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www.msur.es MediterráneoSur es una iniciativa para la difusión de la cultura mediterránea, creada en 2007 por un grupo de jóvenes periodistas, escritores, artistas e investigadores. Su proyecto más destacado es la revista digital M’Sur, que publica regularmente reportajes, entrevistas, opinión, crítica, fotografías y obras artísticas del ámbito mediterráneo. Cuenta también con una sección denominada ‘Fondo’ en la que se abordan de manera monográfica asuntos destacados de la actualidad de la región. En M’Sur colabora un amplio grupo de periodistas de larga experiencia repartidos por todo el Mediterráneo, muchos de los cuales trabajan como corresponsales para otros medios españoles. Además, M’Sur publica con regularidad columnas de opinión de destacados escritores o periodistas internacionales y obras de fotógrafos y artistas del ámbito mediterráneo. Estamos convencidos de que el Mediterráneo no constituye la frontera entre dos mundos —el mal llamado árabe y el peor llamado occidental— sino un espacio único en el que fluyen y confluyen, se intercambian y se sobreponen diversos conceptos de sociedad. Las diferencias visibles entre las sociedades al sur y al norte de este mar no deben hacer olvidar el estrato cultural que los une y no deben tomarse como señas de identidad inamovibles. Más en su web: http://msur.es/

La guardia del Jordán

Netanyahu dice al Ejército que esté listo para una larga y dura operación

Uri Avnery

Tel Aviv —

En el mundo árabe reina la confusión. Siria e Iraq se están fragmentando, el conflicto milenario entre musulmanes suníes y chiíes está llegando a un nuevo punto álgido. Se está desarrollando un drama histórico a nuestro alrededor.

¿Y cuál es la reacción de nuestro Gobierno?

Binyamin Netanyahu lo dice en pocas palabras: “Tenemos que defender a Israel en el río Jordán, antes de que lleguen a Tel Aviv.”

Simple, concisa, idiota.

¿Defender a Israel de quién? Del ISIS, por supuesto.

ISIS es el Estado Islámico de Iraq y Sham, una nueva fuerza en el mundo árabe. Sham es la Gran Siria, el nombre árabe tradicional para el territorio que comprende los actuales países de Siria, Líbano, Jordania, Palestina e Israel. Junto con Iraq, forma lo que los historiadores llaman el Creciente Fértil, la región verde alrededor de la parte norte del desolado desierto árabe.

Durante la mayor parte de la historia, el Creciente Fértil era un país, parte de los sucesivos imperios. Asirios, babilonios, persas, griegos, romanos, bizantinos, árabes, otomanos y muchos otros lo mantuvieron unido, hasta que dos caballeros extranjeros, Sir Mark Sykes y M. François Georges-Picot, se dedicaron a dividirlo de acuerdo a sus propios intereses imperiales. Esto ocurrió durante la Primera Guerra Mundial, que se puso en marcha a raíz de un asesinato que ocurrió hace 100 años la semana pasada.

Con un absoluto desprecio por los pueblos, los orígenes étnicos y las identidades religiosas, Sykes y Picot crearon estados nacionales donde no existían naciones. Ellos y sus sucesores, especialmente Gertrude Bell, T.E. Lawrence y Winston Churchill, unieron tres comunidades muy diferentes y crearon “Iraq”, importando a un rey extranjero desde La Meca.

“Siria” fue asignada a los franceses. Un comisionado imperial cogió un mapa y un lápiz y dibujó una frontera en el medio del desierto entre Damasco y Bagdad. Los franceses a continuación dividieron Siria en varios pequeños estados para los suníes, alauíes, drusos, maronitas, etc. Más tarde crearon el Gran Líbano, donde establecieron un sistema que instaló a los cristianos maronitas por encima de los menospreciados chiíes.

Los kurdos, una nación real, fueron divididos en cuatro partes, cada una de las cuales fue asignada a un país diferente. En Palestina se planeó un “territorio nacional” sionista en medio de una población árabe hostil. El país al otro lado del Jordán fue dividido para proporcionar un principado para otro emir de La Meca.

Este es el mundo en el que crecimos y el que ahora se está desmoronando.

Lo que el ISIS está tratando de hacer ahora es simplemente erradicar todas estas fronteras. En el proceso se está poniendo al descubierto la división básica entre suníes y chiíes. Quieren crear un califato musulmán suní unificado.

Tienen en contra unos enormes intereses arraigados, y es probable que fallen. Pero están sembrando algo mucho más duradero: una idea que puede prender en las mentes de muchos millones. Que puede llegar a buen término en 25, 50 o cien años. Puede ser la oleada del futuro.

Viendo cómo se desarrolla este panorama, ¿qué debemos hacer?

Para mí, la respuesta está bastante clara: conseguir la paz, rápidamente, mientras el mundo árabe se mantenga como está ahora.

“Paz” significa no sólo la paz con el pueblo palestino, sino con todo el mundo árabe. La iniciativa de paz árabe, basada en la iniciativa del (entonces) príncipe heredero saudí, aún está puesta sobre la mesa. Ofrece una paz completa e incondicional con el Estado de Israel a cambio del fin de la ocupación y la creación del Estado independiente de Palestina. Hamas ha aceptado oficialmente eso, siempre y cuando sea ratificada por un plebiscito palestino.

No va a ser fácil. Habrá que superar una gran cantidad de obstáculos. Pero es posible. Y es una locura no intentarlo.

¡AHORA!

La respuesta de nuestros líderes es exactamente la contraria.

Los acontecimientos históricos y su trasfondo les interesan “como la piel de un ajo”, como decimos en hebreo.

Su interés se centra totalmente en el esfuerzo para mantener el control de Cisjordania, lo que significa impedir la creación de un Estado palestino. Lo que significa impedir la paz.

La manera más segura de hacerlo es mantenerse en el valle del Jordán. Ningún negociador palestino estará de acuerdo con la pérdida del valle del Jordán, ya sea por la anexión directa a Israel o por el estacionamiento “temporal” de las tropas israelíes en el valle durante un periodo de tiempo indeterminado.

Esto significaría no sólo la pérdida del 25% de Cisjordania (territorio que ya de por sí no constituye más del 22% de la Palestina histórica) y su parte más fértil, sino también el aislamiento del presunto Estado palestino con el resto del mundo. El Estado de Palestina se convertiría en un enclave dentro de Israel, rodeado por todos lados por el territorio controlado por los israelíes. Al igual que los bantustanes sudafricanos.

Cuando Ehud Barak propuso esto en la conferencia de Camp David, las negociaciones fracasaron. Lo máximo a lo que los palestinos podrían avenirse sería al estacionamiento temporal de tropas de la ONU o estadounidenses allí.

De repente, esta semana apareció de nuevo la demanda sobre el valle del Jordán. La imagen era simple. El ISIS se está dirigiendo al sur cual tormenta desde su base sirio-iraquí. Arrasará todo Iraq. A partir de ahí, invadirá Jordania y aparecerá al otro lado del río Jordán.

Como Netanyahu dijo: si no son detenidos allí por la guarnición israelí permanente, aparecerán a las puertas de Tel Aviv (salvo que Tel Aviv no tiene puertas).

¿Lógico? ¿Evidente? ¿Ineludible? ¡Un completo disparate!

Militarmente, el ISIS es una fuerza insignificante. No tiene fuerza aérea, tanques ni artillería. Se les oponen Irán y Estados Unidos. Comparándolo con ellos, incluso el ejército iraquí sigue siendo una fuerza poderosa. Por otro lado, el ejército jordano está lejos de ser una presa fácil.

Por otra parte, incluso si el ISIS estuviese cerca de amenazar al reino de Jordania, el ejército israelí no lo esperaría en el río Jordán. Los jordanos pedirían al ejercito israelí que fuese al rescate, como ocurrió durante el Septiembre Negro de 1970, cuando Golda Meir, actuando bajo las órdenes de Henry Kissinger, advirtió a una columna del ejército sirio que se aproximaba de que Israel invadiría Jordania para detenerlos. Eso fue suficiente.

La idea en sí de soldados israelíes guarneciendo los baluartes en el valle del Jordán para defender a Israel del ISIS (o de cualquier otro) es una completa estupidez. Aún más estúpido que la famosa línea Bar Lev, que se suponía que iba a detener a los egipcios a lo largo del Canal de Suez en 1973. Cayó en cuestión de horas. Sin embargo, la “línea” Bar Lev, una reminiscencia de la (inútil) Línea Maginot francesa y la (inútil) Línea Sigfrido alemana de la Segunda Guerra Mundial, estaba muy lejos del centro de Israel.

El ejército de Israel tiene misiles, drones y otras armas que detendrían a un enemigo en su camino mucho, mucho antes de que alcanzase el Jordán, haciéndoselo imposible. El grueso del ejército israelí podría pasar desde la orilla del mar y cruzar el río en unas pocas horas.

Toda esta forma de pensar demuestra que nuestros políticos de derechas, como la mayoría de sus semejantes en todo el mundo, sospecho que siguen viviendo en el siglo XIX. Si yo estuviera en un estado de ánimo menos caritativo, diría que viven en la Edad Media. Más les valdría estar equipados con arcos y flechas.

(Todo esto me recuerda, de alguna manera, a una canción del siglo XIX del ejército alemán: “¡Al Rin! ¡Al Rin! ¡Al Rin alemán! / ¿Quién quiere ser el guardia del río? / ¡Amada Patria, no te preocupes, / estable y verdadera permanece la vigilancia en el Rin! / ¡El joven alemán, piadoso y fuerte / protege la frontera alemana!”).

Volvamos al futuro.

Volvamos al futuroLos cruzados establecieron su reino en Palestina cuando se dividió el mundo árabe. Su gran adversario, el kurdo Salah-al-Din al-Ayubi (Saladino), dedicó décadas a unificar el mundo árabe en torno a ellos antes de derrotarlos en la Batalla de los Cuernos de Hattin.

Hoy en día, el mundo árabe parece más dividido que nunca. Pero un nuevo mundo árabe está tomando forma, cuyo contorno puede ser concebido sólo vagamente.

Nuestro lugar está dentro de la nueva realidad, y no fuera, observándola.

Por desgracia, nuestros dirigentes son bastante incapaces de ver eso. Siguen viviendo en el mundo de Sykes y Picot, un mundo de potentados extranjeros (ahora americanos). Para ellos, el tumulto que nos rodea es, bueno, sólo tumulto.

El fundador del sionismo moderno escribió hace 118 años que deberíamos servir en Palestina como pioneros de la cultura europea y constituir “un muro contra la barbarie asiática”.

Nuestros líderes todavía viven en esta realidad imaginada, reformulada como “una villa en la selva”.

Entonces, ¿qué hacer cuando los depredadores de la selva se acercan y rugen? Construir muros más altos, por supuesto.

¿Qué más?

Publicado en Gush Shalom | 5 Julio 2014 | Traducción del inglés: Fátima Hernández Lamela

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