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Delitos que salen políticamente gratis

Carlos Fabra y Mariano Rajoy en un mitin del PP en Castellón en 2009. Foto: Domenech Castelló / Efe

José María Calleja

Mientras se difundía la sentencia que condena a Carlos Fabra a cuatro años de cárcel por robar a los españoles que pagan a Hacienda, Mariano Rajoy enhebraba cansinos piropos a Alberto Fabra, aupado a la presidencia de la Generalitat Valenciana después de ser señalado por ese cacique que hace aeropuertos sin aviones y al que le toca la lotería incluso cuando no la juega.

Después de diez años, diez, y nueve jueces, nueve, con la martingala de la presunción de inocencia, resulta que cuando hay una condena de cuatro años de cárcel por robar a la Hacienda pública española, desde el PP se nos dice que hay que seguir esperando una sentencia firme y que, en cualquier caso, Fabra no les suena mucho como militante del PP.

Fabra forma parte de la triada piropeada por Rajoy hasta el ditirambo. Del expresidente de la Diputación de Castellón dijo Rajoy que era un “ciudadano y un político ejemplar”; como le dijo a Camps que siempre estaría “delante, detrás y a tu lado”; o a Jaume Matas, que quería para España el Gobierno que el multiprocesado había creado en Baleares, ya saben, comisiones por obras faraónicas chapuceramente hechas, palacetes con escobilla de váter a 300 euros, dinero para Urdangarin y la Infanta, y euros para pagar a periodistas que le escribían los discursos y luego los elogiaban en medios subvencionados.

Pero no tienen nada por lo que preocuparse en el PP. El repertorio de corrupciones demostradas, como el catálogo de imputaciones –suena mucho el grupo parlamentario de los imputados en Valencia como futura primera fuerza política–, como las múltiples variedades de dinero negro, contabilidad paralela y tesoreros igualmente piropeados, no hará que nadie dimita.

Pensamiento Floriano se ha quedado a un palmo de batir el récord mundial de la rueda de prensa de Cospedal, más o menos diferida, indemnizada y fragmentada. Ha dicho Floriano, respecto al auto en el que el juez Ruz ve contabilidad paralela en el PP: es que “hay indicios de, a nivel indiciario, entiende [Ruz] que puede haber una presunta, que existe la posibilidad de una presunta, a efectos indiciarios, existe la posibilidad de una presunta corriente, que no sé qué, no sé cuántos”.

Se refería Floriano, con esa transparencia tan cristalina como fluida que le caracteriza en la elaboración de sus mentiras, a la contabilidad en B del PP, que hasta el juez Ruz ha detectado. Tampoco habrá consecuencias por este penúltimo galimatías. Nos hemos instalado en el gratis total de responsabilidades políticas por graves que sean los evidentes delitos, y de la misma forma que Rajoy no cambiará ni un ministro, tampoco asumirá la más leve responsabilidad por mentir de forma reiterada, por negar la existencia de una contabilidad paralela en el PP, que hasta el nada hiperactivo juez Ruz ha detectado.

Los palmeros mediáticos seguirán viendo en Rajoy a un gran timonel, luz de donde el sol la toma, seguirá el afán por convertir a un sujeto indolente en un personaje que maneja los tiempos y tendremos cuatro años de Gobierno que acabarán dejando el país como una escombrera económica, política y moral.

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