Cuando eres un nadie, dueña de nada, cuando solo te identifican con un número, un código, un expediente, una solicitud… Cuando no tienes para pagar el autobús, la nevera está vacía, la cuenta bancaria en números rojos o directamente careces de ella, cuando no paran de llamarte del banco porque debes tres meses de hipoteca, cuando el cartero golpea tu puerta para entregarte una carta de corte de suministro. Cuando la vida se hace pandemia y te tienes que confinar en una chabola, cuando llueve y hace frío, cuando tu vida se reduce a un cementerio como en el Vacie (1), cuando sobrevives por la caridad de otras personas... Cuando nadie te ve, cuando la calle es tu trinchera y un banco tu descanso, cuando la indiferencia se hace mirada, cuando vales menos que los escombros.
Esta es la realidad, triste y dura realidad, a la que se enfrentan a diario cientos de personas en la ciudad de Sevilla, al igual que en otras muchas poblaciones de Andalucía. La pobreza, la exclusión y el abandono es el pan nuestro de cada día, donde tienes que demostrar continuamente tu estado de penuria, justificando ante los Servicios Sociales tu situación de pobre, pobre con papeles, donde tienes que contar tu fracaso todos los días para mendigar ayuda; bajar la cabeza, mostrarte como una fracasada, incapaz de poder llevar alimentos a tu familia. Demostrar constantemente que eres honrada, justificando los pocos ingresos que entran en la casa para que vean que no tiras el dinero, guardar los tickets y llevarlos a las citas en los despachos para probar con papeles que no engañas, cuando consigues después de muchos intentos que te atiendan. Y si te pasa todo esto, entonces, siéntete afortunada por estar dentro del sistema de protección social. Tienes suerte. Estás dentro de este inútil e indigno sistema de ayudas, subsidios, rentas e ingresos mínimos.
La situación de los barrios más empobrecidos es devastadora, la crisis sanitaria no ha hecho más que aumentar la maltrecha situación de precariedad y pobreza a la que ya estaban acostumbrados. La casi inexistente atención presencial te relega a la muy deficiente atención telefónica, a la que debes dedicar parte del tiempo que necesitas para buscarte la vida.
La suspensión de los medios de vida (mercadillos, venta ambulante, pérdida de empleos precarios, etc.) y el confinamiento ha generado una falta de recursos jamás vivida, produciéndose una emergencia alimentaria propia de tiempos de postguerra.
Las políticas públicas de protección social han fracasado. No interesa acabar con la pobreza, sale más rentable esconderla y acordonarla. De hecho, los datos sobre pobreza y niveles de exclusión social no hacen más que aumentar. El análisis es simple, las medidas de protección no funcionan. Pero la pregunta sería, ¿interesa que funcionen?
Todo se sustenta en la propaganda, generar una falsa idea de estado de bienestar, con erráticas y raquíticas medidas de protección social como, por ejemplo, el Ingreso Mínimo Vital (2) o Renta Mínima de Inserción Andaluza (3) y venderlas a bombo y platillo. Propaganda que la extrema derecha, irreflexiva e insolidaria, critica sin tapujo alguno.
Para enfrentar realmente este problema, desde APDHA entendemos que la medida más simple y fácil sigue siendo el establecimiento de la Renta Básica Universal Incondicional. Con ello, se garantizarían los ingresos mínimos para todas las personas que la soliciten, sin trabas burocráticas, financiada con un impuesto extraordinario a las grandes fortunas, las grandes empresas y sus beneficios. Así como, paralelamente, promover el trabajo garantizado en condiciones dignas y el reparto de las horas trabajadas.
Notas
(1) El Vacie es el asentamiento chabolista más antiguo de Europa, que está situado en la zona norte de Sevilla, junto al muro del Cementerio de San Fernando.
(2) En Andalucía han solicitado el Ingreso Mínimo Vital 218.195 personas. Lo han aprobado para el 1,97% de las solicitantes (4.311). El 11% de las solicitudes (24.018) han sido denegadas. Sin resolver hay 189.866 solicitudes.
(3) En el ejercicio de 2019, las solicitudes de Renta Mínima de Inserción se elevaron a 104.297, de las cuales 56.478 correspondieron a las presentadas en dicho año y 47.819 son solicitudes pendientes de resolver de ejercicios previos (2018). El retraso actual para la tramitación de esta renta mínima es de entre 12 y 18 meses.
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