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No disparen al candidato
El término “candidato a palos” empieza a cobrar un nuevo sentido en la figura de José Luis Sanz. El nuevo frenazo impuesto por la dirección del PP al proceso de sucesión en Andalucía es la enésima humillación que padece el estoico alcalde de Tomares. Y también el último capítulo de ese 'manual para perder unas elecciones' que con tanto empeño parecen escribir los populares andaluces desde su frustrada victoria en las autonómicas de 2012.
La situación de Sanz roza ya lo patético, hasta el punto de que hay quien se pregunta si, a estas alturas, una retirada a tiempo no sería su única victoria posible. Antes incluso de haber sido nombrado candidato -y eso está por ver- el que todavía llaman “el favorito” está ya achicharrado por el fuego amigo ante la impasible mirada de Rajoy. ¿Puede el partido más votado de Andalucía cambiar a un presidente que nunca quiso serlo por otro al que casi nadie quiere, cuyo nombre suena ya un poco a gafe? Pero, si no es Sanz, ¿podrá quien le sustituya -llámese Nieto- superar la etiqueta de candidato por descarte?
Cierto es que la figura de Sanz nunca despertó entusiasmos dentro del partido -serio y buen gestor, aunque de perfil gris y ningún carisma- , pero existía la esperanza de que generara un cierto consenso. La impresión ahora es de que todo era un espejismo, un falso oasis en la travesía del desierto por la que atraviesa el PP en Andalucía. Una tapadera bajo la cual se desarrolla una dura pugna entre Cospedal y Javier Arenas en la que Andalucía es un campo de batalla más: la verdadera guerra se libra por el poder en la calle Génova. Acostumbrados a los viejos tiempos de la disciplina férrea, el discurso monolítico y los cuadernos azules, los dirigentes del PP no son especialmente hábiles gestionando el ruido interno y se muestran descolocados ante unas tensiones que están siendo retransmitidas casi en directo.
Lo más grave del espectáculo esperpéntico que está dando el PP no es que no hayan encontrado todavía a un candidato solvente para pelear por la Presidencia de la Junta frente a Susana Díaz, sino que parece que en realidad no lo están buscando. Que han dado por perdidas las elecciones en Andalucía y que lo que está en liza es el reparto interno del poder. Arenas, con más vidas políticas que un gato, nunca ha soltado del todo las riendas en su feudo del sur. Bajo su sombra se agotó la energética Teófila Martínez y bajo ella ha sesteado Juan Ignacio Zoido, entregado a la interpretación del papel protagonista de 'El hombre que nunca estuvo allí'.
Zoido firmó mentalmente su carta de renuncia el mismo día que fue elegido presidente del PP. Su vocación es la micropolítica sevillana y nunca se ha molestado en disimular que el resto de Andalucía le interesa más bien poco. Pero su evidente falta de capacidad de influencia en el proceso de sucesión puede debilitarle también como alcalde. Cometió el error de pensar que el relevo sería fácil y rápido, pero no está siendo ni una cosa ni la otra. Como en el dicho, los populares andaluces llevan año y medio pendientes del dedo de Rajoy cuando tenían que estar mirando a la luna. Y ese dedo, por segunda vez en menos de tres meses, les ha dedicado una rotunda peineta.
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