandalizados por la posibilidad de la victoria de Syriza, han comenzado a chantajear al pueblo griego tratando de cambiar el sentido de sus votos. Y para muestra un par de botones: Alemania ya ha avisado que el nuevo Gobierno griego deberá continuar con la política que ha seguido el actual Ejecutivo de Samarás. Además, la canciller alemana ha advertido que en caso de que Tsipras forme Gobierno, la salida de Grecia del euro sería casi inevitable. Esta coacción supone una clara demostración más de que el proyecto europeo diseñado por la socialdemocracia y la derecha europea ha acabado siendo un proyecto antidemocrático donde la soberanía de los pueblos queda supeditada a los intereses de unos pocos.

El previsible cambio de rumbo político que supondrá la victoria de Syriza, imprescindible en la devastada Grecia, repercutirá de forma decisiva en el resto de países de la Unión Europea. La victoria de la coalición que lidera Tsipras debe entenderse como un primer paso en el camino hacia otra Europa, donde habrá que establecer un nuevo marco de relaciones entre los pueblos. Grecia debe convertirse en el ariete que derribe las puertas del proyecto neoliberal de la UE, un proyecto que ha supuesto la mayor agresión contra la clase trabajadora de los últimos decenios, donde las rentas del trabajo han sido transferidas a las rentas del capital para concentrar la riqueza en muy pocas manos a un ritmo desconocido hasta ahora. Ese modelo, Con Syriza a la cabeza, puede dar paso a un nuevo proyecto alternativo, pensado por y para la mayoría social, para los trabajadores y trabajadoras. Nuestro proyecto para Europa, el del Partido de la Izquierda Europea (PIE), donde están integradas tanto Izquierda Unida como Syriza, pretende cambiar el actual estatus para conseguir que la seña de identidad de la UE no sea la del sometimiento de la mayoría más débil en beneficio de los menos, sino un modelo social europeo que garantice unos servicios públicos eficaces, gratuitos y universales y donde las relaciones entre los pueblos no venga dictada por la Troika, tan obstinada como está en decidir por nosotras qué es lo que más nos conviene. Y en este empeño debemos trabajar todas las fuerzas de la izquierda europea.

Halandri no sólo debería ser el espejo donde se miran los griegos, sino un ejemplo para la ciudadanía europea de que hay alternativas reales en la izquierda. No vendemos humo, no son quimeras. Son propuestas reales para hacer nuestras sociedades más justas y nuestros países más habitables.

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