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Hablamos poco de Ayuso

Ayuso, a su llegada al consejo de Gobierno celebrado en Leganés, donde había una protesta por los 7.291 mayores fallecidos

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Qué pereza, otro artículo sobre Isabel Díaz Ayuso. Imagino que has visto su nombre en el título y directamente te lo has saltado, empachado de que Ayuso esté mañana, tarde y noche en informativos, portadas, columnas y tertulias. ¿Qué ha hecho esta vez la presidenta madrileña? ¿Qué barbaridad o qué chorrada ha dicho ahora? ¿Qué ha dicho Ayuso en Chile? Ninguna semana sin su escándalo, escandalito o escandalazo por lo que ha hecho o dicho Ayuso, su gobierno, su partido, su jefe de gabinete macarra, su hermano comisionista o su novio defraudador fiscal. Ninguna semana sin Ayuso dando la nota, recibiendo toda la atención, obligando a sus adversarios a hablar de ella. “La última de Ayuso” es ya un género en sí mismo, da igual cuando leas esto: Ayuso hablando de la amnistía, Ayuso hablando del 8 de marzo, Ayuso sobre Gaza, Ayuso y ___________ (escribe ahí la última, que siempre hay una última).

Si además no eres madrileño, la “fatiga ayusista” se vuelve ya pereza infinita y fastidio máximo: ¿es que no pasa nada en el resto de España? Llueve en Madrid y es noticia, nieva en Madrid y parece que es la primera vez que nieva en todo el país, habla la presidenta madrileña y la llevamos a portada. Te entiendo, yo estoy hasta las narices de Ayuso. Y aquí me tienes, escribiendo otra vez de ella. ¿Sabes por qué? Porque, por contradictorio que parezca, pienso que hablamos poco de Ayuso. Muy poco en realidad. O será que hablamos mucho, demasiado, y ese exceso nos impide ver ya nada tras tanto foco, escuchar nada entre tanto ruido, atender a lo importante entre tanta calderilla de polémicas ayusistas.

Estos días, por ejemplo, Ayuso ha copado (otra vez) la conversación mediática, política y supongo que también de calle. A cuenta de su novio comisionista, el pisazo de su novio comisionista, el pisazo doble de su novio comisionista, el pisazo doble de su novio comisionista acusado de delito fiscal, el pisazo doble de su novio comisionista acusado de delito fiscal y en el que vive la presidenta, el pisazo doble de su novio comisionista acusado de delito fiscal y en el que vive la presidenta cuyo jefe de gabinete amenaza a periodistas y difunde bulos… Esa ha sido la secuencia, la bola de nieve que no ha dejado de crecer y que seguirá rodando, porque lo escandaloso del tema lo justifica.

Y mientras hablamos de su novio, su dúplex de lujo, el fraude fiscal o las macarradas de Miguel Ángel Rodríguez, apenas nos hemos fijado en otra “ayusada” de estos días, tanto o más escandalosa que aquella, y mucho más grave en términos humanos: el informe de la Comisión Ciudadana por la Verdad en las Residencias de Madrid. Dan hasta ganas de pensar si no será la propia Ayuso quien filtra los chanchullos de su novio en la misma semana en que se publica el informe sobre las muertes en residencias. No soy tan conspiranoico, es solo que la acumulación y superposición de “últimas de Ayuso” consigue que unas tapen a otras.

Igual ni te has enterado, porque estás tan harto de la presidenta madrileña que ya lees por encima o directamente pasas la página. Pero ahí está el demoledor informe elaborado por una Comisión Ciudadana presidida por alguien del prestigio e independencia de José Antonio Martín Pallín. Si te gusta la literatura de terror, ya tienes lectura para esta Semana Santa. Es realmente terrorífico el relato de los hechos.

En solo dos meses, marzo y abril de 2020, más de 9.000 mayores que vivían en residencias madrileñas murieron. Uno de cada cinco del total de residentes. La inmensa mayoría, 7.291, sin ser trasladados a un hospital porque el gobierno de Ayuso lo impidió con los llamados “protocolos de la vergüenza”. Lo que demuestra la Comisión es que la mayoría podía haberse salvado, pues el 65% de los derivados a hospitales sobrevivieron. No “se morían igual”, como dijo Ayuso en la Asamblea. Como tampoco se morían igual los que tenían seguro privado y sí eran trasladados en ambulancia a hospitales privados, aunque no cumpliesen los requisitos de los protocolos.

El informe detalla el abandono de las residencias, a las que se prometió una medicalización que nunca llegó; el desborde y desesperación de los trabajadores (que hoy siguen en la misma precariedad); la angustia de los familiares, sin información y a veces ni contacto con sus mayores; y lo peor: el atroz sufrimiento de los fallecidos, que en muchos casos agonizaron con dolor, asfixiados, deshidratados, “agarrados a las barandillas de las camas intentando respirar”, sin oxígeno, sin medicación, encerrados en sus habitaciones, solos, sin despedirse de sus familias, que se enteraban por una llamada, recibían informes sin causas de muerte, veían perdidos o confundidos sus objetos personales, y siguen esperando una explicación, que alguien asuma responsabilidades y que se haga justicia. 

Ya digo: hablamos poco de Ayuso. Muy poco.

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En elDiario.es somos conscientes de que publicar noticias como esta no es fácil, que puede haber consecuencias. Al menos ya sabemos a qué nos enfrentamos esta vez. Nos lo han dejado claro y por escrito: “Os vamos a triturar, vais a tener que cerrar”. Las amenazas de Miguel Ángel Rodríguez, la mano derecha de la presidenta de Madrid, no son solo un calentón. No es siquiera la primera vez que recurre a presiones así para evitar que se publique una información.

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