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Con el carrito de los helados
Si uno se dedica a la venta de helados casi todo el mundo lo nota, entre otras cosas, porque tu principal herramienta profesional, el carrito, es muy difícil de esconder.
En su primera ocasión en la tribuna del Congreso de los Diputados, un Felipe González, después de ser apoyado por la inmensa mayoría de los votantes, de manera vibrante y patriótica, dejó claro su propósito de “reintegrar al territorio nacional a Gibraltar”, de la que dijo que su “actual situación colonial atenta a la integridad del territorio nacional y menoscaba la posición internacional y estratégica de España”.
Corría el año triunfal de 1982, sin embargo, tres años después, en junio de 1985, firmaba solemnemente en el Palacio Real de Madrid, el Acta de Adhesión del Reino de España a las entonces Comunidades Europeas, para exitosamente incorporarnos a Europa, en enero del año siguiente de 1986. Aquella firma llevaba aparejada la aceptación española del estatus del que ya gozaba Gibraltar, un “territorio europeo cuyas relaciones exteriores asume un estado miembro” que no podía ser otro que el Reino Unido. Naturalmente que hubo un almibarado canje de notas entre los representantes diplomáticos de ambos reinos, España y Reino Unido, dejando sus posiciones históricas intactas.
Hace unos días, la Oficina de Información del Gobierno de Gibraltar emitía una nota en la que se daba cuenta de la recepción y almuerzo ofrecido por su ministro principal, Fabian Picardo, en el número 6 de Convent Place, sede del Gobierno, al Consejo de Administración de Boluda Towage Corporación, una naviera española, que invertía otra vez en la Roca, esta vez con la puesta en funcionamiento del remolcador VB Responder. La misma nota, en un punto y aparte, se hacía eco de la presencia entre los agasajados del expresidente del Gobierno español y ex secretario general del PSOE, Felipe González.
¿Qué hacía Felipe González en Gibraltar en el momento en el que se discute el acuerdo - en paréntesis por las elecciones anticipadas en el Reino Unido- para un nuevo estatus de Gibraltar con la UE tras el Brexit? Pues está muy claro, Felipe González no estaba para celebrarlo, sería un éxito, ni para apoyar al Gobierno del España, estaba en su condición de consejero independiente del consejo de administración de la citada compañía naviera, a lo suyo.
Está claro que a González le importa ya muy poco si Gibraltar forma o no parte de la integridad territorial española, lo que le importa es la naviera. Todos tenemos derecho a cambiar nuestras opiniones y ganarnos la vida honradamente, él no iba a ser menos, como tampoco su correligionario Gerhard Schröeder, otrora canciller alemán y jefe de la socialdemocracia alemana, que ha acabado en una empresa gasística de la Rusia de Putin y que, al contrario que González, entre sus preferencias no está morir apuñalado en el metro de Nueva York.
En esta crisis de la democracia, de confianza en la política y los políticos, la gente reina y reina, y hasta piensa p’atras que diría un yanito. Si un político hace esto ahora ¿qué no estaría haciendo antes? ¿Es más creíble ahora que en otros tiempos? Felipe González, ahora, incluso dice, en plena tormenta y avisos de inclemencias de la extrema derecha, que Giorgia Meloni da estabilidad a Italia. ¿Para quién trabaja ahora González? ¿Acabará la actual dirigencia socialista pensando de forma tan brutalmente diferente con el paso de los años? Son preguntas cuya respuesta inmediata forma parte de la necesaria armadura democrática de la gente.
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