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The Guardian en español

Jamie Shupe: la primera persona de EEUU sin género legal masculino o femenino

A sus 52 años, Jamie Shupe acaba de recibir legalmente la primera clasificación de género no binaria en Estados Unidos.

Lauren Dake

Portland (EEUU) —

Cuando una jueza de Oregon declaró que Jamie Shupe podía evitar la designación de género masculino o femenino, Shupe se sintió libre. “Me han devuelto mi vida”, dijo. “No soy un hombre. No soy una mujer”.

Shupe parece ser la primera persona en Estados Unidos que ha conseguido una clasificación de género no binaria, según Hayley Gorenberg, subdirectora jurídica de Lambda Legal, una organización de Nueva York por los derechos LGTB. “Las clasificaciones clásicas de género no encajan en todas las personas”, explica Gorenberg, que considera el logro significativo porque ayuda a los ciudadanos a “existir sin etiquetas que no los describen con exactitud”.

En una reunión reciente de un grupo de apoyo en Portland, donde vive Shupe, una joven le dio las gracias entre lágrimas por ampliar la conversación sobre las clasificaciones de género. Shupe, antiguo sargento del Ejército a quien se asignó el género masculino al nacer y se le etiquetó como mujer en los documentos de que certificaban su salida del Ejército, dijo a esa mujer: “No solo he hecho esto para mí”.

Shupe, que prefiere en inglés el pronombre they (sin atribución de género, al contrario que he she), creció en el sur de Maryland, en una familia con ocho hijos. Recuerda sentir marginación, que le regañaran por actuar como una “nenaza” y sin ningún rol de género, con dificultades para expresar sentimientos de un desequilibrio de género. A los 49 años, cuando se había retirado del Ejército, casado con una mujer y tenido una hija, Shupe empezó a derrumbarse.

“Sentía que estaba a punto de saltar por los aires”, cuenta, “como si me hubieran atrapado”. Con el apoyo de su esposa, Shupe se mudó a una recóndita cabaña en el bosque y empezó a tomar hormonas. “Asumí que era una mujer transgénero. Mi pensamiento era: bueno, no soy un hombre”, explica.

Sandy Shupe explica que la transición fue difícil en algunos momentos. “Es la persona con la que he pasado la mayor parte de mi vida adulta”, expresa. “Tenemos una hija en común. Siempre he querido que estemos juntos hasta el final. Es lo que sigo pensando. Cuando amas a alguien, quieres que esté en paz consigo”.

Después, Shupe se dio cuenta de que la clasificación femenina tampoco le hacía sentir bien. “Ninguna cantidad de hormonas me hará parecer una mujer”, explica Shupe mientras se quita un pañuelo para revelar su cabeza calva. No tiene intención de operarse.

“Ahora, ¿le digo de repente a mi mujer que soy lo mismo que ella? No me parecía que tuviese sentido. No tenía el complejo conocimiento que tengo ahora de que puedo ser otras cosas”. Shupe quería otra opción, una tercera clasificación, y encontró un aliado en el abogado de Portland Lake Perriguey.

“Conocía lo suficiente la ley para saber que no hay exclusión, no es una legislación complicada”, cuenta Perriguey. “Son dos líneas. La gente cambia de nombre. El proceso para cambiar tu identidad sexual es el mismo que para cambiar de nombre”. Perriguey confiesa que al principio no fue consciente de la importancia histórica del caso: “Al no ser una persona con experiencia transgénero, no me di cuenta de cómo se podía restringir el límite legal a tu identidad de género”.

Shupe entendió que hay más personas con luchas similares y sintió la obligación de llevar su caso a los tribunales, preparándose para una lucha interminable. Sin embargo, su petición fue aceptada con rapidez.

La jueza Amy Holmes, del condado de Multnomah, aprobó su solicitud la semana pasada. “El sexo de Jamie Shupe queda modificado de femenino a no binario. La notificación de este cambio legal se publicará en un lugar público del condado de Multnomah, tal y como requiere la ley”.

La factura del proceso legal costó a Shupe 1.056 dólares (unos 940 euros). Ahora, a sus 52 años, dice que el cambio “me da un lugar en el que existir”.

Traducción de Jaime Sevilla Lorenzo

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