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2008: Cuando Ibarretxe y el PNV frenaron la consulta inconstitucional

Ibarretxe, en el acto de febrero en el que acompañó a Artur Mas

Iker Rioja Andueza

El 25 de octubre es una fecha de relevancia en la historia política vasca. En 1839 las Cortes Generales aprobaron ese día una ley que encajaba y modulaba los fueros en el marco constitucional español (la historiografía se divide entre quienes lo ven como una abolición y quienes lo ven como una confirmación). En 1979, el 90% de quienes participaron en el referéndum dijeron 'sí' al Estatuto de Gernika. Y, en 2003, el entonces lehendakari Juan José Ibarretxe presentó su 'plan' de constituir un “Estado libre asociado” que superase ese Estatuto. Y el 25 de octubre, en este caso de 2008, también fue la fecha calculadamente elegida por Ibarretxe y su Gobierno tripartito (PNV, EA e IU-EB) para la celebración de la consulta soberanista que nunca llegó a celebrarse. El PNV acató entonces la sentencia contraria al referéndum del Tribunal Constitucional y aquella jornada no sólo no hubo urnas, sino que fue la antesala de unas autonómicas que acabaron con la hegemonía del nacionalismo en Ajuria Enea. Es más, los siguientes 25 de octubre fueron festivos en homenaje al Estatuto.

El noveno aniversario de aquel ya lejano 25 de octubre de 2008 llega en medio de la crisis catalana y con la sensación de que el Govern y el Parlament están dejando muy lejos la vía abierta por Ibarretxe. El propio lehendakari (el título es vitalicio) aseguró en un multitudinario acto político con Artur Mas celebrado este mismo año en San Sebastián que él llevó el concepto de “derecho a decidir” al “campo base” del Everest mientras que Cataluña estaba entonces (febrero) en el “campo 3” y camino de la cima. Públicamente, Ibarretxe se limita a su papel académico y apenas comenta la actualidad vía Twitter. Su equipo ha declinado la invitación para participar en este reportaje.

La 'hoja de ruta' de Ibarretxe se inició en la legislatura abierta en 2001 con unas elecciones muy polarizadas entre la coalición PNV-EA y el PP de Jaime Mayor Oreja. El lehendakari desde 1998 logró 604.000 votos (42%) y tumbó la alternativa constitucionalista que habían fraguado los 'populares' con un PSE-EE de Nicolás Redondo Terreros dispuesto a forzar la alternancia. El 25 de octubre de 2003 el presidente vasco esbozó su oferta de “nuevo estatuto político” para Álava, Bizkaia y Gipuzkoa, bautizado para la historia como 'plan Ibarretxe'.

El documento, que preveía la constitución de Euskadi como comunidad “libremente asociada” a España y la creación de la “nacionalidad vasca”, entre otras cuestiones, fue visado en diciembre de 2004 por el Parlamento vasco merced al medido apoyo que la izquierda abertzale -entonces con la marca Sozialista Abertzaleak- confirió al tripartito de Ibarretxe, al que le prestó justo tres votos, los necesarios, ni uno más ni uno menos, para superar al bloque constitucionalista. En febrero de 2005, Ibarretxe batalló en el Congreso para defender su propuesta, si bien abandonó el hemiciclo antes de la votación. Recibió 313 'noes' frente a 29 'síes'. Y convocó elecciones autonómicas.

El acuerdo “no público” para celebrar la consulta

Cuenta el veterano dirigente de EA Rafa Larreina, entonces parlamentario vasco, que ya en diciembre de 2004, antes del portazo de las Cortes Generales, los presidentes del PNV, Josu Jon Imaz, y de EA, Begoña Errazti, habían alcanzado un acuerdo para celebrar una consulta. Se trataba de un “anexo no público” del pacto de coalición que PNV y EA rubricaron en diciembre de 2004 en el Hotel Gasteiz de la ciudad del mismo nombre. “En la rueda de prensa, la periodista Isabel Cobo [de la Cadena Ser] preguntó a Imaz si habían acordado fecha para la consulta y éste confirmó que sí la había, pero no dio más detalles”, recuerda Larreina. El pacto, una exigencia de EA a los peneuvistas, era celebrar un referéndum “antes de noviembre del tercer año de la siguiente legislatura”.

No fue hasta 2007 cuando Ibarretxe anunció públicamente que sería el 25 de octubre de 2008 el día elegido. El Parlamento vasco aprobó en julio de 2008 la Ley de Consultas, de nuevo gracias al medido apoyo de EHAK-PCTV [Partido Comunista de las Tierras Vascas, en castellano], la marca entonces de la izquierda abertzale. La norma, tramitada por la vía rápida por el procedimiento de lectura única (la oposición denunció la falta de respeto y el Tribunal Constitucional le dio la razón), fijó dos preguntas muy alambicadas. La primera cuestionaba por el “final dialogado de ETA” después de la voladura de la tregua de 2006 con el atentado de la T-4 del aeropuerto de Barajas. Pero la fue segunda la que se llevó todos los focos: “¿Está usted de acuerdo en que los partidos vascos, sin exclusiones, inicien un proceso de negociación para alcanzar un Acuerdo Democrático sobre el ejercicio del derecho a decidir del Pueblo Vasco y que dicho Acuerdo sea sometido a referéndum antes de que finalice el año 2010?”.

El Tribunal Constitucional vio claro que la norma, a pesar de su redacción ambivalente, daba carta de naturaleza a un referéndum soberanista incompatible con la unidad de España. “La ley presupone la existencia de un sujeto, el 'pueblo vasco', titular de un 'derecho a decidir' susceptible de ser 'ejercitado' [...] Este sujeto no es un titular de un poder soberano”, zanjaba el alto tribunal por unanimidad semanas antes del 25 de octubre, que vio “irrelevante” que la consulta no fuese vinculante o que estuviese planteada en términos muy distintos a lo que, como se ha visto, se ha hecho en otros procesos soberanistas. “No divide quien pregunta, sólo quien prohíbe consultar”, defendió Ibarretxe ante las reiteradas acusaciones de haber fracturado la sociedad vasca con su llamada a las urnas.

¿Fue aquello como el 1-O? “Era una consulta para ratificar el derecho de autodeterminación proclamado por el Parlamento. No era un referéndum de independencia pero el tema de fondo era el reconocimiento o no de la soberanía”, valora Larreina. “Había también una cierta voluntad desde la elite de desbordar la legalidad constitucional”, sostiene el portavoz del PP en todos aquellos debates, Leopoldo Barreda, desde 2011 diputado en el Congreso. Fue “una especie de sarampión nacionalista”, valora, por su parte, José Antonio Pastor, portavoz del PSE-EE y veterano parlamentario vasco, quien también considera que a pesar de la extraña redacción de la pregunta -“pensada para que todos dijeran que sí”- se ocultaba un deseo de “desbordar” el marco legal.

El 25-O: actos políticos de todo color

Con la sentencia del Constitucional en la mano, el nacionalismo vasco se planteó qué hacer el día señalado, un sábado. Larreina indica que “EA exigió que se hiciese la consulta de todas formas” y sostiene que también el único consejero de IU-EB en el Ejecutivo, Javier Madrazo, estaba en la misma línea. “Pero el Euzkadi Buru Batzar del PNV dijo que no e Ibarretxe se plegó”, abunda. El partido, con EA, IU-EB y también Aralar, organizó distintas movilizaciones políticas en todo el territorio, que movilizaron a 20.000 personas que formaron palabras como “decidir” en euskara para que fueran vistas desde el aire. En paralelo, en los actos políticos centrales de Vitoria, en los que participó Iñigo Urkullu, se registraron contramanifestaciones organizadas por la Falange bajo el lema “La unidad de España ni se vota ni se negocia”. Hubo incidentes y enfrentamientos con la Ertzaintza en el centro de la capital cuando se encontraron los ultras españoles con radicales abertzales.

Ese mismo día, en Bilbao, el secretario general de los socialistas vascos, Patxi López, conmemoró el vigésimo noveno aniversario del Estatuto de Gernika: “El Estatuto es el instrumento que garantiza el derecho a decidir de los vascos”. Y prometió que si llegaba a lehendakari reformaría el marco político para dotar a Euskadi de “más competencias”. Los socialistas vascos, liderados ahora por Idoia Mendia, tienen previsto celebrar con “toda solemnidad” este 25 de octubre. El PP, por su parte, presentó con música 'pop' a Antonio Basagoiti como nuevo candidato. Ambos líderes, un año después, pactaron apoyar la candidatura del primero y acabar con la era de Ibarretxe.

Y es que, fallida la consulta, el lehendakari anticipó los comicios. “Lo cierto es que tras cada revés Ibarretxe convocó elecciones y siempre dentro del marco constitucional. En 2008 no había una impresión de mayoría social en la calle para seguir con aquello, como puede ocurrir en Catalunya; y Vitoria y Álava [gobernadas por el PP] no estaban alineadas [con el proceso]”, analiza Barreda, que entiende que aunque “el discurso de los convencidos” entonces y ahora “es muy similar”, otra diferencia con la situación actual es que “en el seno del PNV hubo críticas mucho más nítidas desde el principio”, incluidas las del hoy lehendakari y presidente del EBB, Iñigo Urkullu, y las de “alcaldes muy importantes” como el difunto Iñaki Azkuna, alcalde de Bilbao.

Para Pastor, “aquello se tradujo en términos de disputa política muy agria” pero “es verdad que sin traspasar las líneas rojas” como ha ocurrido en el caso catalán. De hecho, el portavoz socialista incide que ahora su partido cogobierna con el PNV. “Hemos demostrado que es posible el acuerdo entre diferentes”, remarca Pastor, que sugiere que Carles Puigdemont está “todavía a tiempo” de cerrar el proceso como lo hizo Ibarretxe, adelantando las elecciones autonómicas.

El condicionante de ETA y sin unidad abertzale

“El elemento fundamental que distorsionaba todo era efectivamente la actividad de ETA”, reconoce Larreina. En 2008, antes del 25 de octubre, ETA había cometido ya más de una veintena de atentados, algunos de ellos con víctimas mortales. El último asesinado, un militar, fue alcanzado por un coche bomba colocado en Santoña el 22 de septiembre. Y sólo unos días después de aquella jornada la banda hizo explosionar otro coche-bomba en la Universidad de Navarra. La doble pregunta, una sobre el terrorismo y otra sobre el derecho a decidir, y la no condena de la violencia por parte de la izquierda abertzale, fundamental para la aprobación de todos los pasos del proceso en el Parlamento vasco, también endurecieron las posiciones de los detractores del 'plan Ibarretxe'.

El portavoz del PNV entonces y ahora, Joseba Egibar, suele recordar en el Parlamento vasco que la propuesta de “nuevo Estatuto” de 2004 recibió cero apoyos de la izquierda abertzale al contar con tres votos a favor y tres en contra. “Tres menos tres igual a cero”, repite Egibar en debates sobre autogobierno. Aplicando esta fórmula matemática, el apoyo al referéndum por parte de EHAK fue también tímido, ya que sólo prestaron a PNV, EA, EB y Aralar un voto para superar al bloque constitucionalista, mientras que ocho electas de aquella formación no apoyaron la Ley de Consultas. “Al PNV le incomodaba ciertamente la compañía de Batasuna”, valora Pastor.

Las elecciones que siguieron al 25 de octubre de 2008 supusieron también la ruptura de la coalición de PNV y EA. Este partido, tras sufrir una escisión, acabó integrándose en la coalición EH Bildu, como también Aralar y una escisión de IU-EB, Alternatiba. Sin embargo, en los comicios de 2009 no hubo marca abertzale como tal y el nacionalismo atribuye a esta ilegalización la mayoría absoluta que lograron PSE-EE, PP y UPyD y que posibilitó el mandato de López a pesar de que Ibarretxe dio al PNV, en solitario, sus mejores resultados de siempre, 30 escaños por 25 de los socialistas de Patxi López.

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