Manuel Vilas dice que la construcción de una modernidad en España no ha terminado

El escritor Manuel Vilas (Barbastro, Huesca, 1962) guarda en la memoria el anhelo que había a mediados de los sesenta de “construir una modernidad en España”, una tarea que, a pesar del tiempo transcurrido, considera que aún “no ha terminado”.

Una modernidad a la que aspiraban las generaciones de jóvenes en un país que salía de una larga dictadura y que estaba anclado en tradiciones que ahogaban y constreñían los deseos de libertad.

Vilas, refleja todo esto en su libro “Wild Side España”, galardonado hace unos días con el Premio Llanes de Viajes 2015 -dotado con 30.000 euros y la publicación de la obra- en el que narra sus viajes para acudir a los conciertos del rockero estadounidense Lou Reed en España, y que salpica con sus recuerdos de lo que era entonces el país.

El propio autor señala, en una entrevista con Efe, que el título, una referencia al popular tema “Walk on the wild side”, alude a aquella juventud de finales de los setenta y principios de los ochenta del pasado siglo, “a la gente que seguía a Lou Reed y que quería vivir de otra forma”.

Para Vilas, el rockero norteamericano fue un “artista genial” cuya música y personalidad no sólo impactaron en la vida de la gente sino que supusieron “una liberación, un punto de vista sobre el mundo completamente nuevo, original y renovador”.

“Mi libro -destaca- refleja cómo tanto Lou Reed y la sociedad española fueron cambiando”, un proceso, añade, del que queda un puñado de canciones.

Pero el libro habla también del paso del tiempo, de la muerte y del fracaso, porque, como el propio escrito sostiene, “todos viajamos hacia la muerte”.

La España de la que habla Vilas en su obra es un país “que salía de una dictadura”, un tiempo “gris” que evoca en su libro con el “deseo de comprender” qué pasó tanto con el propio país como con Lou Reed.

“En mi memoria -añade el escritor- queda que había que construir una modernidad en España, y que esta tarea no ha terminado”.

El libro habla de los viajes en el más amplio de los sentidos y de los efectos y riesgos que originan al viajero, porque, como él mismo afirma, “los viajes los carga el diablo” ya que “el que viaja nunca sabe si regresará”.

Pero para Vilas es mucho más, porque el viaje no sólo “dinamita” el espacio y el tiempo del que viaja sino que, además, es “peligro y conocimiento”.

La propia literatura es un viaje para el escritor, un “espacio de libertad” en el que los límites entre los géneros se rompen y en el que Vilas se libera, porque, subraya, “si no somos libres en la literatura, ¿dónde lo seremos?”.

El autor, que trabaja ahora “en varios frentes” y está siempre “a pie de página”, asegura no saber si es más difícil ser escritor en España que en otros lugares, y se limita a decir al respecto que es “escritor en España” y que afrontará “lo que venga”.

El escritor no entra a hacer valoraciones políticas concretas pero advierte, en alusión al IVA cultural, que “desde luego, grabar con impuestos a la cultura no ayuda a favorecer el desarrollo de un país”.

Al ser inquirido para que eche la vista atrás y recuerde qué le llevó hacia la literatura, Manuel Vilas afirma que “cuesta saberlo”, porque, según explica, “cuesta racionalizar lo que es un instinto, un deseo vehemente, pero escribir fue y es una alegría, y tal vez esa sea la razón, la alegría de vivir”.