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Sánchez y Feijóo afrontan una segunda vuelta del 23J mientras la UE debate sobre la fragilidad de las democracias

El secretario general del PSOE y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante su intervención en el acto de inicio de la campaña a los comicios europeos en València.

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El 9J no va de amnistía ni de Puigdemont ni de sanchismo ni de ETA ni de las boutades a las que acostumbra Isabel Díaz Ayuso… Las elecciones europeas van de otra cosa. Van de una Europa amenazada por los populistas, los euroescépticos y los ultras. Y va también de la fragilidad de la democracia, de seguridad, de defensa, de desinformación y de los intentos de Rusia y China por desestabilizar la unión porque Putin, como se escuchó este miércoles en Bruselas durante el debate de candidatos a presidir la Comisión Europea, “no parará en Kiev”.

“Nosotros no escogimos la guerra, pero es imperativo invertir en nuestra seguridad y defensa”, afirmó el socialdemócrata luxemburgués Nicolas Schmit. Y el diagnóstico lo compartió incluso la candidata de Los Verdes, la alemana Terry Reintke. Y es que lo que nos jugamos es un cambio de paradigma, ya que todos los sondeos anticipan un avance de las fuerzas de ultraderecha, que podrían arrebatar la tercera fuerza a los liberales y con ello marcar la agenda de los próximos años. Con ayuda, claro, del Partido Popular Europeo, que amaga con romper el tradicional cordón sanitario a los ultras y dinamitar así la gran coalición entre conservadores y socialdemócratas sobre la que ha pivotado la UE en los últimos 70 años.

La conversación pública de estos días en Europa discurre en estos términos porque lo que está en juego no es baladí, pero en España los partidos nacionales, especialmente PP y PSOE han reeditado las mismas estrategias que desplegaron durante la campaña del 23J.  Los de Sánchez no atraviesan su mejor momento en el marco nacional, después de que esta semana el Congreso de los Diputados les tumbara una iniciativa para aumentar las penas a los proxenetas. Se desmarcó de ella Sumar, su socio de coalición, que sigue haciendo oposición desde el gobierno, pero también sus habituales aliados parlamentarios. Horas después, el gobierno se vió obligado a retirar el proyecto de ley del suelo ante la certeza de que el texto iba a correr la misma suerte que el anterior a pocas horas de que arrancara la campaña electoral del 9J y ante la necesidad de los partidos de marcar perfil propio para tomar distancia del PSOE.

Aún así los socialistas creen que el hecho de que la extrema derecha pueda formar parte del próximo gobierno europeo les permite afrontar esta campaña en mejores condiciones que hace dos meses toda vez que los conservadores europeos y el propio PP han dejado abierta la posibilidad de pactar con los ultras, como han hecho en las últimas horas la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen y el propio Alberto Núñez Feijóo en relación a la italiana Giorgia Meloni. 

“Lo que no quisiste para España, no lo quieras para Europa”

“Lo que no quisiste para España, no lo quieras para Europa”, será una de las ideas fuerza del PSOE durante los próximos 15 días, después de que el líder del PP haya declarado que el de Meloni no le parece un partido homologable a otros partidos que se consideran de extrema derecha en Europa. “Tenemos el marco y la razón de voto claros”, aseguran los estrategas de la campaña socialista, para quienes Feijóo ha vuelto a cometer el mismo error que cometió antes de las generales de 2023, esto es, su nítida disposición al acuerdo con la extrema derecha, algo que ha dejado perplejos a propios y extraños, que moviliza a la izquierda y permite a Sánchez erigirse en muro de contención de los extremismos.

El líder socialista ha incidido en que su Gobierno “es un problema para la internacional ultra” por el modelo progresista y de éxito económico que ha logrado España y llama por ello a la movilización para hacer retroceder a esa “coalición reaccionaria” de PP y Vox también en Europa. El líder del PSOE hace por ello continuas alusiones a las consecuencias económicas que puede tener en la UE una victoria de los postulados conservadores, en referencia a la vuelta de las políticas de austeridad financiera.

El objetivo en la calle Ferraz es amarrar al electorado progresista, por lo que el PSOE vuelve a recurrir a la exitosa estrategia del pasado julio sobre el miedo al avance de la ultraderecha. Y para ello se ha utilizado como antagonista al presidente de Argentina, Javier Milei, con quien se ha escalado el conflicto diplomático hasta el punto de retirar definitivamente a la embajadora española en Buenos Aires, después de los insultos y bulos lanzados por el argentino sobre Sánchez y su esposa. 

Los de Feijóo, por su parte, han vuelto a rescatar también la misma estrategia de las generales para hablar, no de Europa, sino del Falcon del “caso Begoña Gómez”, del “caso Koldo”, del procés, de ETA, de “la puerta de salida de Pedro Sánchez” y de un hipotético adelanto electoral. Asuntos todos ellos que, por otra parte, aparcó en las elecciones vascas y catalanas y que, ahora, recupera ante una campaña que libra en clave de segunda vuelta de las generales y en la que llama a votar a los españoles que “abominan de las políticas de polarización y división de la sociedad española que practica Sánchez”. El 9J, para Génova, es una oportunidad contra el “desgobierno de Sánchez” y para decir “no a la amnistía y sí a la igualdad de los españoles ante la ley”. Feijóo lo ha expresado incluso en los siguientes términos: “Hagamos que Sánchez obtenga la derrota que merece”. Sobre Europa y los desafíos a los que se enfrenta la unión, ni una palabra.

Un plebiscito sobre Sánchez

No en vano, las elecciones europeas cerrarán en España el ciclo electoral que abrió Galicia en febrero y el PP es consciente de la importancia que tiene esta cita para asestar un golpe que algunos esperan definitivo contra Sánchez. «Si el Partido Popular derrota al PSOE en las elecciones europeas la Legislatura quedaría en suspenso», señalan desde Génova muy seguros de que si se imponen en las urnas y, ante la falta de cohesión de la mayoría parlamentaria que sostiene al PSOE, Sánchez tendrá que anticipar elecciones en octubre.

Los populares, que parten con ventaja en todos los sondeos excepto el último publicado por el CIS, afrontan esta cita trascendental para Europa como el enésimo plebiscito sobre el presidente del Gobierno mientras que en el PSOE sostienen que quien realmente se la juega el domingo 9 de junio es Feijóo porque su liderago “podría saltar por los aires”, tras los pírricos resultados que cosechó en Euskadi y Catalunya.

Los socialistas ven de hecho a un Feijóo “empequeñecido” y “cayendo en picado” en valoración, como se puede comprobar en los datos de varias encuestas en las que se pregunta a los ciudadanos sobre sus preferencias respecto a la presidencia del gobierno. El líder del PP ha retrocedido entre su propio electorado hasta caer a un porcentaje similar al que registró en su día Pablo Casado. Un dato que, en opinión de la fontanería monclovita, no se puede disociar “de la fortaleza que vuelve a mostrar Vox ante un PP replegado y en ocasiones hermanado con el discurso de los ultras”.

Tanto es así que del conjunto de líderes políticos, el del PP es al que peor valoran sus propios votantes. Mientras el 74,8% de los votantes socialistas aprueban al presidente del Gobierno y líder del PSOE, Pedro Sánchez, sólo el 66,1% de los electores del PP refrendan a Feijóo. Su valoración se sitúa también por debajo del porcentaje de aprobación que logra el líder de Vox por parte de los votantes de la extrema derecha (un 75,3%) o del 80% de los electores de Sumar que avalan a la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, según la encuesta de Simple Lógica para elDiario.es.

A la pregunta de quién preferiría en este momento que fuera el presidente del Gobierno, los preguntados por el CIS apunta en un 30,2% a Sánchez mientras que sólo un 20,4 lo hacen por Feijóo y un 9,6 por Abascal, que llega a las europeas claramente fortalecido en detrimento del PP.

Para Feijóo, en todo caso, será fácil superar los malos resultados de 2019, cuando los populares obtuvieron 13 de los 59 escaños que se repartían entonces. Hoy, la previsión es superar los 20 y de ser así el avance no sería muy destacable teniendo en cuenta que aspira a engullir los 7 de Ciudadanos, algo que viene haciendo en las últimas citas electorales. Sánchez, por su parte, afronta las elecciones tras los buenos resultados en Cataluña –el PSC consiguió ganar y quebrar la mayoría independentista– y en el País Vasco, donde el PSOE fue decisivo para la formación del Gobierno. Los socialistas no aspiran a ganar, pero sí a sumar un resultado lo suficientemente solvente con el que mantener el pulso con el PP e impedir que Feijóo venda una victoria incontestable. Si esto así, seguro que la del 9J será en Génova una noche de cuchillos largos.

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