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La culpa no es del doble ‘check’: el verdadero papel de WhatsApp en las rupturas de pareja

No es raro que alguien busque en el móvil de su pareja las pruebas de una infidelidad

Lucía Caballero

Cada poco tiempo, Whatsapp nos da una nueva sorpresa: ahora el doble ‘check’ azul, ahora ya no tanto, ahora una versión web… ¿Qué será lo siguiente? Todas las noticias relacionadas con la popular aplicación de mensajería instantánea nos traen de cabeza porque, queramos o no, se ha convertido en una herramienta de comunicación que marca el ritmo de muchas de nuestras relaciones, incluidas las sentimentales.

A finales de 2013, un supuesto estudio afirmaba que 28 millones de parejas de todo el mundo habían terminado por culpa de la ‘app’. A nadie le extrañó demasiado la noticia, ni la elevada cifra; que dos personas discutan o incluso acaben con su relación por un conflicto vinculado al servicio de mensajería tampoco suena a ciencia ficción. No obstante, ni el trabajo existía ni todos esos lazos sentimentales se habían roto para siempre.

Más recientemente, la Asociación Italiana de Abogados Matrimonialistas ha asegurado que Whatsapp está involucrado en el 40% de los divorcios por infidelidad que se producen en el país. No está muy claro si se basan en números reales o en su propia experiencia como letrados, pero nos han dado la clave: qué mejor manera de conocer el papel de la aplicación en las rupturas que preguntando a los profesionales que más entienden de problemas de pareja.

Pillados con las manos en el WhatsApp

En España no estamos tan lejos de las prácticas ilícitas de los italianos. “Muchas personas acuden a la consulta por temas que relacionan WhatsApp con infidelidades, celos o desconfianza”, asegura Ana Machado, psicóloga especializada en terapias de pareja. Aunque muchas veces las sospechas son fundadas, Machado afirma que los que se acercan al centro ya tenían dificultades previas de comunicación o de inseguridad. La aplicación es solo una manera de canalizarlos. “Si tienen problemas y acaban recurriendo a un tercero, o comienzan otra historia sin afrontar el conflicto, generarán desconfianza en la otra persona”, explica la terapeuta.

Cuando estas situaciones no llegan a buen puerto, los casos acaban en manos de los abogados. “Viene muchísima gente que descubre la infidelidad de su pareja gracias al WhatsApp”, asegura sin ninguna duda Natalia Queralt, abogada matrimonialista y miembro de la Asociación Española de Abogados de Familia. “Hay veces que funciona como señal de alerta y da pie a investigaciones más exhaustivas; en otros casos, les parece suficiente con el hallazgo”, continúa la letrada. Según Queralt, el papel de la aplicación “es importantísimo”.

“La mayoría de los clientes hacen consultas relacionadas con la aplicación”, confirma por su parte Carlos Chekri, director de la agencia de investigaciones Fidelity. Casi todos, cuenta, comienzan a sospechar cuando su pareja pasa demasiado tiempo enganchada al móvil, se lo lleva a todas partes, se esconde con él o lo tiene demasiado protegido con contraseñas. Les hace pensar “que tienen algo que ocultar”.

En un primer momento, no todo el mundo admite que ha mirado (aunque sea 'sin querer') el móvil de su pareja, aunque “a puerta cerrada” los clientes de Queralt confiesan que sí lo hacen. Tanto mujeres como hombres, sin importar la edad, admiten echar un ojo a ese mensaje que llega mientras el otro está en la ducha. “Con las redes sociales y los 'emails' ocurre lo mismo, pero con WhatsApp es mucho más común”.

Cuando ya tienen alguna prueba digital, algunos piden a los detectives que vigilen al supuesto infiel porque “creen que además de tener una relación virtual, se ven con esa otra persona”, indica Chekri. Otras veces, si se ven incapaces de comprobarlo por sí mismos, les solicitan directamente que analicen el móvil, pero la ley no lo permite: “Les advertimos que revelar información ajena constituye un delito”.

Los que pueden (necesitan retener el ‘smartphone’ durante 48 horas) les llevan un teléfono diciendo que es suyo - aunque “en realidad nos mienten y suele pertenecer a su pareja - para que le hagan ”una pericia“, es decir, para que accedan a todos los datos. ”Les damos un informe donde figuran los contactos de la agenda, el registro de llamadas, los ‘whatsapp’ y los mensajes“, continúa Chekri. Según el detective, ”en más del 95% de los casos se confirma la infidelidad“.

Las infidelidades no van a juicio

En el marco más extremo, cuando los aludidos tienen que ir a juicio para establecer las condiciones de una separación o fijar posibles custodias, las pruebas virtuales de infidelidad no valdrán para nada. “Al juez no le interesan las infidelidades”, explica Queralt. Además, tampoco pueden alegar haber cogido el teléfono de otra persona porque, como ya hemos mencionado, supone una violación de su intimidad.

Aunque la aplicación sirve para descubrir ‘in fraganti’ a los menos cuidadosos, la abogada cree que las rupturas y traiciones suceden, de una u otra forma, independientemente de que las personas involucradas utilicen WhatsApp. Los canales de comunicación siempre han sido un terreno sobre el que dejar huellas. “Antes eran mensajes, registros de llamadas o facturas de teléfono que llegaban a casa”, recuerda la abogada. Los métodos solo “cambian y evolucionan, no es que ahora aparezcan más casos”.

El detective coincide al afirmar que “el que es infiel, es infiel”, aunque con matices: “WhatsApp, como las redes sociales, es una manera de crear vínculos con personas con las que no te relacionarías en otras condiciones, lo que aumenta las posibilidades de que una persona tenga una aventura”. Por su experiencia, en la mayoría de los casos el tercero en discordia suele ser alguien más o menos cercano: un compañero de trabajo, un antiguo novio o un amigo de hace años.

El número de clientes de este tipo que reciben en la agencia, sin embargo, no se ha incrementado en demasía. Antes también sospechaban cuando sus parejas “llegaban tarde a casa o tardaban mucho cuando sacaban al perro o iban a tirar la basura. Lo que ha cambiado es la manera en que explican el porqué de sus recelos”.

Una herramienta inofensiva en malas manos

El problema no es la herramienta en sí - que, como advierte Machado, “no es mala” -, sino el uso que se hace de ella. “Si se trata de un individuo inseguro, utilizará la aplicación para controlar al otro y aliviar su ansiedad”. Un ejemplo es la persona que come para calmar sus nervios. “Ni la comida ni Whatsapp son negativos, pero sí recurrir a ellos por el motivo equivocado”. La aplicación se convierte en “un foco de problemas” porque los miembros de la pareja no saben gestionarla.

Un factor importante que fomenta este comportamiento es la rapidez con la que obtenemos una respuesta o percibimos su ausencia. El doble ‘check’, el color azul y, cuando está activa, la hora de conexión nos dan sensación de fiabilidad, de que el destinatario de nuestro mensaje lo ha leído y no ha contestado. “Tiene un punto adictivo porque el refuerzo es inmediato: escribo, veo el ‘check’ y me siento aliviado en el momento”, explica Machado.

“Nos anticipamos y desconfiamos precisamente porque creemos estar seguros del resultado”, añade la psicóloga. Sin embargo, “nos perdemos una parte muy importante, la expresión no verbal, que en realidad supone casi el 80% de todo el proceso comunicativo”.

Además, repasamos las conversaciones, le damos vueltas a lo dicho y a lo omitido: los mensajes se utilizan como prueba irrefutable de los problemas. “Si la relación ya está deteriorada suelen basarse en las conversaciones para demostrar ese comportamiento que no les gusta”, aunque depende del tiempo que lleven juntos. Si se conocen mejor, tendrán menos motivos por los que malinterpretar sus frases.

Llega el momento de poner solución, pero ¿la tiene? Según la psicóloga, “hay que saber que si lo estoy utilizando para aliviar mi malestar o para controlar a mi pareja, algo falla”. Para lidiar con la situación “tienen que aprender a gestionar la parte emocional y reconocer que algo marcha mal en la relación aparte del WhatsApp”. También deben aprender poco a poco a usar la ‘app’ de forma inteligente, “solo para comunicarse y no por ansiedad”.

La psicóloga admite que en muchas ocasiones la relación se rompe igual, pero es más importante que hayan aprendido a cambiar estas conductas inadecuadas.

Los pacientes están en un rango de edad muy amplio. En adolescentes, es habitual que se valgan de la aplicación para evitar enfrentarse a un conflicto sentimental cara a cara. También acuden mayores de 30 años e incluso de 50. Estos últimos “han tenido que adaptarse a un nuevo sistema de comunicación y a veces lo utilizan de una manera menos flexible”, asegura Machado.

Por si no lo teníamos suficientemente claro, todo parece confirmar que WhatsApp se ha convertido en la arena digital donde se libran los conflictos sentimentales, en una herramienta de control y en la escena donde encontrar las huellas de una posible infidelidad. Lo que hay que reconocer de una vez por todas es que la aplicación no tiene la culpa de nuestros problemas sentimentales. Echar la culpa a un chat no sirve de nada.

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Las fotografías de este reportaje son propiedad, por orden de aparición, de William Brawley, Ministerio TIC Colombia, Álvaro Ibáñez, Craig Loftus

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