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La expulsión de un aficionado por “exaltación del terrorismo” reaviva el debate sobre la censura en el fútbol

Momentos de tensión tras la expulsión de un aficionado en Balaídos

Miguel Pardo

Un nuevo caso de veto a símbolos portados por aficionados en Galicia reaviva el debate sobre la censura en el fútbol. El último ha ocurrido este miércoles en Balaídos durante el partido entre el Celta y el Villarreal. Lo ha sufrido un veterano socio 'celtiña', de 35 años de antigüedad, que fue expulsado del estadio después de enarbolar una vieja bufanda de la peña Celtarras que un guardia de seguridad consideró como un “acto de exaltación del terrorismo”. Lo relatan varios testigos y el propio implicado, que supera los 50 años, en el Faro de Vigo.

Un miembro de seguridad del club, mientras el aficionado lucía su bufanda en la interpretación del himno del Celta, acudió a él para advertirle de que la bufanda estaba “prohibida” y que se la iba requisar. Argumentó que suponía “exaltación del terrorismo” pero José, así se llama el afectado, no entregó la prenda y pidió la presencia de la policía nacional en caso de que se le intentara requisar. A partir de ahí, aparecieron más vigilantes, uno de ellos amenaza con sacar la porra y varios asistentes al partido defienden a su compañero de grada, según varios de los allí presentes. Uno de ellos llega a caer. Finalmente, la policía se lleva al aficionado para después retenerle su carné de abonado y expulsarlo del estadio. 

La bufanda motivo de la polémica lleva el nombre de la peña Celtarras, el escudo del club vigués y una jarra de cerveza en tonos blancos, celeste y azul marino. Además, en letras pequeñas se puede leer Sempre Celta y borrachos e orgullosos. Es una de las prendas antiguas de este colectivo fundado en 1987. Un testigo, en conversación con este diario, asegura que no fue la única bufanda requisada. “Otra que llevaba una estrella roja, también”, dice, además de advertir que el control sobre las prendas de animación que llevan los aficionados es algo ya habitual en varios partidos en Balaídos. Las quejas por las medidas de seguridad implantadas en el estadio son continuas.

“No quiero ni ir a recoger el carné. Que me devuelvan el dinero de los partidos que quedan esta temporada y ya está. Me trataron como a un delincuente. El Celta no merece esta situación”, dice en el Faro este aficionado, que llega a denunciar el clima que se respira en la sociedad, especialmente en el fútbol, que provoca “que una bufanda como esta pueda vincularse al terrorismo”.

Porque no es la primera vez que pasa algo semejante. En esta misma temporada, a aficionados del Deportivo se les han requisado bufandas y banderas en Valencia con el argumento de que lucían una calavera -símbolo presente en el escudo de la ciudad y que acompañaba en la bufanda al lema Vivir na Coruña que bonito é-, por alusiones al grupo Riazor Blues o por lucir una estrella roja o la imagen de Jimmy, aficionado asesinado en los aledaños del Vicente Calderón en noviembre de 2014. La Federación de Peñas denunció los hechos y trasladó sus quejas al club.

Meses antes, y poco después del asesinato de Jimmy, el exceso de celo de los guardias de seguridad de Riazor provocó también que fuesen requisadas banderas nacionalistas gallegas, bufandas que lucían alguna estrella roja u otras con la inscripción Galiza.

Y mucho antes, aficionados de Celta, Deportivo y Obradoiro se quejaron en numerosas ocasiones del veto a las banderas nacionalistas gallegas en diferentes estadios, algo que le valió incluso el reproche del Valedor do Pobo (Defensor del Pueblo Gallego) al Gobierno central, que había justificado su prohibición. Además, fueron muchos los aficionados que denunciaron dichos vetos a ciertos símbolos, mientras se podía ver en numerosos recintos simbología fascista.

Al tiempo, el presidente de la Liga de Fútbol Profesional, Javier Tebas, mostró su conformidad con que la final de la Copa del Rey fuese suspendida en caso de que se silbase el himno de España. En una polémica entrevista el pasado fin de semana en El Mundo, el propio Tebas, que había sido miembro de las juventudes del partido fascista Fuerza Nueva, aseguraba que “a veces”, echaba de menos “un Le Pen a la española” y reivindicaba sus ideas de extrema derecha.

En su intento por detener la presencia de ultras, Javier Tebas está recibiendo muchas críticas por parte de la mayoría de las aficiones. En la polémica documentación enviada a los clubes hace un año, la LFP recomienda el control sobre determinados símbolos ultras, pero también pide que “el interior del recinto deportivo quede para las expresiones de apoyo al club en el campo deportivo. ”En ningún caso se permitirán pancartas o elementos análogos o similares de carácter comercial, político, social, religioso o reivindicativo, que son ajenas al deporte“. E incluso recomienda que esta medida ”se recoja en los reglamentos internos de cada club o SAD“.

La duda surgió en saber cuál sería el límite, ya que en caso de que la norma se aplique estrictamente, incluso una bandera de Nunca Máis -cuyo lucimiento incluso fue impulsado por futbolistas gallegos en varias ocasiones-, el llamamiento a una manifestación y cualquier reclamación social o política podría ser vetada en un estadio de fútbol. El caso es que, según las denuncias de muchos aficionados, son muchas más las cosas que se están prohibiendo.

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