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Sobre este blog

El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) cuenta con 24 institutos o centros de investigación -propios o mixtos con otras instituciones- tres centros nacionales adscritos al organismo (IEO, INIA e IGME) y un centro de divulgación, el Museo Casa de la Ciencia de Sevilla. En este espacio divulgativo, las opiniones de los/as autores/as son de exclusiva responsabilidad suya.

Minerales de ficción para una buena divulgación

Una reproducción en 3D de un mineral de ficción

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Este fin de semana concluye la Semana de la Ciencia 2020, un evento nacional en el que las instituciones generadoras de conocimiento (p.ej., universidades, centros de investigación y museos) ofrecen diversas actividades para todo tipo de públicos con el fin de dar a conocer las investigaciones que realizan y fomentar las vocaciones científicas entre niños y jóvenes. Y de divulgación irá la entrada de este viernes en “La cuadratura del círculo”, divulgación de geociencias en general y de mineralogía en particular.

La geología es una ciencia muy apreciada por mucha gente. Cuenta con la ventaja de ser muy atractiva y visual, lo que hace que sea fácil divulgarla. Basta con dar un paseo por el campo para darse cuenta de que muchos miradores están en lugares donde se puede apreciar una geología impresionante.

En España, contamos con muy buenos ejemplos de divulgación geológica. Quizás, el más conocido de todos sea el Geolodía, un evento anual en el que se recorren los lugares geológicamente más interesantes de las diferentes provincias españolas y que sólo en el año 2018 reunió a más de 10.000 participantes. Aunque hay muchos más, como, por ejemplo, los proyectos “Encaja las piedras” del Instituto de Geociencias (IGEO, CSIC-UCM) y el “Mapa geológico Pokémon” del colectivo La Roca Filosofal.

Gracias a la educación formal y a las actividades de divulgación, muchas personas saben lo que es una roca, un pliegue y una falla. Además, por su espectacularidad, impacto en la sociedad y presencia en los medios de comunicación, los volcanes y los terremotos son bien conocidos. Sin embargo, la mineralogía es muy desconocida, salvo en el caso de los minerales más bonitos que pueden utilizarse como joyas o elementos decorativos, como diamantes, turquesas y zafiros.

Te propongo un pequeño juego, a ti lector, en esta entrada, para ver cuánto sabes de mineralogía. Trata de responder a las siguientes preguntas (tienes las respuestas al final).

  1.  ¿Qué mineral es el más abundante de la corteza terrestre?
  2. ¿Con qué mineral se fabricó el primer láser?
  3. ¿De qué mineral están hechos nuestros huesos?
  4. ¿Qué mineral hace vulnerable a Superman?
  5. ¿Con qué mineral fabricarías un sable láser?
  6. ¿Qué mineral se utilizó para fabricar el escudo del Capitán América?

¿Cuántas has acertado? ¿Todas? ¿Las 3 primeras? ¿Las 3 últimas? Imagino que las 3 últimas preguntas no te las esperabas en una entrada de un blog del CSIC. Sin embargo, es curioso que, siempre que he hecho estas seis preguntas en diversas charlas y encuentros, la gran mayoría del público contestó acertadamente a las 3 últimas preguntas y no a las 3 primeras.

La idea de poder utilizar los minerales de ficción para divulgar mineralogía nos llevó a publicar el año pasado el libro “Pequeña guía de minerales inexistentes” (Carlos M. Pina y Carlos Pimentel, Ediciones Complutense). En este libro describimos los orígenes, la composición química, la estructura y las propiedades de 16 minerales de ciencia ficción y fantasía. Además, para cada mineral inexistente buscamos materiales análogos reales con los que poder compararlos. El libro lo acompañamos de una exposición que puede visitarse actualmente de manera virtual (muy acorde a estos tiempos de pandemia).

Y es que divulgar se hace mucho más sencillo si utilizamos referencias muy conocidas de la cultura pop:

Dar una clase a jóvenes padawans sobre como fabricar un sable láser y las propiedades de los cristales de Adegan puede servir para hablar de las propiedades del rubí y como, gracias a ellas, pudo fabricarse el primer láser.

Viajar a Pandora, de la película Avatar, puede ser una buena excusa para explicar que es un superconductor y la importancia de encontrar superconductores a temperatura ambiente.

Nadie tendría interés en una explicación sobre la obsidiana, salvo que les tocase defender el Muro de Hielo de los caminantes blancos y su vida dependiera de ello en Juego de Tronos.

Jugar al videojuego Command & Conquer puede servir para explicar los peligros de los asbestos, porque nadie querría perder la partida por meter a sus soldados en un campo de tiberium.

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Quizás ahora que ves el final de esta entrada te asalta una última pregunta: ¿por qué es necesario divulgar la mineralogía en particular? La respuesta más general es porque hay que saber de todo. Pero quizás te gustaría saber que no estarías leyendo este blog si no fuese por los minerales. La electricidad llega a tu casa en cables de cobre y tu móvil, tablet y ordenador tienen oro, litio y silicio, por mencionar solo algunos elementos, todos ellos extraídos de diversos minerales. Pero hay un mineral que también está muy presente en nuestro día a día: la sal común o halita, que utilizamos para cocinar. Y si eres hipertenso no te preocupes, que la sal sin sodio que venden en los supermercados es también un mineral, la silvina.

Y, por último, está mi batalla personal contra la pseudociencia y la superchería que puede encontrarse en muchas tiendas y ferias de minerales. Lugares donde venden, por ejemplo, que los cuarzos tienen propiedades sanadoras y las piritas dan vitalidad. Gracias a sus propiedades piezoeléctricas el cuarzo es utilizado para la fabricación de relojes, pero por mucho que te restriegues un cuarzo por el pie no te va a quitar los juanetes. Porque os recuerdo que los minerales no tienen propiedades mágicas.

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