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Mikel Lejarza, 'Lobo', sobre el informe contra Podemos: “No podemos seguir jugando a la guerra de dosieres”

Mikel Lejarza (de espaldas) y el autor de 'El dosier del rey', Fernando Rueda

Pedro Águeda

Suena en un pub de Madrid el teléfono móvil de Fernando Rueda (Madrid, 1960) y el periodista y escritor atiende con familiaridad a su interlocutor. “¿Mikel? Sí, sí… está bien”. Cuelga. “Estaba yendo en coche de un sitio a otro y ahora nos llama desde otro teléfono”, explica Rueda a su entrevistador. La voz al otro lado es la de Mikel Lejarza, o como quiera que se llame el agente infiltrado más célebre en la historia de los servicios secretos en España. Para el gran público, Lobo.

Con permiso del espía, Fernando Rueda acaba de transportar a Mikel Lejarza –es la segunda vez que lo hace- a una trama ficticia en una España muy real, la que vivía una convulsa transición en 1980. El resultado es el El dosier del rey (Roca Editorial), una novela que cuenta el robo en la sede del CESID de un informe sobre el entonces joven monarca, la figura por entonces inmaculada que debía pilotar el proceso político. Mikel Lejarza, Lobo, debe recuperar ese dosier.

Vayamos a la historia real, la de un final de reinado marcado por los errores y la polémica. ¿Ha fallado el CNI protegiendo a Juan Carlos I?

Rueda: Todo eso es opinable. ¿Han fracasado en el tema de Cataluña? Montaron un gran plan en el cual había un montón de cosas: espiar, contraespiar, informar al Gobierno de las cosas que iban a suceder, como es su deber. También una labor de influencia, como hacen todos los servicios secretos: que se hable de determinados temas, animar a gente a hablar… El resultado, ¿demuestra que han fracasado? Yo creo que en parte, sí, pero no todo depende de ellos.

Mikel me dijo que cuando fue a Barcelona a acabar con Terra Lliure, antes de los Juegos de Barcelona y luego se quedó, que consiguieron las pruebas de que Jordi Pujol se había llevado el dinero a Andorra y lo enviaron a Madrid, pero no se quiso utilizar. Había una corrupción tremenda, estaba Mario Conde… ¿Fracasaron? El servicio, no. Dio la información, pero quienes tiene que tomar las decisiones son otros. A esto me refiero con el trabajo respecto al rey. Al final, el monarca es soberano en sus decisiones.

¿Cuál es la relación entre el servicio secreto y el monarca?

Rueda: No existe. No tiene que informar al rey, solo al Gobierno. Sin embargo, no han hecho otra cosa que cuidar del rey, que preocuparse del rey, que garantizar que los problemas que él tenía, resolverlos. Y lo han hecho a lo largo de la historia. Pero una cosa es hacer informes, por ejemplo cuando viaja… y otra en casos como el de Bárbara Rey, intentando solventar la supuesto presión que tenía con el rey. El CNI siempre ha actuado con una mira puesta que había que guardar los intereses más importantes del país. Y entre esos intereses está la figura de la monarquía. Eso lo han hecho siempre. Una de las últimas visitas que hace el rey antes de marcharse es al CNI.

Con esa lógica, quizá deberían haber evitado la publicación de los mensajes de los reyes con López Madrid.los mensajes de los reyes con López Madrid

Rueda: No conozco el tema con detalle, pero por mi experiencia, el CNI siempre ha tratado de intervenir en estas cosas y evitarlas. Ellos están protegiendo la jefatura del Estado, no tanto las personas. Lo que pasa es que no siempre pueden conseguir sus objetivos. Ellos, de alguna forma, lo deberían haber evitado. A veces los servicios secretos no se enteran de todo. Pasa en todos los países.

En su novela, no solo participan agentes internos.

Rueda: Son tiempos en los que la CIA mantiene un control absoluto en España. Los americanos llegaron en 1953 con Franco y, a cambio de acabar con el hambre, tomaron posesión del país en el tema de la guerra fría. España se convirtió en un portaaviones para luchar contra los rusos, los comunistas eran el enemigo común. Llega la transición y todavía es así. La CIA sigue haciendo lo que le da la gana.

En 1971, el general Walters habla con Franco para organizar la transición. Serían palabras más finas, pero le dijo algo así como “te vas a morir y no querrás que vengan los rojos”. Así que montaron una operación para que la CIA y el SECED (antecedente del CNI) controlaran la transición. Estados Unidos quería al príncipe. En este contexto se desarrolla la Operación Compás para evitar que Alfonso de Borbón, que se había casado con la nieta de Franco, fuera el sustituto. En 1980, la CIA seguía controlando todo, daban sobresueldos en efectivo a diversos agentes de la contrainteligencia española y se sabía. Esto ahora sería delito, expulsión, cárcel… Esa es la historia que yo quiero contar con Mikel Lejarza.

Lobo en 2016

Vuelve a sonar el teléfono. “¡Mikel!, sí, te lo paso”. Lejarza no ha perdido el acento vasco. Asegura que su vida nada tiene que ver con aquel joven euskaldun en el que los servicios secretos del régimen vieron un filón para acabar con ETA en los estertores de la dictadura.

¿A qué se dedica hoy Mikel Lejarza?

Lobo: Mi vida es muy diferente a la anterior, a la que se ha escrito. Me muevo en torno a las economías fuertes, a lo que mueve los engranajes de los países. Puede que sea a lo que te conduce la madurez en los servicios de Inteligencia.

¿Sigue trabajando para el espionaje español?

Lobo: Yo siempre trabajo para el Estado de una manera oscura, escondida. Pertenezco a esos agentes que trabajan en una dirección positiva para el Estado, en una maquinaria para el bienestar de la ciudadanía. Pero los que realmente deberían tener el sentido de Estado lo han perdido. Estoy bastante enfadado con la apatía tan grande en la que ha caído la sociedad española. Vivimos un momento desnaturalizado. Es una apatía transmitida por la clase política.

¿Qué le parece que últimamente se esté hablando de “inteligencia” en asuntos como el informe “fantasma” sobre Podemos?informe “fantasma” sobre Podemos?

Lobo: Hay que investigar a todos. Lo que no puede ser es a unos sí y a otros, no. No podemos seguir jugando a la guerra de dosieres. Esto se tiene que acabar. Todos sabemos mucho de todos. Hay que limpiar todo y empezar de cero.

¿Qué le parece que esos informes procedan de la Policía?

Lobo: Cuando hacemos una mención a la Policía Nacional no puede ser en general. Es mucha gente. Hay policías nacionales partidistas y otros que no lo son. El CNI es bastante independiente en todo esto. Con la mano en el pecho, si el CNI quisiera, podría destruir mucho más de lo que se imaginan. A pesar de los pesares, mantiene una línea. Su capacidad es muy grande, pero siempre constructiva. Es uno de los diez mejores servicios de inteligencia del mundo. Esto no es lo de hace 20 años. La dirección ha ido muy bien en los últimos años y sus relaciones con otros servicios es excelente.

¿Cómo se vive desde dentro que no trascienda el papel protagonista del CNI en asuntos, como por ejemplo, el final de ETA?

Lobo: El problema del CNI es que es un servicio muy cerrado, no tiene una oficina de prensa hacia la calle efectiva. Para mí, que estoy en la sombra, el fallo es no saber llegar a la ciudadanía, explicar lo que hace. Ahí tiene un problema muy difícil de solucionar. Por otra parte, la misión del CNI es recabar información de infinitos lugares. Cuando está verificada esa información, mínimo de tres fuentes, se la pasamos a la Policía o a la Guardia Civil.

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