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Cómo reciclar aceite usado para convertirlo en jabón

La Fábrica de Jabón. / fabricadejabon.es

Rita González

“Hacer jabón artesanal en nuestro hogar de un modo apto para la vida moderna”. La Fábrica de Jabón, el electrodoméstico inventado por la diseñadora industrial Analía Blanco, “contribuye a llevar una vida más sostenible y sana sin tener que alterar el estilo contemporáneo”.

El aparato industrializa la forma tradicional de hacer jabón y la adapta al espacio de un hogar. Es más pequeño que un microondas y consigue transformar el aceite usado de cocinar en jabón para todos los usos domésticos: de la limpieza corporal de pieles sanas o atópicas a la lavadora, el fregado de la cocina, la loza, los suelos de todo tipo, la vitrocerámica y cualquier otra superficie delicada.

Sólo hay que depositar en su interior medio litro de aceite, medio litro de agua y 80 gramos de sosa cáustica. Transcurridos 20 minutos, se habrán creado dentro de los moldes del aparato las pastillas de jabón, que se solidificarán por completo al cabo de 48 horas. “Es absolutamente sencillo –dice Analía– y anula el contacto con la sosa cáustica, que es parte del problema de hacer jabón en casa”.

Cada semana, Analía Blanco recibe decenas de correos de potenciales clientes –particulares, tiendas, cooperativas– interesados por el producto. “La idea es salir a la venta este año. Tengo proveedores, fabricante, modelo de negocio… Sólo necesito conseguir la financiación necesaria. La verdad es que me resultaría más sencillo fabricar en China, pero quiero hacerlo en España y llegar a acuerdos con centros de empleo que se encarguen del montaje. La filosofía de la empresa es estar cerca de las personas y no voy a renunciar a esto”.

¿Y será apto también para el bolsillo moderno? “Eso pretendo. Si consigo bastantes pedidos, el precio bajará. No quiero que sea un producto de lujo de 400 o 500 euros, sólo al alcance de unos pocos. Por eso me he complicado la vida”. Además, unos meses antes de estar en el mercado, realizará una precampaña de crowdfunding a cuyos mecenas premiará con un descuento de un 30 o 40%.

¿Reciclar aceite, para qué?

El Estado español fijaba a final del siglo pasado en su Plan Nacional de Residuos Urbanos “alcanzar una tasa de recogida y reciclaje de los residuos de aceites vegetales del 50% antes del 31 de diciembre de 2002 y del 80% antes del 31 de diciembre de 2006”.

¿Se ha cumplido? ¿Qué hacen los ciudadanos con el aceite degradado de freír? Las estadísticas dicen que la mayoría todavía lo tira por el desagüe del fregadero. Según una encuesta de Eroski Consumer, el aceite, los medicamentos y los aparatos electrónicos son los productos que menos se reciclan.

Una proporción superior a dos de cada tres litros pasa de las sartenes al sistema de saneamiento. Ciento ochenta millones de litros dañan cada año los ecosistemas acuáticos de los ríos, se filtran al subsuelo ocasionando infertilidad en la tierra, atascan cañerías generando malos olores, focos infecciosos y plagas, y elevan las facturas de los contribuyentes al multiplicar por diez los costes de depuración de aguas residuales con porcentajes de grasa.

Se calcula que cada litro de aceite contamina 1.000 litros de agua. Limpiar las alcantarillas cuesta 40 euros por hogar y año. Para minimizar el efecto del aceite vertido de los 15 millones de hogares españoles, se gastan 600 millones de euros. El precio lo pagan los ciudadanos.

Entre las razones de no reciclar se encuentran la desidia, el desconocimiento y la incapacidad de acceso. La enorme carencia de información y sistematización por parte de las administraciones, la ausencia de conciencia y la lejanía de muchos Puntos Limpios –sobre todo en los municipios sin puntos móviles o contenedores específicos– son grandes responsables del fracaso en el reciclaje del aceite. La OCU dispone de una lista. También la fundación de reciclado de aparatos eléctricos Ecolec ofrece información detallada sobre la ubicación, y cuenta con una aplicación para teléfonos.

Al tratarse de un líquido, otro aspecto disuasorio es lo engorroso de su reciclado. Para facilitar el almacenaje en el mercado, existe un producto con sello español que solidifica el aceite inservible llamado Frito Limpio, aunque no es excesivamente sencillo de encontrar, por lo menos a través de la red.

La Fábrica de Jabón convierte un reciclaje sencillo en un producto útil. Al carecer de fosfatos y tensoactivos, evita la contaminación del medio, no es agresivo como otros detergentes con el ser humano, no causa alergias. Así mismo, reduce los gastos de los hogares. “Con tan sólo ½ litro de aceite, obtenemos aproximadamente 530 gramos –explica su creadora–. Si lo rallamos, vale para la lavadora o para disolver en el cubo de fregado. Para una colada hacen falta 80 gramos de jabón industrial mientras con jabón reciclado sólo son necesarios 20 gramos. Lavar la ropa es así 26 veces más barato, teniendo en cuenta que cada dosis de detergente ronda los 0,21 euros frente a los 0,008 euros del jabón reciclado”.

Muchos se preguntan qué sucede con el olor del aceite de cocinar: “Tras el proceso con la sosa, será neutro. Nos hemos acostumbrado a olores artificiales cuando es un placer recuperar el aroma del jabón artesano”.

Premio internacional James Dyson

La Fábrica de Jabón se hizo en 2011 con el primer premio del concurso internacional de diseño James Dyson, organizado anualmente por la fundación del ingeniero británico inventor en los años 70 de la primera aspiradora sin bolsa. Competía con más de 650 proyectos de 18 países con el reto de diseñar “algo que solucione un problema cotidiano de forma eficaz e innovadora”.

Desde entonces el trabajo por perfeccionar el prototipo ha sido incesante “motivado por la gran cantidad de gente que se interesa por este electrodoméstico y para la que sabes que será muy útil, porque es muy duro emprender y emprender con algo que es innovador. No es una aplicación, ni una web, con la que es fácil encontrar inversores. No existe nada parecido a la Fábrica de Jabón en el mercado y eso es un reto”.

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