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Argentina, un laboratorio de Bitcoin en el país del corralito

Los argentinos están acostumbrados a buscar alternativas para sortear los problemas de su moneda

Lucía El Asri

Hoteles, cafeterías, puestos de flores, heladerías, empresas de electrodomésticos, restaurantes y hasta algunos taxis aceptan ya el Bitcoin como forma de pago en Argentina. Algunos quioscos, de la misma forma que ofrecen recargar el teléfono móvil, permiten rellenar los monederos electrónicos de los argentinos. Incluso un centro de enseñanza superior acepta desde 2012 la criptomoneda para abonar el pago de carreras completas.

Dicho instituto, el CESYT, lo dirige Rodolfo Andragnes, uno de los fundadores de la organización Bitcoin Argentina. Según explica a HojaDeRouter.com, la comunidad de este país está entre las mayores del mundo, con alrededor de 15.000 personas que ya tienen bitcoines (aunque no todos sean usuarios activos). De hecho, su 'meetup' es el octavo más concurrido del planeta con 1.667 'bitcoiners', por detrás de varios eventos de Estados Unidos (el mayor alcanza los 2.932 miembros), Reino Unido e Israel.

Argentina es la punta de lanza del Bitcoin en Latinoamérica. Tras sus pasos, están naciendo fundaciones y grupos en otros países de la región como Chile, Brasil, Colombia o México.

Todo comenzó en 2011 de la mano de la comunidad de 'gamers', que utilizaban las potentes tarjetas gráficas de sus ordenadores para minar bitcoines cuando no estaban jugando. “Sabían que iban a conseguir algunos dólares al día”, explica el experto argentino Ariel Aguilar, que define el Bitcoin como “el oro digital”.  

El interés llegó después a los emprendedores, y a finales de 2012 se organizaron los primeros encuentros con no más de cinco o diez participantes. El valor de la criptomoneda empezó a crecer, y “en junio o julio de 2013 asistían más o menos 200 personas”. Fue entonces cuando aparecieron los primeros negocios que aceptaban la criptomoneda y los primeros grupos de argentinos que fundaron empresas en torno a la tecnología de Bitcoin.

A mediados de 2014, un edificio entero del centro de Buenos Aires comenzó a ser utilizado por numerosas empresas del sector, que subalquilaron el espacio para instalarse y celebrar conferencias temáticas. “Es el Espacio Bitcoin Buenos Aires, que en un principio queríamos llamar la embajada de Bitcoin”, explica Aguilar. Hace dos años, para procesar los pagos en en todo tipo de establecimientos, surgió la plataforma BitPagos.

Matías Eduardo Caputi es ingeniero de sistemas y uno de esos argentinos que quisieron probar suerte al aceptar bitcoines en su negocio. Dirige Bitcoffee, una de las primeras cafeterías de Latinoamérica que ofrece a los clientes “un pedido completamente digital y un pago completamente digital por medio del Bitcoin”.

En un primer momento, “a pesar del nombre del establecimiento, el 'bit' sólo pretendía hacer alusión al concepto informático que define la mínima unidad de información”, nos cuenta Caputi. Cuando algunos de sus clientes empezaron a relacionar el nombre del negocio con Bitcoin, decidió aceptar la criptomoneda. Ya la conocía, pero nunca la había utilizado.

El restaurante AntiDomingo es otro ejemplo. Su dueño, el técnico en electrónica Daniel Alos, explica que fue a mediados de 2012 cuando se cruzó con el tema y empezó a informarse. “Al principio no entendía bien de qué se trataba, hasta que empecé a entender el concepto y me pareció una idea revolucionaria”. Por aquel entonces la comunidad todavía era pequeña en Argentina, y aunque “aún está lejos de otros medios de pago”, Alos ha visto incrementarse de forma paulatina el número de personas que utilizan Bitcoin.

¿Por qué Argentina?

Argentina es un laboratorio para toda Latinoamérica en estas cuestiones”, afirma Caputi. Sus ciudadanos, además de tener un buen nivel en tecnología, están acostumbrados a los vaivenes económicos y la inestabilidad, en un lugar por el que han pasado y pasan distintas monedas. “Que aparezca una nueva no es algo tan novedoso”.

El país lleva años inmerso en problemas con el peso argentino - por temas de inflación, de control de la emisión monetaria y de restricciones de salida y entrada de divisas -, por lo que Fleischer cree que el Bitcoin va a convertirse en una verdadera alternativa. La gente que conoce la tecnología se refugia en ella porque “no tiene acceso a otras monedas”, añade Alos. Muchos deciden comprar bitcoines como una inversión, para escapar de la inflación del peso argentino. “Como sufrimos tantos problemas, la gente está atenta a cualquier cosa nueva que pueda aparecer y servir como refugio de valor”.

La Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) estableció un límite a las compras en el exterior, permitiendo gastar un máximo de 25 dólares anuales - sin impuestos - para que las compras al extranjero no afectaran a los negocios locales. “Al no poder comprar divisas extranjeras, la gente está permanentemente buscando otras alternativas”, dice Alos.

Por ejemplo, los ciudadanos utilizan un dólar estadounidense obtenido de forma ilega que denominan “dólar blue”, que permite esquivar la restricción sobre el dólar convencional. A un alto precio, eso sí: en el momento de escribir estas líneas, un dólar oficial se cambia por unos 9,17 pesos argentinos y uno 'blue' por 14,64.

Los argentinos valoran más los dólares que los pesos, pero como el acceso a ellos estaba muy limitado y el dólar 'blue' valía más, Aguilar explica que la gente viajaba a Uruguay procedente de Argentina y, con su tarjeta de crédito, “gastaban mucho dinero en fichas de casino para luego venderlas por dólares en papel”. Después llevaban los dólares a Argentina y los vendían un 40% más caros, “y volvían a repetir la operación”.

Esta artimaña sirvió hasta 2013, cuando el gobierno fijó un impuesto del 35% a las transacciones con tarjeta de crédito en el exterior. Desde entonces, cualquier compra que se realice con tarjeta fuera de Argentina, ya sea en un restaurante o a través de Amazon, lleva un recargo. El truco de los casinos ya no sirve. Los ciudadanos buscan nuevas formas de sortear las restricciones y, entre otras, encuentran el Bitcoin.

“Nosotros hemos sufrido el corralito”, recuerda Andragnes. “La gente no podía retirar el dinero del banco y así uno se da cuenta de que el dinero de uno no es de uno”. Por eso, afirma, el argentino está más preparado para comprender las ventajas de una moneda descentralizada. “A veces valora más tener un bitcoin que tener un peso o un dólar”.

Es una cuestión práctica. Muchos argentinos piensan que servirá para pagar las carreras de sus hijos en Europa, después de cambiarlos a euros, o que podrán venderlos en Estados Unidos para conseguir dólares. “Una cosa que hace relevante al Bitcoin en Argentina es que la gente se da cuenta de que puede comprarlos sin problemas”, dice Andragnes, “mientras que no puede comprar dólares sin problemas”.

¿Preocupaciones?

Argentina tiene una comunidad de 'bitcoiners' muy activa y entusiasmada, “pero aún mucha gente no sabe sobre Bitcoin”, dice Aguilar. Por eso desde la Fundación Bitcoin Argentina promueven la moneda, dan charlas a universidades, empresas y periodistas e incluso tienen reuniones con politicos. Todo para que, poco a poco, los argentinos entiendan qué tienen entre manos y a qué se enfrentan.

Quienes se encargan de educar sobre el tema no recomiendan a la gente que ponga todos sus ahorros en Bitcoin – porque,  evidentamente, podrian perderlos –, pero sí les explican que pueden utilizarlo para meter y sacar dinero del país sin restricciones. “Este sería el mejor uso, de momento, en Argentina”.

Caputi está convencido de que el futuro pasa por la desaparición del papel moneda, y aunque no sabe si Bitcoin acabará dominando el panorama argentino, piensa que tiene potencial para que cada vez más gente lo utilice. Si surgirán problemas o no dependerá, en buena parte, de las acciones de los propios usuarios. “Todo el mundo es precavido cuando le tocan el bolsillo”, concluye Aguilar. Meterse en Bitcoin tiene su parte de riesgo y su posible recompensa.

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Las imágenes utilizadas en este artículo son propiedad de Espacio Bitcoin y Hernan Mombelli

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