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“En Pamplona, si me toca un juez muy de derechas dirá que cometí un delito”

Abel Azcona junto a su obra Pederastia

N. Elia

Pamplona —

Asegura que se encuentra bien, a pesar de que el TSJN publicó su imputación en Twitter antes de notificárselo a él o a su abogado. Abel Azcona (Pamplona, 1988), el artista multidisciplinar especializado en performance y arte de acción, con proyectos de contenido político y reivindicativo, se toma “con bastante humor” el hecho de que la Asociación Española de Abogados Cristianos presentase una querella criminal contra él por “profanación” a raíz de su última exposición en Pamplona. La pieza “Amén” incluía unas fotografías de la palabra “pederastia” formada con una serie de hostias consagradas. Los querellantes entienden que el artista incurrió en “un delito reiterado de profanación” al hacerse con dichas hostias consagradas en 242 misas a las que Azcona asistió en Madrid y Pamplona, además de un delito contra los sentimiento religiosos“. El titular del Juzgado de Instrucción número 2 de Pamplona acordó abrir diligencias previas tras la querella.

Aún no tiene en su poder la notificación del juzgado, ni sabe exactamente de qué delitos se le acusan. Lleva protección policial para acudir a determinados actos públicos en Pamplona, aunque dice “estar acostumbrado” porque no es la primera ocasión en la que la necesita. “Sobre todo después de lo del Corán”. (Se refiere a la performance en la que, durante nueve horas, se dedicó a comerse, literalmente, el Corán).

¿Pensó que las reacciones a la exposición iban a llegar tan lejos?

Entiendo las piezas como una herramienta de denuncia social y política, por eso siempre tengo asumido que entrañan un riesgo. Sinceramente, con esta pieza no pensaba que iba a correr ningún riesgo. De hecho, si hubiera sabido que iba a haber tanta repercusión, probablemente no hubiera asistido a la exposición de Pamplona. Con aquellas hostias hicimos muchísimas acciones, los nombres de los niños robados de la clínica San Ramón, performance con palomas… muchas acciones que no hemos hecho públicas, porque tal y como está el clima no es el momento más adecuado. Pero para esta exposición en Pamplona elegimos la acción de la pederastia porque el espacio era muy grande y quisimos llenarlo con otras piezas. Planeamos una exposición pequeña, para que vinieran unas 1.000 personas, gente de izquierdas o afín a mi forma de pensar.

Y ha sido la exposición más visitada de 2015.

Sí. Me gusta que mis piezas sean detonantes colectivos. En esta pieza, hice un proceso performativo que consistió en un consumo de eucaristías y en la transformación de las hostias en la palabra pederastia. Todo lo demás, miles de personas rezando y en procesión hasta la catedral, lo único que hacen es alimentar la pieza.

Pretendía denunciar los casos de pederastia en la Iglesia, pero al final el debate público es sobre si ha cometido usted sacrilegio o no.

Una señora quiso presentar una denuncia porque había secuestrado a Jesucristo. Yo soy una persona educada y prometo que intenté hacer esa pieza desde el respeto. Ellos están enfadados porque usé hostias consagradas, pero para mí no hay nada más sagrado que el cuerpo de un niño. Es cierto que la polémica no habla sobre pederastia, sino sobre sacrilegio. Pero estamos en un Estado aconfesional y con estas protestas se abre el debate sobre el proselitismo que diariamente hace la Iglesia, sobre la educación fundamentalista que da a diario y que consigue una sociedad machista. Yo fui a 242 misas para ver qué educación se recibe en las misas, recogí lo que me ofrecían, que eran las hostias, y después he expresado lo que a mí me surge después de su educación. El señor con boina carlista que fue a la exposición todos los días a denunciar sacrilegio lo único que hace es alimentar la pieza. Yo ocupé sus espacios, las misas, y ellos, de alguna manera, han ocupado ahora el mío. Toda esta gente ha asistido a mi eucaristía personal, ha sido muy interesante verles allí arrodillados y rezando. Además, toda esta gente tiene unas redes de información muy consolidadas y le han dado muchísima bola al asunto. Son un poco como un perro herido. Ahora que por fin parece que se puede dar un cambio social en España, sienten miedo y muerden.

¿Tiene la sensación de que se están endureciendo las medidas contra determinadas expresiones artísticas que abordan temas tabú con una intención ejemplarizante?

Es que sólo pueden salir a atacar las expresiones culturales, porque se les acaban las herramientas para atacar a los partidos políticos. Es lo que ha ocurrido con los titiriteros de Madrid, no entienden la sátira ni la acidez. Emplean contra ello medias absolutamente desproporcionadas, creo que el que debería estar metido en la cárcel es el juez que les ha tenido cinco días entre rejas. Y, ahora que han salido, se les debería resarcir de alguna manera. Es que no hay derecho. ¡Pero si les han quitado hasta las marionetas!

¿Qué previsiones tiene sobre el desarrollo de las querellas por las que le han imputado?

En un estado aconfesional de verdad no debería pasar nada. Porque si yo digo que no tuve ninguna intención de ofender, la pieza no puede ser delito. Mi única intención era criticar la pederastia. Sí que es verdad que en Pamplona hay bastantes posibilidades de que el juez y el fiscal sean muy de derechas y terminen pensando que cometí un delito. Esto es Navarra, y como te enfrentes a un fiscal o a un juez del Opus Dei, te pueden condenar. Y el susto te lo llevas, aunque después otro tribunal lo eche por tierra.

¿La posibilidad de acabar en la cárcel le va a hacer parar sus expresiones artísticas?

En absoluto. Si existe la posibilidad de que acabe condenado a ir a la cárcel es porque ha habido una red judicial ultraconservadora que se ha basado en unos artículos de la Constitución que deberían estar derogados desde hace muchísimos años. Pero si ocurriera, si termino en la cárcel, para mí seguiría siendo parte de la performance y eso ayudaría a que se abriera el debate sobre si queremos de verdad un estado aconfesional. No se dan cuenta, pero eso sería contraproducente para la Iglesia. Porque habría más personas que dejarían de estar indiferentes y pasarían a estar en contra del adoctrinamiento de la Iglesia. Cada vez están más heridos y, al final, me dan un poco de lástima. Lo malo es que esta gente que se siente víctima, al final se vuelven verdugos. Y da miedo.

¿Es esa la evolución que ha sufrido usted? ¿Ha pasado de víctima de abusos sexuales en su infancia a verdugo de la pederastia?

He pasado toda mi infancia y mi adolescencia escuchando que iba a terminar como un delincuente, y siempre he tenido muy claro que yo no quería terminar así. Por eso jamás he tenido una expresión violenta contra nadie. Uso la creatividad como herramienta de catarsis. Mis piezas de denuncia siempre se hacen desde el respeto. ¿Qué mejor herramienta que el arte contemporáneo para hacer una denuncia civilizada y sin violencia? España está cambiando de forma muy rápida. Hace 10 años nadie podía pensar que en Madrid iba a gobernar el 15M o que en Pamplona podía haber un Ayuntamiento de Bildu. Y esta gente reaccionaria está viendo que todo se les va de las manos, ven crecer el sentido crítico de la masa y tienen miedo. Y sólo pueden reaccionar ante cuatro cosas culturales que no tienen más importancia, que si el rey Baltasar es negro, que si los reyes de la cabalgata de Madrid parecen o no magos, que si los títeres de una función tienen una pancarta… En realidad, la exposición y la pieza que han provocado todo esto, podían haberse celebrado perfectamente con un Gobierno y un Ayuntamiento de UPN. De hecho, las aprobó el mismo técnico de cultura, un funcionario que estaba en ese puesto con el Gobierno de UPN y con el Gobierno de ahora.

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