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¿La rentrée o el bucle melancólico vasco?

Arnaldo Otegi, inhabilitado por la justicia, sigue en campaña.

Aitor Guenaga

La precampaña de las autonómicas vascas toca a su fin y el debate político de calado aún no ha comenzado. Desde que el pasado 1 de marzo el líder de Sortu, Arnaldo Otegi, abandonó la prisión prácticamente no ha habido un solo día -sobre todo durante los primeros meses- en el que el ahora candidato inhabilitado por la Justicia y su 'agenda' lo haya inundado todo.

En este momento toca esperar a que hable y decida el Tribunal Constitucional. Pero sería conveniente políticamente que Euskadi entrara ya en otra fase: la del contraste de los programas y las recetas que cada partido tiene para incrementar el bienestar de la ciudadanía vasca y acabar con los espacios de pobreza, desigualdad y clientelismo que perviven en esta comunidad autónoma.

A buen seguro que tod@s l@s candidat@s están de acuerdo con el creador cubano Kelvis Ochoa sobre lo que quieren para el futuro de esta comunidad autónoma: una Euskadi feliz.

“Solo te quiero decir: si calla, calla, si llora, llora, quiero que salga de ti; si es que solo te quiero feliz a cada instante a toda hora”, como dice la letra de la canción.

Y lo mejor para demostrarlo será no caer en la campaña rastrera, en el barrizal habitual que se reproduce en (casi) todas las elecciones. O, al menos, de saque, hacer propósito de enmienda para evitarlo. Todos los partidos en liza deberían esforzarse en difundir sus recetas para los actuales problemas, cuestiones que pervivirán en la siguiente legislatura en materia económica, de convivencia y de autogobierno. No son pocos los retos.

Los datos del paro de agosto, conocidos el mismo día que la Justicia ordinaria ha confirmado la inhabilitación de Otegi, y la perspectiva de un parón en el crecimiento para 2017 no llaman a la esperanza. El desempleo aumentó en 1.650 personas, dejando el nivel en 143.114 (1,2% de incremento, por encima del 0,4% registrado en el resto de España). 78.733 son mujeres y 64.381 hombres; 8.343 son menores de 25 años y 21.906 extranjeros.

El lehendakari y su partido han comenzado el curso político recordando que el objetivo en Euskadi de su partido y futuro Ejecutivo -si dan los números- es bajar del 10% el nivel de desempleo, aunque también habrá que conocer cómo pretende cada partido lograr acabar con la lacra de la actual creación de empleo precario, con la temporalidad (solo el 7% de los contratos que se hacen son indefinidos), con la exclusión de las mujeres del mercado laboral -más de 100.000 ocupados, muchos de ellos con rostro de mujer, están demandando empleo-.

Desde que se inició la crisis en agosto de 2008 hay 51.204 personas en paro más en Euskadi, según ha puesto de manifiesto el sindicato CC OO, y ha crecido un 134% el número de demandantes y un 329% el número de personas ocupadas que demandan empleo. Y otro dato muy preocupante en el denominado -por la oposición- “oasis vasco”: solo 57.877 parados cobran algún tipo de prestación, 9.133 menos que hace un año (67.000). Es decir, que el 59% de los desempleados no cobra prestación alguna -hace un año era el 57% y hace dos el 52,5%-.

La parte de la sociedad que peor lo está pasando, que nunca ha vivido por encima de sus posibilidades y para la que la mejoría en la macroeconomía -con un crecimiento superior al 3%, hay que reconocerlo- es un espejismo que de vez en cuando escucha en el noticiero, quiere respuestas. No barro, ni el “tú más”. Quiere saber de boca de los diferentes candidatos sus propuestas para paliar los zarpazos de la crisis, aún muy recientes en su epidermis. ¿Qué obtendrán de los partidos en liza? Está por ver.

No hay duda de que la convivencia (y el final definitivo de la organización terrorista ETA, a punto de cumplirse de cinco años -21 de octubre- desde que abandonó su estrategia de chantaje, terror y asesinatos) debe estar también encima de la mesa de los debates y de la campaña. Pero no se puede soslayar que en el ranking de preocupaciones, lo que antes llenaba portadas y páginas de periodicos, ahora es un vago y difuso recuerdo para nuestros jóvenes. Algo que, por cierto, también da qué pensar. La sociedad vasca parece haber pasado esa página sabedora de que ha vencido definitivamente a la barbarie y que es posible tener cintura democrática para diluir el dolor en el mundo de lo que la propia ETA llama “las consecuencias de conflicto”. Es decir, sus presos y poquito más.

También sería conveniente que el electorado conozca de antemano, antes de ir a votar el próximo 25 de septiembre, qué propone cada candidat@ en relación al autogobierno y el encaje para las próximas cuatro o cinco generaciones (por poner un límite temporal) de Euskadi en el Estado plurinacional que es España. Si se quiere seguir la estela independentista catalana (Otegi dixit) o se apuesta por profundizar en el proceso de recentralización; si el futuro es federal (Mendia) o si, por el contrario, se aspira a un Estado fuerte, jacobino y centralista. Si se quiere una o dos consultas (Ortuzar) o seguir como hasta ahora, mejorando el autogobierno (Alonso). O se aspira a conformar una mayoría por el “derecho a decidir” en el próximo Parlamento vasco (PNV, EH Bildu y Elkarrekin Podemos)

De todo esto va (o debería) ir la campaña a la que ya se asoma Euskadi. Y, sobre todo, evitar que esta rentrée se convierta finalmente en un bucle melancólico a la vasca en el que demos vuelta en una noria que por conocida suponga solo reproducir el hastío, el cansancio y el aburrimiento. Y desde el 20 de diciembre, la clase política (toda ella) ha inoculado toneladas de esos ingredientes y de desafección en el cuerpo electoral de este país.

Sin duda, hay partido; probablemente más que nunca en Euskadi, con nuevos actores llamados a poner patas arriba (o no tanto) el tablero político vasco. La ciudadanía vasca se merece que los partidos y sus líderes den lo mejor de sí. Pero queda otro riesgo para el día después: que la sombra de unas terceras elecciones generales contamine el ambiente político vasco después de que se abran las urnas, Urkullu ha negado la mayor en su rentrée y se ha mostrado seguro de que lo que pase en el resto de España “no afectará” a Euskadi y su gobernabilidad. Pero parece difícil que esta comunidad autónoma pueda soslayar lo que el propio lehendakari llama “la gravísima crisis económica, política e institucional que arrastra el Estado”.

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