Todo empezó en el Kursaal donostiarra el 23 de marzo de 2002. Patxi López alcanzaba la secretaría general en un congreso extraordinario forzado por la dimisión del hasta entonces líder del PSE-EE, Nicolás Redondo Terreros. La víspera de su elección en aquel cónclave socialista, un pistolero de ETA asesinó a un concejal socialista de Orio que había bajado a tomar un café a un bar cercano a su casa. Juan Priede, un hombre “sencillo, honrado y de ideales profundos”, tenía preparados los materiales para un congreso al que nunca llegaría. Era uno de los delegados elegido para participar en una cita que cambiaría el partido para siempre y en la que Patxi López enterró la estrategia diseñada por Jaime Mayor Oreja para que el constitucionalismo llegara a Ajuria Enea. Una hoja de ruta en la que Nicolás Redondo Terreros y el PSE se habían convertido en una mera fotocopia de los populares. Las señas de identidad del socialismo vasco se habían difuminado tanto en aquel asalto a Ajuria Enea diseñado para las autonómicas vascas de 2001 que el propio cuerpo militante socialista pidió un giro de timón que Redondo no supo o no quiso ver.
Juan Priede nunca llegó a la cita del Kursaal. Este fin de semana, la localidad guipuzcoana ha honrado su memoria, once años después. Allí estaban sus hijos Ana, Juan Carlos y Javi. Fue un acto sencillo y emotivo.
Un año ha costado colocar la placa de recuerdo en un lugar bien visible en el consistorio y no escondida como estaba hasta ayer. Una iniciativa aprobada a iniciativa del PNV pero que no se había substanciado en su espíritu en estos 365 días desde que se aprobó la moción. Algo menos del tiempo transcurrido desde que ETA anunciara el cese definitivo de su actividad terrorista, en octubre de 2011.
En ese nuevo tiempo político que poco a poco se va abriendo paso en Euskadi, el líder de los socialistas guipuzcoanos, Iñaki Arriola, aprovechó ayer para subrayar el valor de la memoria. Justo un día después de que el pleno de la Cámara vasca aprobara con los votos de PNV, PSE y PP, la resolución que servirá de 'suelo ético' para esta nueva etapa -la de la convivencia entre diferentes-, Arriola destacó que con el acto de Orio se daba “un paso importante para reconocer lo que ocurrió y para mantener la memoria de las víctimas”, algo que calificó de “fundamental” para edificar una sociedad «nueva de convivencia en la que todos podamos convivir como diferentes con distintas ideas». Pero siempre, según ha enfatizado, “recordando la verdad y siendo conscientes de que lo que ha ocurrido para que no vuelva a suceder en el pasado”. Ideas que también apuntó el ex alcalde y actual portavoz del PNV en el Ayuntamiento, Jon Redondo. “No se deben olvidar el pasado y los asesinatos”, subrayó.
Priede no pudo poner su granito de arena en aquel cambio de estrategia y de personas que se forjó a pesar incluso de las maniobras de los dirigentes del PSOE. Entre ellos, el actual secretario general, Alfredo Pérez Rubalcaba; el entonces líder del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, y su brazo derecho, José Blanco. Primero, según confesó mucho después el propio López a la periodista, María Antonia Iglesias, en su libro “Memoria de Euskadi”, intentaron que renunciara en favor de un candidato de consenso. Junto a López, aspiraban a la secretaría general el candidato redondista, Carlos Totorica, y Gemma Zabaleta, una de las caras visibles del socialismo vasquista. Al ver que no podían vencer la firmeza demostrada por López en aquella encerrona en un hotel donostiarra, buscaron por todos los medios evitar que Jesús Egiguren fuese nombrado presidente del partido.
Patxi López se impuso a las presiones, ganó el congreso y cambió de estrategia para llegar a Ajuria Enea. Muchas cosas han cambiado desde entonces. En el congreso socialista de febrero pasado, el ahora debilitado líder del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, aseguró tras la reelección de López al frente del PSE, que Patxi López, será lo que él quiera en el socialismo. Rubalcaba conoce el tirón de López en el resto de España. Sus mítines en las dos ultimas campañas electorales, cuando aun era Lehendakari, eran una bocanada se aire fresco para los socialistas en el resto de España. Una militancia paralizada, huérfana de alegrías y necesitada de un revulsivo. Con ganas de creer de nuevo en alguien.
En el PSE no quieren ni oír hablar de la posible salida de Patxi López hacia Madrid. La oficialidad pone sordina a esa hipótesis. Y el propio interesado reitera una y otra vez cuando es preguntado por el tema que su futuro esta en Euskadi. Pero casi nadie ve al exlehendakari sentado en la Cámara vasca toda la legislatura. Algunos, ni dos años. Y nadie duda de que López, secretario de Relaciones Políticas del PSOE tras el congreso de Sevilla, jugará un papel en la reinvención del PSOE. Y en la próxima Conferencia Política de octubre, que ya pilota el histórico socialista vasco Ramón Jáuregui.
¿Cuál?, ¿Hasta dónde? Aún es pronto para saberlo. Habrá que estar muy atentos a esas claves que muchas veces pasan desapercibidas. Y saber leer entre líneas.
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