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Greaves cree incompleta la información de las aportaciones de Fagor y Eroski

Eduardo Azumendi

La información que Fagor, Eroski y los bancos que comercializaron sus aportaciones subordinadas no permitía a sus compradores determinar de qué tipo de productos se trataba. Así lo ha asegurado ante la comisión de Salud y Consumo del Parlamento vasco la directora de Kontsumobide-Instituto Vasco de Consumo, Belén Greaves, quien ha indicado que resulta “difícil que una persona medianamente informada hubiera podido deducir que es un producto a perpetuidad”. En la actualidad, más de 40.000 personas tienen atrapados sus ahorros en esta modalidad financiera catalogada como deuda perpetua .

Kontsumobide está tratando de mediar en el conflicto entre Fagor, Eroski, los bancos que han comercializado el producto y los afectados. De momento, el Instituto Vasco de Consumo, dependiente del Departamento de Salud, ha recibido 414 reclamaciones (entran una media de 15 al día) y ha podido analizar cerca del 77% de esas quejas. Laboral Kutxa con el 50% de las reclamaciones, BBVA con el 22% y Banco Santander con el 12% son las entidades financieras que más quejas acumulan.

Del análisis de estas reclamaciones, se desprende, según Greaves, que ningún afectado sabía que se trataba de un producto de deuda perpetua, es decir, que no lo iba a poder recuperar. La mayoría creía que iba a poder sacar el dinero a los cinco años. En el 40% de los casos fue la propia entidad la que ofreció el producto al cliente.

Greaves admitió la dificultad, incluso para una persona “medianamente informada” en materia de inversiones “deducir” que se trataba de productos a perpetuidad. “Resultaba imprescindible que el comercial del banco lo explicara”, apuntó. Sin embargo, en ese proceso también se produjeron problemas. “La mayoría de los afectados dicen que en los bancos nadie les entregó folletos informativos, que todo la información fue de tipo verbal. El hecho de que todos digan que fue verbal por parte de los comerciales y les fuera vendido con la seguridad de poder recuperar el dinero, induce a pensar que hubo problemas en el proceso oral porque los consumidores no entendieron el mensaje”.

Greaves también recalcó que no ha quedado acreditado que ni los emisores de las aportaciones ni los comercializadores identificaron el perfil del cliente inversor. “No queda acreditado que hubiera un estudio, algo necesario al tratarse de un producto complejo y de riesgo al no tener fecha de vencimiento”.

“La información de los bancos”, añadió, “debe ser clara y correcta para evitar errores y que todos conozcan los detalles. Se desprende que esa información se da con carácter general al incluir leyendas como ‘acepta los términos del folleto’. No obstante, el 80% de los reclamantes asegura que no le dieron ningún folleto. En ningún caso, los afectados fueron conscientes del producto que adquirían”, concluyó Greaves.

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