“El techo de cristal sigue existiendo para la mujer pero es mucho más fino en la economía social”
Una cubierta, imperceptible en unos casos, evidente en otros, impide consumar la igualdad de género. El mundo de la empresa no escapa a las diferentes trabas que hombres y mujeres encuentran en una sociedad patriarcal. Cuesta romper moldes, dicen sus protagonistas, pero las conquistas se producen. Y en el ámbito laboral esos progresos llevan la firma de la economía social y el trabajo cooperativo.
“El techo de cristal que sigue existiendo para la mujer en las empresas es mucho más fino en la economía social”, dice la presidenta de la Federación Empresarial de Mujeres para la Economía Social de Andalucía (FEMPES), María Jesús Reina. Más fácil de romper, por tanto, más permeable al “valor añadido y la forma diferente de gestionar que tiene la mujer”. Avances que existen en un camino aún por concluir. La “desigualdad”, presente “en todos los ámbitos” de la vida.
“Hay que conseguir que la igualdad no sea un artículo de lujo sino algo cotidiano en organizaciones modernas”, apostilla Lola Sanjuán, vicepresidenta de la federación y también de la Confederación de Entidades para la Economía Social de Andalucía (CEPES-A). Las mujeres se enfrentan a dos tipos de dificultades, “estructurales y las latentes en la sociedad”. Todo pasa, asevera, “por involucrar más a los hombres y que las instituciones sigan invirtiendo en políticas de igualdad”.
¿Y qué es FEMPES?
Es la primera organización de mujeres emprendedoras y responde al peso creciente de la mujer en la economía social andaluza. Con el objetivo de fomentar la cultura de la igualdad, “nos vertebra como una única voz ante las administraciones y ante la sociedad”, señala María Jesús Reina. Es el vértice institucional de las cooperativistas y tiene como reto, desde la visión de la economía que ofrece la perspectiva de género, desarrollar políticas y líneas de trabajo transversales “para el desarrollo de la sociedad andaluza desde la igualdad de oportunidades”.
¿Cómo refuerza FEMPES el combate de las desigualdades?
Fomentar la cultura emprendedora entre las mujeres es un arma contra el desempleo. Autoempleo, en muchos casos, que actúa “como motor de un desarrollo económico y social sostenible”. Por esto es necesario activar la cooperación empresarial en femenino y la creación de redes, argumentan. Como hicieron, en su momento, María Jesús Reina en el sector de la formación y Lola Sanjuán en el sector de la comunicación. Saben que es pertinente apuntalar la defensa de los derechos de las mujeres, analizar las “barreras y oportunidades” existentes. “Es una realidad que el techo de cristal está más alto en las empresas tradicionales”, subraya Sanjuán. FEMPES, en este sentido, coordina, representa y defiende los intereses femeninos en la economía social.
¿Qué valor añadido aporta la mujer emprendedora?
“Trasladamos a la empresa lo que hacemos en el ámbito del hogar”, expone Reina. Se refiere a la necesidad de arrancar proyectos bajo inexcusables parámetros de conciliación laboral y familiar. “A una forma diferente de gestionar”, una presencia “más dialogante”, una mayor versatilidad profesional… “Los valores que tienen las cooperativas coinciden con los que buscamos las mujeres en las empresas”, sugiere Sanjuán. Caso del “emprendimiento colectivo, en grupo”, apostilla.
“Nuestras empresas no trabajan con estructuras jerárquicas sino horizontales y esto cuadra más en la filosofía que tenemos las mujeres”. Para conciliar, continúa, “los horarios se encajan en las prioridades de cada socia trabajadora”. El “cuidado” familiar, una dificultad recurrente que pugna “con la financiación, el acceso al crédito”, uno de los habituales campos de batalla. En el lado positivo, la economía social sitúa “a la persona por encima del capital”, defiende la presidenta de FEMPES, y ofrece a la mujer “la oportunidad de prosperar como persona y profesional”.
¿Cuánto tiempo llevan las mujeres trabajando en cooperativa?
“Ahora se están jubilando las primeras mujeres empresarias cooperativistas, las primeras que creyeron en este modelo”, celebra Sanjuán. Eran sociedades que nacían “casi por instinto, porque las necesidades marcaban ese camino” y en la actualidad quienes se incorporan son “las primeras generaciones de empresarias con formación académica”, sostiene. Una preparación que no exime de encontrar ese “techo de cristal” que marca la sociedad y que se hace más patente “en entornos rurales, donde es infinitamente más difícil que en un medio urbano”.
¿Cuál es la tarea de FEMPES?
La labor de la federación continúa, sin pausa aseveran, organizada en áreas de actividad o servicios como formación, empleo, innovación y desarrollo empresarial, participación en organismos, plataformas y programas e información y comunicación. Bajo su carácter intersectorial –está integrada por la Asociación de Mujeres Empresarias Cooperativas de Andalucía (Amecoop-A), la Asociación de Mujeres Empresarias de Sociedades Laborales (Amesal) y la Federación de Asociaciones de Mujeres del Mundo Rural (Ceres Andalucía)– toma herramientas para representar a empresarias de economía social en los órganos de diálogo social andaluz, para promover convenios, alianzas, encuentros... Porque, como resume la presidenta de FEMPES, “lo que al hombre se le da por hecho, la mujer tiene que demostrarlo”.