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Nunca podrán probar

El líder del PP, Mariano Rajoy, durante la rueda de prensa que ofreció en 2009 tras la reunión de urgencia en el inicio de la investigación de la Gürtel.

Jesús Cintora

Querrían que lo olvidáramos, pero no deberíamos olvidarlo. Ahora que Rajoy sigue de presidente, que dice que respeta las actuaciones judiciales y niega que obstaculice el trabajo de los jueces y fiscales. Ahora que se reabre la causa de la caja B del PP. Sí, la del partido del Gobierno en España, que sigue imputado y con las acusaciones de destruir pruebas, de financiarse irregularmente, de pagar y cobrar en negro y de recibir comisiones de constructoras a cambio de obra pública pagada por todos.

Para Mariano Rajoy, decir ahora que no cuestiona las decisiones de los jueces sirve igual para Urdangarin, que para Rato o Bárcenas. Por eso, conviene recordar aquella imagen de 2009, cuando el líder del Partido Popular apareció rodeado de su Comité Ejecutivo para decir que la Gürtel “no es una trama del PP, sino contra el PP”. Cinco días antes, Baltasar Garzón había ordenado la primera gran redada del caso. Al juez lo pusieron en el disparadero. Rajoy llegó a presidente de España, Garzón terminó apartado de la carrera judicial.

Han pasado más de ocho años desde que Rajoy nos dijo aquello de “nunca podrán probar” y seguimos esperando justicia. Lo peor es que en la sociedad española ha calado profundamente que no la habrá, que hay una doble vara de medir y que Garzón es una víctima más en el camino, como antes lo han sido otros por ir contra la corrupción. Se asume que los peces gordos se van de rositas o que, a la sumo, algunos reciben un castigo menor.

Hay que respetar los tiempos judiciales y nadie debe tomarse la justicia por su mano, pero también clama al cielo el retraso en determinadas causas y cómo gobierna España un partido que, en vez de colaborar, ha ido poniendo trabas a las investigaciones anticorrupción. Hay jueces y fiscales apartados, recursos, recusaciones, dilaciones varias, destrucción de pruebas… Y ya tal.

Por aquellos tiempos de 2009, Rajoy acababa de ascender a Bárcenas de gerente a tesorero. Varios implicados han reconocido que corrían los sobres por Génova, las comisiones ilegales, los viajes con gastos pagados y los coches de alta gama. Seguimos sin saber dónde está el dinero y no se han juzgado las entregas de billetes que constan en “los papeles” o en “la llamada contabilidad B” con Mariano entre los presuntos receptores.

Ahora que Rajoy ha seguido en el Gobierno gracias a un pacto anticorrupción que incumple, ahora que el presidente niega que ponga trabas a los tribunales, recordemos de nuevo aquella foto con Camps, Aguirre, Trillo, Mato y toda la plana mayor. Era cuando el PP se declaraba víctima de un juez y Cospedal denunciaba que había “un Estado policial”. Pasan los años y, para entender lo que ocurre ahora, conviene no olvidar lo que algunos ya hacían entonces. Seguimos esperando justicia y la espera parece tan razonable como aquella explicación de Mariano con Merkel al lado: “No es cierto, salvo alguna cosa o, dicho de otra manera, es total y absolutamente falso”.

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