Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

'Camino y esperanza': un padre de Sevilla proyecta una fundación para ayudar a jóvenes y familias ante “la enfermedad del suicidio”

Foto: Doodleroy

Javier Ramajo

0

Cada cuarenta segundos muere una persona en el mundo por suicidio, una de las principales causas de muerte en el grupo de edad de 15 a 29 años. Un total de 3.539 personas se quitaron la vida en 2018 en España. Cifras hay muchas pero no demasiadas veces testimonios que aborden el tema desde la experiencia propia. Es el caso de Manuel Coll que, tras una docena de intentos de suicidio por parte de su hija, de unos 20 años, ha decidido iniciar el proyecto de su vida, como él dice: una fundación de ámbito regional o nacional, que ya tiene nombre previsto (Camino y esperanza), que ayude a combatir el Trastorno Límite de la Personalidad (TLP), un patrón persistente de inestabilidad en las relaciones interpersonales, afecto y autoimagen con escaso control de impulsos, y que también se le conoce como “la enfermedad del suicidio”.

Manuel lleva cinco años de lucha desesperada por tratar a su hija. “Los familiares vivimos cada día y cada noche con desesperación, con la impotencia y con el durísimo pensamiento de '¿será hoy cuando me diga adiós?'. Los padres no estamos hechos para perder a nuestros hijos”, explica en una carta que está difundiendo para dar a conocer el TLP y “que se pueda diagnosticar de manera precoz y no a partir de los 18 años, cuando ya está totalmente arraigado”. Según una publicación del Servicio Andaluz de 2012, el TLP “tiene una alta prevalencia y, en los casos más graves, provoca altos niveles de sufrimiento personal y familiar, presentando además necesidades asistenciales sanitarias y sociales muy específicas”.

Alejandro Parreño, concursante de Operación Triunfo, daba a conocer en septiembre la muerte de su hermana, cuyo TLP “pudo con ella”. “Hay mucha muerte en este trastorno y mucho dolor, y se ha dejado por parte de las autoridades, tanto este trastorno como la prevención del suicidio, y con esto del Covid se están dejando tanto esta como otras enfermedades de lado, pero el suicidio está ahí, antes, durante y después del coronavirus”, señala Manuel. “Mi hija Marta está en indefensión porque no se están cumpliendo los protocolos sanitarios”, denuncia, y pone como ejemplo que, habiendo comunicado un intento de quitarse la vida en febrero pasado, pese a que el protocolo [de proceso asistencial ante un trastorno mental grave] dice que tras un intento de suicidio o ingreso en urgencias por autolesión su psiquiatra de cabecera tiene que ver al paciente entre 24 y 72 horas siguientes, a su hija le dieron cita para cuatro meses y medio después. “Su psiquiatra la ha visto dos veces en un año. En medio, tres intentos de suicidio, un ingreso en la unidad de agudos, varias urgencias por autolesiones y ataques de ansiedad”, lamenta. También denuncia que “en el sistema público nos han dicho que como ella está siendo vista por un psiquiatra privado no puede tener asistencia pública, habiendo tenido que acudir a los privado por indefensión en lo público”.

“Encontrar la paz en la muerte”

“Ellos ansían vivir pero buscan encontrar la paz en la muerte. Es tanto el dolor mental que sufren, que el dolor físico les alivia el mismo y algunos llegan a automutilarse”, señala este padre. Según explica tras documentarse durante estos años, “el TLP se descubrió a finales de los años 80 y es un compendio de enfermedades mentales, todas unidas entre sí, con distintos picos de importancia a lo largo del día dentro de su mente. Pueden tener en un solo día estados ansiolíticos, depresivos, psicóticos, ataques epilépticos, ataques psicóticos agresivos contra ellos mismos primero y luego como contra las personas que le rodean sin quererlo”, indica.

Según explica, “muchos niños no diagnosticados (el 100%) reciben reprimendas de los padres, incluso malos tratos, por desconocer que algunas de sus reacciones son debidas a ese trastorno y no a que sean niños con mal carácter, respondones, manipuladores, egoístas o consentidos. ¿Qué les pasa entonces? Que se sienten abandonados, incomprendidos en todos los ámbitos sociales, amigos del colegio, primos, padres, profesores y, por ello, se aíslan e incluso reciben bullying social o escolar o mobbing familiar”. “Reciben incomprensión por estar enfermos, son aislados y abandonados por estar enfermos. Sufren malos tratos o han tenido algún tipo de hecho traumático en la infancia que, si no existe para que se libere 'el bicho' y sus entornos son estables, no se desarrollará”.

A su juicio, con una fundación se evitarían muchos casos de violencia intrafamiliar y muchas muertes de jóvenes, porque otras personas ya adultas con TLP “intentaremos que rehagan sus vidas”. Manuel afirma que, a través de las redes sociales, han contactado con él personas de toda España, jóvenes con TLP, familiares de pacientes, otros que han perdido a sus hijos por suicidio tras años de desesperación intentando que se agarraran a la vida y que la sociedad y la sanidad les diera una oportunidad. La fundación, según el diseño que ha previsto, tendría una empresa de formación y servicios para la integración, social, educativa y laboral de niños y jóvenes con TLP; un gabinete jurídico propio para defender los derechos de los pacientes y sus familiares; terapias grupales e individuales de seguimiento; estancias en unidades de día que a su vez sirvan de orientación y estudio del trastorno, entre otros objetivos.

Etiquetas
stats