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The Guardian en español

Estados Unidos planea revivir las polémicas milicias en Afganistán

Soldados afganos en el distrito afgano de Achin en una operación contra ISIS

Sune Engel Rasmussen

Kabul —

Mientras que el gobierno afgano se enfrenta a dificultades para frenar la insurgencia talibán y para revivir las debilitadas fuerzas de seguridad, los militares estadounidenses se inclinan por una solución polémica, conocida por avivar el malestar popular y los abusos: las milicias locales.

Organismos internacionales, la ONU entre ellos, han advertido del peligro de los planes y presionado al presidente afgano para que rechace la propuesta de Estados Unidos. Dicen que las nuevas milicias se parecen a la Policía Local Afgana, una fuerza conocida por sus violaciones graves de los derechos humanos y por desestabilizar pueblos al desautorizar al Gobierno central.

La denominada Fuerza Territorial Militar Nacional Afgana, unas unidades de autodefensa compuestas por hombres reclutados a nivel local y que ejercen en sus propias poblaciones, se probará inicialmente con 1.000 hombres, una vez el presidente afgano Ashraf Ghani apruebe la propuesta, y acabará estando compuesta por unos 20.000 hombres.

Su objetivo, según una propuesta de la OTAN que circula entre las embajadas, será estabilizar las áreas liberadas por las fuerzas de seguridad regulares y establecer el orden y la ley.

Una apuesta arriesgada

Sin embargo, algunos piensan que las fuerzas pueden intensificar rivalidades ya existentes y que será difícil de regular. El Ejército nacional, que supervisará las nuevas fuerzas, ya está marcado por una fuerte falta de liderazgo.

“Cuando ofreces recursos a una comunidad, todos luchan por ellos. Cada líder tribal quiere su parte”, dice Borhan Osman, del Grupo Internacional de Crisis en Afganistán. “Esto podría abrir la puerta a la explotación. Ya tienen disputas”.

La Policía Local Afgana, de formato similar y fundada en 2009, ejerce muchas veces de milicia personal para figuras poderosas que son además quienes seleccionan a sus miembros. En muchos lugares han sido acusados de tortura, extorsión, ejecuciones extrajudiciales y abusos sexuales a niños. Nada de la nueva propuesta sugiere que se vaya a incluir protección adicional contra estos abusos.

Los portavoces militares norteamericanos en Kabul no respondieron a varias peticiones para que dieran su versión.

En la estela de Donald Trump

Fuentes occidentales dicen que las milicias socavan la autoridad del Estado afgano, pero que la política está en la línea de la filosofía de Donald Trump, que ha declarado que Estados Unidos no “está construyendo naciones de nuevo; estamos matando terroristas”.

“Esta [política] es el resultado lógico del discurso de Trump”, dice un diplomático occidental. “Si declaras que estás centrado en matar terroristas, entonces matar se convierte en el centro de tu política”.

Human Rights Watch criticó la expansión de las fuerzas irregulares: “Podría tener consecuencias peligrosas para los civiles”.

Milicias como herramientas de poder

Las pujas por el dinero para la nueva milicia ya han empezado. Uno de los competidores es Gul Agha Sherzai, ministro de Asuntos Fronterizos y Tribales, y poderoso exgobernador de Kandahar y Nangahar. Sherzai está presionando para quitar al Ejército el control de las milicias y crear un nuevo departamento dentro del ministerio para dirigirlo.

En una entrevista, Sherzai dijo que el ministerio asegurará que los grupos armados financiados por el Gobierno sólo dirijan sus armas contra los insurgentes, no contra rivales locales. “Recogeremos las firmas de los ancianos de las tribus”, señala como única garantía.

Como gobernador, Sherzai amasó mucho poder y dinero, y sus ambiciones ilustran cómo los que ostentan al poder conciben los programas de milicias como herramientas de influencia.

“Sherzai se ha inclinado a armar a la gente de su propia tribu después de surgir como uno de los hombres más poderosos del sur después de la caída de los talibanes”, dice Osman.

In Nangarhar, una de las cuatro provincias del este en las que se instalarán las fuerzas territoriales, los líderes tribales que obtendrán beneficios son conocidos por el abuso de poder, según los locales.

“Todos ellos trabajan para su propio beneficio y provocan odio”, dice un residente del inestable distrito de Achin. “La gente les teme porque son fuertes y poderosos, tienen armas, dinero y gente en el Gobierno”.

Algunos de los líderes tribales que se han quedado fuera de la financiación de estas fuerzas ya están protestando. Jalal Pacha, antiguo combatiente talibán convertido en jefe de policía local, dice que dos de los rivales locales escogidos para el programa de milicias están relacionados con los insurgentes. “Les entregan dinero, botas y armas”, dice Pacha, que asegura que sus 60 hombres armados lucharán si las nuevas milicias se enfrentan a él.

Polémicas figuras locales

Haji Zahir Qadir, uno de los hombres más poderosos de Nangarhar, ha formado un “consejo de unidad del este” y ha llamado a los líderes tribales de menor rango a no apoyar las milicias gubernamentales.

Qadir, que dice tener una fortuna de 365 millones de dólares (unos 310 millones de euros), se ha visto salpicado por experimentos de milicias desafortunados. En 2015 sus hombres, asesorados por empresas estadounidenses, decapitaron a cuatro combatientes de ISIS en Achin y exhibieron sus cabezas.

El 9 de septiembre, la OTAN presentó por primera vez la idea de ejércitos territoriales a los donantes internacionales en Kabul, tras un viaje a Nueva Delhi para estudiar el Ejército Territorial Indio, que también ha sido perseguido por acusaciones de abusos.

Según fuentes familiarizadas con la reunión, embajadores europeos supieron del programa por primera vez cuando mandos militares de la OTAN intentaron obtener financiación.

“A los embajadores les sorprendió que la OTAN les informara sobre el nuevo programa de milicias sólo cuando la propuesta estaba ya sobre la mesa del presidente Ghani esperando su aprobación”, dice una fuente oficial.

Con recelo por la historia que arrastran las milicias afganas, la ONU y los países europeos se han mostrado contrarios a la propuesta y han disuadido de su aprobación al presidente.

El implantamiento se ha pospuesto ahora hasta después de las elecciones parlamentarias de 2018, y será financiado por el Mando de Transición de Seguridad Combinado-Afganistán (CSTC-A por sus siglas en inglés).

A pesar de las críticas, para el presidente Ghani hay un claro atractivo en las milicias, que aportan una opción asequible para renovar las fuerzas de seguridad, que están disminuyendo a causa del alto índice de deserciones y de bajas.

“El presidente Ghani está aceptando cualquier cosa llegado a este punto”, dice Osman.

Información adicional de Ghulamullah Habibi.

Traducido por Marina Leiva

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