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Sobre este blog

La federación Andalucía Acoge nace en 1991 para dar una respuesta más eficaz al fenómeno de la inmigración. La labor de nuestra federación tiene como principal objetivo fomentar una sociedad plural que favorezca la inclusión, la no discriminación, la cobertura de derechos y la equidad de oportunidades. Ante los muros tenemos que encargarnos de construir puentes de convivencia entre todas las culturas para que así podamos vivir en valores de diversidad e interculturalidad.

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La historia de María

Campaña contra la trata

Encarna Márquez, referente contra la trata de Andalucía Acoge

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España debe profundizar en el conocimiento de la realidad de las situaciones esclavistas que implican la trata de seres humanos y sacar a la luz la trata en cualquiera de sus formas de explotación. Las políticas públicas deben priorizar la protección de las víctimas y el acceso a derechos sea cual sea el tipo de explotación sufrida y para eso, debe poner por delante a la víctima y no, la persecución del delito o la extranjería.

Desde Andalucía Acoge venimos reivindicando algunas mejoras mínimas: 

- Que la identificación de las víctimas de trata salga del Ministerio del Interior y que sea responsabilidad de un órgano civil de la Administración.

- Que se disponga para la denuncia o solicitud de ayuda de un teléfono de 3 cifras, fácilmente memorizable y de cobertura europea.

Las víctimas de trata son trasladadas de un país a otro del mismo modo que lo son las mercancías.

- Que en la entrevista de identificación haya presencia letrada como figura que velará por el cumplimiento de sus derechos.

Y, por supuesto, lo que se ha determinado en la Red Española Contra la Trata de Personas (de la que la Federación Andalucía Acoge forma parte):

Una Ley Integral de protección a las víctimas de trata que recoja todas las formas de explotación y aúne todos los instrumentos referidos a la cuestión. 

Con motivo del Día Mundial contra la Trata, compartimos la historia de María.

María es originaria de Brasil, nacida en 1986. Es madre de una niña teniendo 13 años; ambas vivían con la madre y la hermana mayor de María. Su madre estaba divorciada y su trabajo era la única fuente de sustento de la familia ya que su hermana se acababa de separar de su marido y había vuelto al hogar familiar. María seguía estudiando y recibía una pequeña ayuda económica de parte de su padre que éste suspende cuando se entera que ha dado a luz. La pareja de María, padre de su hija, la abandona cuando ésta se encontraba en el segundo mes de embarazo.

Un día del verano de 2001, durante una fiesta popular que tenía lugar en la calle, se le acercan a María un hombre y una mujer a quienes no conocía, ella contaba en aquel momento con 14 años de edad. El hombre y la mujer entablan conversación con ella y le dicen que conocen a su madre y a su hermana (posteriormente comprueba que es verdad que las conocen aunque “no mucho”). Le ofrecen viajar a España, tratan de convencerla diciéndole que en España puede tener mejores expectativas de vida que en Brasil y le proponen ayudarla a viajar a este país para trabajar en Madrid como limpiadora en la casa de una mujer “de dinero”. Le dicen además, que ese puede ser el primer paso para encontrar un mejor empleo puesto que es “guapa y lista” y en España hay mucho trabajo. Ella les responde que no está interesada en la propuesta porque estaba estudiando y era muy joven aún, pero le insisten y le dicen que puede utilizar el pasaporte de su hermana que era mayor de edad. Finalmente María, pensando en darle un futuro mejor a su hija y ante las posibilidades de empleo de las que le hablaban, creyó que era buena idea venir a España.

En noviembre de 2001, María portaba un pasaporte falso a nombre de su hermana (por parte de madre) y nada más llegar al aeropuerto de salida de la capital brasileña, el sujeto le menciona por primera vez que no puede contarle a nadie ni a dónde va, ni con quién se va “si no quieres que le pase algo a tu familia o a tu hija”. Ahí comenzó a sentir que algo no era normal y dice que pensó “qué tonta era, ya debía haberlo sabido cuando vi que en la maleta ponían ropa para la danza del vientre, pero pregunté y me dijeron que era para la hija de la jefa de la casa en la que yo iba a trabajar limpiando. Era pequeña y me lo creí”. Este individuo le dijo además, que no se preocupase por su llegada a Madrid, allí la esperaría una “señora taxista” que la llevaría a la casa de la empleadora. Sobre el coste del billete y la manera de devolver ese dinero adelantado, le dice que lo podría hacer con su sueldo mensual y que tampoco tendría que preocuparse por su hija pues también podría enviarle algo de dinero.

En Madrid efectivamente la esperaba una “señora taxista”, elegantemente vestida, que en lugar de llevarla a la casa de la supuesta empleadora la lleva directamente a un club de carretera. Cuando entró en el club dice que vio a muchas chicas, todas en ropa interior y, aunque a ella la llevan a la cocina, ya no le cabe la menor duda de que le han mentido y no va a trabajar en casa de nadie limpiando sino que la han traído desde Brasil para que trabaje como prostituta.

No deben decir nada a nadie

En la cocina, una mujer, a la que llaman “jefa” le comenta estar muy sorprendida porque “es igualita que su hija” que tenía en aquel tiempo 15 años (María tenía en esos momentos 14 años de edad). Después la lleva a una habitación y le dice: “descansa porque a partir de mañana trabajas”. Pidió poder llamar por teléfono a su madre, se lo permitieron, y ella le contó todo lo que había sucedido, dónde se encontraba y cómo la habían engañado. Su madre y su hermana llorando le proponen buscar ayuda policial pero María les convence de no hacerlo ya que saben dónde viven y quiénes son, les puede pasar algo malo. Les insiste, no deben decir nada a nadie.

Al día siguiente, en el club, le dan instrucciones. Debe aprender sólo cuatro frases en español para aproximarse a los clientes y debe vestirse con ropa interior (trata de llevar pantalones vaqueros pero se lo impiden). Las reglas del club, entre otras, consisten en incitar a los clientes a consumir bebidas alcohólicas en la barra, ella tenía derecho a dos copas gratuitas, aunque tendría que alentar a los clientes a invitarla a más copas. Le informan asimismo del precio establecido por la “jefa” para los servicios sexuales que quedarían en: 20 minutos/50€, 30 minutos/60€ y 1 hora/120€. Decide beber “para no pensar”, sabía que ese primer día cualquier hombre pagaría el doble por acostarse con ella “porque era nueva”.

Su deuda inicial era de 2.500€, a lo que le iban sumando diariamente los costes de habitación y otros, entre 25€ y 50€ al día. Su deuda iba aumentando cada día. La “jefa” se quedaba como mínimo entre el 40% y 50% de lo que ganaba cada noche, si bien María decidió entregarle todo lo que ganaba para poder saldar la deuda cuanto antes y volver con su familia a Brasil. A lo largo de ocho meses entregó todo lo que sacaba con los servicios sexuales. Redondeando las cuentas, María pudo haber entregado a la “jefa” no menos de 96.000€ pues trabajaba 6 días a la semana, incluidos los días de menstruación (la obligaban a ponerse “unas esponjas”) con una media de clientes de entre 10 y 15 por día.

 Durante ese largo periodo, dice haber sentido temor por su vida en diversas ocasiones ya que, además de los clientes que la trataban con violencia, la “jefa” había ordenado que escondiesen a las menores cuando había algún registro de la policía de extranjería. En una ocasión  encerraron en una celda frigorífica a las tres menores que en ese momento había en el club. María acababa de cumplir 15 años, había otra niña de 13 y una más de la que no recuerda la edad; las tres eran brasileñas. Cuenta que antes de encerrarlas les dieron una manta pero que no servía de nada. Creían que iban a morir si no las sacaban de allí, intentaron salir pero no pudieron, la celda solamente se podía abrir desde fuera. 

Trasladada de vuelta con la “jefa”

Siempre estaba vigilada y no salía del local si no era acompañada. A lo largo de su estancia en los diversos clubes nunca le hicieron análisis de ETS (enfermedades de transmisión sexual). Debido a la explotación sexual a la que era sometida trataba de beber e incluso escondía botellas de whisky en su habitación, porque no quería pensar y sólo quería pagar su deuda para irse cuanto antes.

Cuando logra saldar la deuda, María vuelve a Brasil. Pero allí solo pudo estar dos meses, ya que el sujeto que en un primer momento la localizó y la engatusó. Le dijo: “tienes que volver a España”, “¿no sabes que la ”jefa“ está muy cabreada?, ¿tú quieres que le pase algo a tu hija, sí o no?”.  Aunque no quería volver a España y mucho menos, volver para ser nuevamente prostituida, por miedo decide responder que sí. Su idea era venir e ir preparando todo para escaparse y desaparecer para que luego le enviasen a su hija allí donde no la pudieran encontrar. Este plan no fue posible, en este segundo viaje el mencionado sujeto se encargó de acompañarla a España sin dejarla a solas en ningún momento.

Esta segunda vez llegó al aeropuerto de Madrid, corría el año 2002 y fue trasladada de vuelta con la “jefa”. Nuevamente comienza a entregar todo lo que gana para saldar lo más pronto posible la deuda. Pero, siendo aún menor de edad, comienza una relación con un camarero español que trabaja en uno de los clubes donde la prostituyen. La red permite que convivan como pareja y fruto de ello es un hijo en común. En el tiempo de convivencia María sufre episodios continuos de violencia psicológica y física. 

A lo largo de la entrevista, mientras relata la historia de explotación sexual vivida, María se derrumba y llora desconsoladamente pidiendo disculpas por ello. Dice que “sólo pensar que me iba a acostar con un hombre por dinero me sentía sucia, sin ganas de vivir. Sólo de sentir que un desconocido me tocaba, tenía asco de todos ellos. Empecé a beber para olvidar y sólo pensar en mi hija me daba fuerzas para seguir adelante”. Refiere que tiene problemas de memoria y manifiesta “no tengo fuerzas para continuar, no tengo palabras, eso me duele mucho. Pasé mucha humillación. Yo sólo quería una vida normal y acabó siendo todo un calvario, un infierno. Me han quitado mi infancia, cuando podía haberla vivido junto a mi hija y mi familia”. 

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