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La cámara criónica del PP

Rosa María Artal

Algo sospechamos –no todos, bien es verdad- al escuchar a Mariano Rajoy hablar de El Tato, un personaje muy de moda en España en torno a los años 40 y 50 del siglo XX. Muchas más pistas dio al hacer prolijas en su vocabulario frases tan arcaicas como “de matute”, “escurrir el bulto”, “¿de qué sirve cambiar la peana sin cambiar el santo, una imagen vale más que mil palabrasna imagen vale más que mil palabras“, o ”todo el mundo“. Expresión, esta última, utilizada por Ortega y Gasset en 1930 para definir características del hombre-masa, vehemente defensor de la mediocridad.

Mariano Rajoy, todo el PP en realidad, parece residir en una cámara de enfriamiento profundo, mal llamada de criogenización. La técnica se denomina en realidad Criónica y su acción criopreservar, un proceso por el cuál se congelan células, tejidos o cuerpos enteros a temperaturas de entre y (el punto de ebullición del nitrógeno líquido) con el fin de reanimarlos cuando los avances científicos permitan devolverlos a la vida curadas sus dolencias fatales.

La medicina acepta que la memoria, la personalidad y la identidad se encuentran almacenadas en la estructura y la química cerebrales y que, en efecto, la actividad cerebral puede detenerse y después reactivarse bajo determinadas circunstancias. Lo que no saben aún es cómo llevarlo a cabo con garantías. La literatura y el cine se han sentido fascinados por la posibilidad de guardar personas congeladas que vuelven a la vida en un momento determinado. Y, evidentemente, en el Partido Popular español pueden encontrar un ejemplo empírico. No se explicaría de otra manera su actitud.

La derecha patria lleva viviendo en ese bunker criónico desde hace siglos. Se descongelan un rato, salen, hablan y vuelven a entrar al útero helado que les conserva. En períodos de sequía de poder apenas irrumpen hacia el exterior sino para hacer patente que siguen existiendo. No sin dar pistas como digo. Allí han nacido sus hijos y sus nietos por generaciones, quienes hacen sus debidas incursiones para prepararse para mejores tiempos: cuando consiguen el mando e intentan reproducir el mundo que conocen y les es querido. No es extraño por tanto su aire momificado o sus tics y muecas fruto indeseado de la endogamia.

Beben de los ilustres congelados a su diestra y siniestra. Desde Don Pelayo e Isabel a Franco y “Doña Carmen”, pasando por Torquemada o Pilar Primo de Rivera, y muchos otros. De ahí que también viésemos a la hoy vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría insultar a Zapatero en el Congreso con versos del Tenorio de Zorrilla, anunciando que iba a hacer “una cita culta”. No han visto otra cosa las criaturas. Los años, la civilización y el progreso han pasado por sus vidas como un rayo de sol por el cristal sin romperlo, ni mancharlo.

Por eso también salieron en tromba al conseguir la mayoría absoluta en 2011, gritando “Gibraltar español”, “nación española”, “toros, sí”,“aborto culpable”. Salieron del bunker y… del armario donde se dejaron el disfraz de cordero centrista del que presumían. Aunque evidentemente siguen utilizando el bunker de retiro espiritual y conservador de las esencias algunas horas al día. Solo así puede mantenerse recio el espíritu que les alienta y contrarrestar el aire fresco de la vida.

En año y medio han conseguido transformar España: la han devuelto a los tiempos que añoraban. A las desigualdades sociales acentuadas. A las estampas de las castas privilegiadas y el hambre de la plebe a las que rezan al descongelarse temprano por la mañana antes de acudir a la misa diaria. A la supresión de los derechos en educación y al adoctrinamiento en el fervor religioso católico. Al ladrillo y a la salud como fuente de ingresos a particulares. Sueñan ya con la beneficencia para quien no pueda pagarse la sanidad privatizada y encarecida. Subida de tributos para costear cruzadas: la del dios del dinero (como en realidad fue siempre). Expurgación de sus bienes y derechos al pueblo llano, autoridad, mucha autoridad, y austeridad, mucha austeridad, aunque solo para la chusma del sistema (casi todos). E impunidad de la corrupción a gran altura. Como toda la vida, como dios manda.

Aunque empiezo a sospechar que, en realidad, las cámaras criogénicas proliferan en buena parte de los partidos. Es evidente que el socialista Rubalcaba y su cúpula también hacen ejercicios espirituales en similar o el mismo bunker pactado. Los nacionalistas conservadores muestran parejos síntomas. Y lo mismo sindicatos, y organizaciones empresariales y profesionales. Se podría decir que -con esforzadas excepiones- existe un inmenso refrigerador de uso común en buena parte de la sociedad española, que petrifica en hielo, que ya ni mantiene constantes vitales.

La avaricia rompe el saco, deberían recordar. El gobierno acaba de crear un nuevo impuesto que afectará a aparatos como los de aire acondicionado, extintores y neveras, entre otros. A buen entendedor, pocas palabras bastan. ¿Cómo se podía consentir que habiendo de dónde sacar más dinero, la plebe estuviera fresca en verano como lo están ellos? Buscar la sombra (mejor arrimados a un buen árbol), los castizos abanicos, los españolísimos botijos. ¿Para qué quieren más? Ay, pero en el pecado llevan la penitencia. Como en todos los sectores que están masacrando, las factorías dejaran de fabricar neveras y aires acondicionados para tan poco usuario. Quebrará la industria del frío. Y se les descongelará la cámara, ellos mismos se derretirán, quedando un patético esqueleto de caspa rancia como el tocino viejo. Y a ver si así y al calor del verano español, puede volver a salir un sol esplendoroso y lleno de energía para todos. Esperemos que esto por fin funcione, porque de otra manera...

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