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Para salir del agujero, primero hay que caer en él

Mikel Torres, durante la presentación de su candidatura a la Secretaría General del PSE en Bizkaia.

Aitor Guenaga

Bilbao —

Podemos referirnos a Dante, si nos van más los clásicos, o también hablar de la obra de cabaret circense 'The Hole' (El Agujero) que estos días aun se podía ver en el teatro Arriaga de Bilbao. Pero siempre estaríamos apuntando a la capacidad de los humanos para bajar hasta el sitio más oscuro, para introducirse en la cloaca más recóndita, para arder en el infierno eterno. Claro que como dice el conductor del espectáculo 'The Hole': “hay que entrar en el agujero... para salir luego de él”.

Los socialistas alaveses parece que han empezado a sacar la cabeza del agujero. Una vez que Patxi López -que será sustituido en el Parlamento por la edil socialista alavesa Rosa Fresno- decidió tirar la toalla tras la debacle electoral en Euskadi en las europeas y empezar un viaje que le ha llevado a la reforzar la Ejecutiva de Pedro Sánchez en el PSOE, se abrió en Euskadi la espita de las primarias. Y cuando José Antonio Pastor, en Bizkaia, y Txarli Prieto, en Álava, se echaron a un lado para dar paso a la renovación, los socialistas alaveses no queria volver a caer y rebotar una y otra vez en el fondo de la organización. En el agujero. Los dos candidatos, la continuista Cristina González, y la renovación asentada sobre el grupo de críticos con Prieto, Iván Ruiz de Eguilaz, dejaron claro desde el principio que no aspiraban a abrir en canal el partido como en el congreso provincial que ganó Txarli Prieto en febrero de 2013. Ni a repetir los errores de entonces. Las primarias no iban a ser una segunda vuelta de aquel congreso bronco.

Iván Ruiz de Eguilaz ha pretendido impulsar un cambio desde abajo, una regeneración en la que la militancia se implique también para el día después. Y la actual Ejecutiva alavesa ha abierto la mano para propiciar una convergencia silenciosa que cosiera las innumerables heridas que el socialismo alavés aun arrastra. De ahí que el acuerdo difundido este fin de semana entre ambas candidaturas para presentar listas conjuntas de delegados al congreso de Euskadi el próximo 20 y 21 y al provincial (27 y 28) no ha sorprendido a quienes conocían la voluntad clara de liderar un partido tanto por parte de González como de Ruiz de Eguilaz -eso sí-, pero sin necesidad de pisar a nadie. Sin necesidad de hinchar los censos a última hora. Sin usar las artimañas de viejo partido en las que los socialistas -pero no solo ellos- se han movido muchas veces como pez en el agua.

El diagnóstico que ha propiciado, en parte, este acercamiento previo al congreso es muy anterior a la campaña de primarias que ya toca a su fin. Y es sencillo: el adversario está fuera, y un partido desangrado y debilitado por sus luchas intestinas es poco probable que genere ilusión en la militancia, pero desde luego mucho menos en la ciudadanía. Los socialistas vascos no tienen aun definido su suelo electoral. ¿Quién lo tiene realmente desde la irrupción de Podemos, el debilitamiento del bipartidismo y la sensación entre la gente de que la política tradicional ya no ilusiona ni un ápice? Y en las últimas elecciones se han confirmado dos cosas: que la sociedad vasca ha pasado la página de ETA y buena parte de ella ve a EH Bildu sin el lastre del terrorismo -ya no mancha moralmente votar a la coalición soberanista, por decirlo sin tapujos- y que Podemos tiene también un partido que jugar en Euskadi. Y puede hacer mucho daño a los partidos tradicionales (a derecha e izquierda) si elige bien candidatos y las plazas donde va a torear en las próximos comicios municipales y forales ded 2015.

Seguro que todo es mucho más complejo (seguro), pero el socialismo alavés ha cambiado de clave y camina hacia la convergencia desde la diversidad de proyectos. Y Cristina e Iván los tienen y los van a confrontar en las urnas. Pero sin dejarse jirones en el camino. Los rodillos están bien para preparar la masa del pan, pero en política casi nunca son herramientas de futuro.

En Bizkaia, sin embargo, las cosas discurren también tal y como estaban diseñadas desde un principio de este proceso de primarias. Ni el alcalde de Portugalete, Mikel Torres, ni el actual secretario de Organización del partido y también candidato a suceder a Pastor, Iñaki Egaña, se plantean un acuerdo como el de Álava. Ambos equipos están muy satisfechos con sus respectivas campañas. Las charlas en las agrupaciones han dado para todo: desde los dos militantes que acudieron a escuchar a Egaña a Ermua porque, al parecer, no se había difundido su presencia por parte del partido, como las maratonianas sesiones -más de tres horas- con los militantes que vivio el mismo Egaña en Santutxu o en Barakaldo con varios centenares de militantes prestos a preguntar incluso si el candidato va “a tener coche y chófer, cuánto va a cobrar y el dinero que se va a gastar en comidas”.

“Nos hemos redescubierto muchos compañeros durante estos meses. Ha sido una auténtica pasada”, señala uno de los brazos derechos del candidato Egaña. En un análisis muy superficial, se puede pensar que Torres parte con cierta ventaja por haber presentado 1.080 avales, frente a los 643 de su oponente en esta carrera interna por la sucesión en Bizkaia. Pero el equipo de Egaña, que presentó sus avales hace ya mucho tiempo, no ha hecho batalla de este asunto. Torres esperó hasta el inicio de la campaña para presentar los suyos -al igual que Idoia Mendia, que no tiene rival para suceder a Patxi López-. O que la figura de Torres, alcalde en ejercicio, conecta mejor con la defensa histórica del municipalismo en el socialismo vasco. También se puede pensar lo contrario, ¿cómo alguien que dice que se va a dedicar 100% al ayuntamiento puede revitalizar y regenerar el partido internamente?

Cuando se les pregunta por un acuerdo similiar al cerrado por los alaveses, los dos sectores enfrentados muestran cara de incredulidad. “No ha lugar”, vienen a decir en ambas mini-cancillerías. Iñaki Egaña ha “demostrado que tienes sangre y no horchata, como me habían dicho”, según le espetó una militante en una de sus visitas a las agrupaciones vizcaínas. Mikel Torres se siente convencido de poder aplicar la receta al municipalismo -que tan bien le ha ido en su alcadía- dentro del partido como vasos comunicantes. De ahí su discurso: “El partido tiene que estar en los ayuntamientos, porque los problemas están en las ciudades, en los pueblos, y el PSE nació en este país para solucionar los problemas de los vecinos”. En Gipuzkoa y en Euskadi, reinan (y gobiernan) Iñaki Arriola e Idoia Mendia, respectivamente.

Es la hora de votar para los 5.351 militantes del PSE-EE. Y de salir del agujero.

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