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El Parlamento británico rechaza la legalización de la muerte asistida

Vista general de la Cámara de los Comunes durante un debate en el Parlamento. / EFE

EFE

El Parlamento británico ha rechazado este viernes por mayoría una proposición de ley para autorizar la muerte asistida en Inglaterra y Gales, que permitiría a los enfermos terminales recibir ayuda médica para acabar con su vida.

Un total de 330 diputados de todos los partidos votaron en contra de seguir tramitando la llamada Ley de la Muerte Asistida, frente a 118 que estaban a favor, en la primera votación sobre este asunto celebrada en la Cámara de los Comunes, con 650 escaños, desde 1997.

Ese año, el Parlamento rechazó una legislación parecida, si bien desde entonces han aumentado los casos de británicos enfermos que han recurrido a la justicia para reclamar su derecho a morir con dignidad, así como los viajes a clínicas especializadas en el extranjero, como Dignitas en Suiza.

La proposición de ley, que fue revocada en primera lectura tras un intenso debate, había sido introducida a título personal por el laborista Rob Marris, que abogaba por legislar para dar opción a los enfermos terminales a morir con “dignidad”. El texto tumbado facultaba a los médicos a prescribir una dosis letal a los pacientes con una perspectiva de vida de menos de seis meses que lo solicitaran. La supervisión de los casos correría a cargo de dos sanitarios y un juez del Tribunal Superior. Tras su aprobación, el paciente se podría autoadministrar los fármacos -él mismo o personas allegadas- para poner fin a su vida sin dolor.

Según la Ley del suicidio de 1961, actualmente es ilegal en Inglaterra y Gales ayudar o alentar a una persona a acabar con su vida y está penado con hasta 14 años de cárcel. Irlanda del Norte cuenta con una ley similar, mientras que Escocia no tiene una normativa específica, si bien en la práctica una persona puede ser procesada al amparo de la legislación relativa al homicidio.

Antes del debate, el primer ministro británico, David Cameron, expresó sus dudas sobre la necesidad de modificar la ley actual, al igual que el arzobispo de Canterbury, Justin Welby, que instó a los parlamentarios a rechazar la propuesta de Marris. En nombre de varios credos, Welby afirmó hace unos días que, si el proyecto se aprobaba, se crearía una situación en la que el suicidio sería visto como algo que se apoya en lugar de ser considerado “una tragedia”.

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