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“San Fermín tiene tantas perspectivas como personas; para mí, es celebrar la vida”

Una imagen de la muestra 'A propósito de San Fermín' / Foto: Guillermo Navarro.

Garikoitz Montañés

Pamplona —

Como pamplonés que ha crecido con los sanfermines, Guillermo Navarro (Pamplona, 1976) siente fascinación por las fiestas, por esos momentos que se comparten con los demás, por las ganas de vivir. Esa felicidad tan elemental asociada a los festejos es la que transmite en las fotografías que componen la muestra ‘A propósito de San Fermín’, que hasta el próximo 27 de agosto se exhibe en el Palacio del Condestable de la capital navarra. Retratos, tradiciones, curiosidades, todas ellas tienen cabida en esta muestra que, pese al derroche de color de las fiestas, es en blanco y negro. Pero para eso también hay una razón. El fotógrafo navarro y estudiante de Filosofía lo explica aquí, junto a sus consejos para entender la esencia de San Fermín.

¿Qué se va a encontrar el visitante de la muestra?

Las fotografías tienen distintos niveles de lectura. Uno, el muy básico, que es si son bonitas o no, si son agradables o no. Y otro, ya para más entendidos en fotografía, que creo que verán otras dimensiones, las ideas que quiero transmitir.

¿Y cuáles son?

Estudio Filosofía [en la Universidad de Navarra] y creo que eso se percibe, que intento comunicar algo con las fotos. Mi fotografía siempre tiene tres ejes, a los que nunca renuncio. El documentalismo, el arte y la filosofía. Yo paso en la mesa de estudio más tiempo que fotografiando.

¿Y cuál es el objetivo de esta exposición?

Si yo me pregunto qué son los sanfermines, la respuesta creo que es que son unas fiestas en honor a San Fermín. Luego me planteo qué son en esas fiestas, en qué consisten, y no me lo hago de una forma periodística, sino que mi interés está en documentar qué creo que es la fiesta. Pasar del momento concreto a la idea universal de la fiesta.

¿Y cómo diría qué es esa fiesta?

Al final hay tantas perspectivas como personas. Para mí se trata de la alegría de celebrar comunitariamente la vida. En un momento histórico en el que se están rompiendo los lazos comunitarios, en el que se ve al ‘otro’ como al enemigo, como diría Sartre, yo me quedo con esas celebraciones en comunidad. No es tanto la juerga como la bebida, la comida, ir a los toros… Ver que, al final, es una gozada celebrar la fiesta al lado de otro. Y que la vida merece la pena celebrarla.

¿Ha sido fácil descubrir esos momentos de comunidad en los sanfermines?

Depende de a dónde vaya uno. Si acudes a la comparsa de Gigantes y Cabezudos, es fácil ver a la gente celebrando la vida, bailando. Es una gozada. Sin embargo, lo pasas mal cuando ves escenas como las que hay en la fuente de Navarrería [donde habitualmente extranjeros se suben para lanzarse desde la parte más alta y, a veces, hay chicos y chicas que se desprenden de la ropa]. Eso no tiene que ver con la celebración, sino con el hedonismo.

¿A usted de dónde le viene esta afición por San Fermín?

Desde pequeño, como todo el mundo que vive aquí, he disfrutado de esta fiesta. Desde que eres niño hasta que empiezas a salir con tu cuadrilla, siempre me lo pasé genial. Y, en 1998, empecé a tomar fotografías. Al final, he acumulado miles. Cada año tomaré unas 1.500.

Habla de la alegría de la fiesta y, sin embargo, sus imágenes no son a color, sino en blanco y negro.

Eso tiene que ver con la tradición del reportaje documental, que siempre ha sido en blanco y negro. Pero, en realidad, también es fruto de las circunstancias. En el 98 no había cámaras digitales, y era difícil tratar bien los tonos a color. Me resultaban pobres. Sin embargo, con el blanco y negro podía darles más contraste, dejarlas más claras, lograr los resultados que buscaba. Ahora, con la tecnología actual, no sé si haría esas fotos a blanco y negro o a color, tendría que planteármelo. Pero sí es cierto que tengo otros trabajos y los hago a color.

Tomar tantas fotografías, ¿no le hace perderse parte de la fiesta?

La vives de otra manera. Al final conoces a los reporteros que están siempre en la calle, disfrutas de cada minuto y de cada suspiro de fiesta, y puedes asistir a los balcones, a los paseíllos, a San Lorenzo. Yo no lo cambiaría por una noche de juerga.

¿Con cuál se queda de todos esos momentos?

Para mí el momento más relevante es el Pobre de Mí. Porque es tristeza por la alegría vivida. Sabes que hasta dentro de un año no se podrá repetir esta maravilla y que vas a volver a tus obligaciones cotidianas, así que se nota esa tristeza pero también esa satisfacción.

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