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Romaní Resistance: vidas combatiendo el antigitanismo

Ceremonia del día del pueblo gitano

Federación de Asociaciones de Mujeres Gitanas, Fakali

15 de mayo de 2021 20:15 h

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Escribir sobre el episodio histórico, origen de esta efeméride que conocemos como “Día de la Resistencia Romaní”, no es fácil. No porque las gitanas no conozcamos la historia de nuestras antepasadas, sino porque es algo de lo que poco se conoce, y ha sido escasamente investigado. Y esa circunstancia, finalmente, repercute también en el amplio desconocimiento que tiene la sociedad en general sobre este suceso. Así lo contaba la catedrática María Sierra en el espacio online que organizó FAKALI el pasado jueves en conmemoración del día de la Resistencia Gitana: “El contexto histórico es de una extremada violencia, extendida y generalizada, que se llevó por delante otras minorías. Hay que poner en relación el Samudaripen con otros genocidios, pero hay peculiaridades, por lo mucho que estaban naturalizados los estereotipos negativos sobre los gitanos y las gitanas”.

Si echamos la vista en un par de décadas atrás, la opinión pública apenas tenía conocimiento sobre otras fechas señaladas alrededor del Pueblo Gitano. Ni siquiera el 8 de abril, nuestra fecha más emblemática, ocupaba un espacio destacado en las agendas, por lo que hablar de otras fechas señaladas sobre lo gitano entonces sería impensable. Años después, hemos conseguido que el Día Internacional del Pueblo Gitano se haya institucionalizado, aunque eso no significa que los gitanos y las gitanas seamos sólo de un día, o que con él se hayan solucionado todos los frentes que tenemos abiertos, pero es un logro frente a la visión de otros tiempos. Y eso se lo debemos a los movimientos sociales y al activismo gitano, pues como afirma la presidenta de FAKALI y Diputada en el Congreso, Beatriz Carrillo de los Reyes: “Si las instituciones no remueven todos los obstáculos para llegar a la igualdad, lo vamos a tener muy difícil”.

Una de las asignaturas troncales que tenemos pendientes es la historia. Ella nos dice que para saber hacia dónde vamos tenemos que conocer de dónde venimos, y efectivamente lo hacemos a través de la Ustipen, de la resistencia, la Ustipen Romaní. Nuestra historia está plagada de persecuciones, exterminios, y maniobras asimilacionistas, pero ninguna de ellas ha conseguido eliminar el tallo de nuestra cultura, que es la gitanidad.

El 16 de mayo de 1944 marca un hito en el carácter de resistencia de nuestro Pueblo, y por eso cada 16 de mayo rendimos tributo a aquellas personas gitanas que se enfrentaron a los nazis con el objeto de salvarse los unos de los otros

Nuestra identidad, también marcada por ese 16 de mayo de 1944, cuando unas 6.000 personas romaníes –ancianas, adultas y jóvenes- internadas en el campo de concentración de Auschwitz II Bikernau “Zigeunelager” recibieron información de que esa noche serían gaseadas. Se proveyeron de todo lo que encontraron a su alcance, y se levantaron contra las SS para impedir que consiguieran su fin. Aquel 16 de mayo marca un hito en el carácter de resistencia de nuestro Pueblo, y por eso cada 16 de mayo rendimos tributo a aquellas personas gitanas que se enfrentaron a los nazis con el objeto de salvarse los unos de los otros. Ese es el ejemplo más práctico de lo que llamamos la phenjalipen, la sororidad, o la hermandad entre mujeres, y lo hacemos sin caer en el papel otorgado de víctima eterna que nos han atribuido, pues “el potencial emancipador de una memoria sirve si la voz de los gitanos está presente”, tal y como nos decía el pasado jueves el historiador gitano, Rafael Buhihas Jiménez.  

El espíritu de lucha, de no hincar la rodilla, de soportar las embestidas que nos han traído de siempre más represión, es el que nos mantiene a día de hoy en pie, a pesar de los latigazos que nos han dado la historia. Sucedió con los Reyes Católicos, la Inquisición, la Gran Redada, el Holocausto o el Franquismo, por citar algunos episodios. Pero nuestra respuesta siempre ha sido la misma: la ustipen, la resistencia. Por ello, durante tantos siglos fueron miles de hombres y mujeres, gitanos y gitanas los que dijeron ¡dosta! ¡basta! Y así lo refiere el activista Demetrio Gómez al reconocer a algunos de nuestros héroes y heroínas que se nos han ido recientemente. Gitanas como Alfreda Noncia Markowska, que se jugó la vida rescatando de los campos de concentración a 50 menores romaníes y judíos; Johann Wilhelm, “Rukeli”, el campeón de boxeo que se enfrentó al nazismo; o Raymond Gurême, quien hasta en seis ocasiones escapó de los campos de concentración nazis, manteniendo su gitanidad y jamás escondiéndola. Él nos dijo: “Nosotros, los viejos, hemos encendido la llama. Ahora, os corresponde a vosotros los jóvenes el alimentarla, hacerla grande para que seamos más fuertes. ¡Levantaos, jóvenes! ¡Siempre de pie, nunca de rodillas!”. Ellos y ellas son símbolos de esa capacidad de resistencia y firme lucha contra el antigitanismo, y efectivamente, ahora nos toca a nosotras, jóvenes, mujeres y hombres gitanos del siglo XXI, que hemos recogido el testigo de una historia muda de persecuciones a la que le estamos poniendo voz y rostro.

La historia nos dice que nuestros antepasados y antepasadas, siempre con la sororidad por delante, lo hicieron antes. Ya en 1521 tenemos constancia del “motín del pendón verde”, en el que varios grupos se unieron a la revuelta del sevillano barrio de la Macarena, que fue secundado por familias gitanas y musulmanas en su mayoría para hacer públicas protestas por las hambrunas. Nunca nos hemos conformado, y mucho menos lo haremos ahora, por mucho que los aires del negacionismo alcancen incluso al Congreso, que ha tenido que escuchar por boca de diversas diputadas “que el antigitanismo no existe. Es un invento de las mentes calenturientas de las gentes de izquierda”. Como si los informes oficiales internacionales, incluidos los de diferentes relatores de la ONU o de la misma Unión Europea, no fueran suficientes para entender que las prácticas de segregación, exclusión y marginación en la que está inmersa una buena parte de la población gitana española existen. Datos como los de la OMS, que nos dicen que tenemos hasta 15 años menos de esperanza de vida debido a las condiciones infrahumanas por toda Europa, o como los que denuncia el Defensor del Pueblo mostrando su “preocupación” por la imagen que sobre los gitanos y las gitanas proyectan “tanto las instituciones como los medios de comunicación” en su informe de actividades 2020. Cuestión esta por la que FAKALI, a través de su Observatorio de Discriminación, ha reportado en un año a 97 medios de toda índole y alcance cientos de ejemplos de mala praxis periodística que no son más otro símbolo más de ese racismo recalcitrante que corroe las entrañas de la sociedad y que, por supuesto, hasta la fecha sigue sin vacuna.  

La capacidad de resistir que hemos desarrollado podría decirse que se ha convertido en un rasgo definitorio de nuestro propio ser que, junto a nuestro deseo de libertad, nos han convertido a los y a las gitanas en una minoría étnica que no se amilana jamás

Y todo ello sin haber mencionado los continuos bulos en los que se ha culpado a la comunidad gitana de ser la propagadora del COVID-19, de disponer de cheques de 3000€ durante el Estado de Alarma, las nuevas tendencias en los videojuegos como “Marbella Vice” o las muertes en “extrañas circunstancias” de Manuel en Rociana, de Eleazar en el estadio El Molinón o de Daniel en un calabozo de Algeciras. Todo esto y mucho más parece que no existe para una parte de la sociedad que nos niega y desprecia los problemas que llevamos lustros sufriendo. Por ello la capacidad de resistir que hemos desarrollado podría decirse que se ha convertido en un rasgo definitorio de nuestro propio ser que, junto a nuestro deseo de libertad, nos han convertido a los y a las gitanas en una minoría étnica que no se amilana jamás. “Ahora también lo hacemos al conquistar espacios poder que a nuestros abuelos y abuelas les fueron negados”, refiere Beatriz Carrillo de los Reyes

Descendemos de aquellos y aquellas que le hicieron frente a todo tipo de injusticias, incluidos el fascismo y el nazismo, y lo hicieron con lo que tenían aun a riesgo de perder la vida. Hoy nos toca soportar la negación de aquellos que dicen que “formamos parte del paisaje español”, como si de árboles se tratara. Y lo hacen sin temor, pues no tienen por costumbre ver a gitanos y gitanas en un sillón del Congreso, o denunciando con ahínco el antigitanismo. Lo hacen porque no reconocen la historia de resistencia y capacidad de resiliencia, sororidad y de superación que tiene nuestro Pueblo. Combatiremos el antigitanismo frente a quienes nos niegan, y seguiremos promoviendo la puesta en marcha de un futuro Pacto de Estado contra el Antigitanismo. Sabemos de dónde venimos. Sabemos hacia dónde vamos. Y lo lograremos blindando los derechos que como parte de la ciudadanía nos corresponden.

Arriba la Resistencia Romaní.

 

 

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