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Tras el rastro de la Expo'92: el hito universal que cambió Sevilla

Panorámica de la Exposición Universal de Sevilla.

Juan Miguel Baquero

La ciudad que hubo antes apenas quedó recluida en el espejo del recuerdo. Como si la urbe asomara a las aguas de un Guadalquivir que devolvía un rostro crecido, evolucionado. Era la herencia de la Exposición Universal de 1992, mil veces añorada y otras tantas ocasiones expuesta entre lamentos. Sevilla, en todo caso, nunca fue la misma.

Y el legado de la Expo'92 está vivo, dicen, en el rastro continuo que la Isla de la Cartuja conserva en forma de hitos arquitectónicos. También en aquellas construcciones que se perdieron en el tiempo. O en la huella eterna, sobre todo, de la memoria colectiva.

Inaugurada un 20 de abril, la cita internacional bajo el título de 'La Era de los Descubrimientos' convirtió a Sevilla, durante seis meses, en la capital del mundo. Más de 20 millones de personas visitaron el recinto para conocer costumbres y culturas aglutinadas en pabellones de 112 países, las 17 comunidades autónomas españolas, 23 organismos internacionales y seis empresas privadas.

A la vuelta de la esquina, el 25 aniversario. La efeméride que invita a recuperar una herencia patrimonial capaz de convertirse en atractivo turístico. Quién sabe si a la altura de los precedentes arquitectónicos atados a la Exposición Iberoamericana de 1929.

Guardianes del legado de la Expo

Si debe haber guardianes para custodiar un tesoro, los de la huella universal que cambió Sevilla se llaman Legado Expo. De la idea de esta asociación nace una comisión organizadora que –coordinada por el Ayuntamiento hispalense con la colaboración de la Consejería de Hacienda y el Parque Científico y Tecnológico Cartuja–, será la encargada de velar por una agenda acorde al cumpleaños de un acontecimiento que mutó media Andalucía.

“Llevamos un tiempo de trabajo silencioso y queremos que prevalezca el factor sorpresa”, previene el presidente de Legado Expo, Ángel Aramburu. El 25 aniversario, anuncia, “no debe quedarse en poner en marcha una serie de eventos y recordar lo bien que lo pasamos, sino que debe poner de manifiesto la importancia que tuvo la Exposición Universal para la ciudad”. Y que sirva “como excusa”, subraya, “para que Sevilla tome un nuevo impulso”.

La asociación ha entregado “un dossier con propuestas”. Y algunas van tomando cuerpo, caso del nuevo uso para el Pabellón del Futuro o la recuperación del desatendido Jardín Americano. Incluso en Puerta Triana, que mantiene parte de la memoria de la Expo bajo la alargada sombra de la Torre Pelli.

Sevilla quiere conciliar los vestigios que quedan en pie y la huella de los que se perdieron. Como ejemplo, la portada de la Feria de Abril 2017, un diseño que conjuga elementos cartujanos con la emblemática esfera de la Expo'92, descolorida esta vez por el paso del tiempo, y la mítica mascota, aquel pájaro blanco de pico y cresta multicolor llamado Curro.

Arquitectura como “fiesta de lo visual”

“De los hitos arquitectónicos que se mantienen en pie hay muchos que destacar”, admite Aramburu. Como el pabellón de Hungría, el de la Navegación, el de Andalucía… “o la Torre de Europa, un monolito de 50 metros de alto con las banderas de los países que entonces formaban la Comunidad Económica Europea y que era una construcción efímera y permanece como un emblema del Parque Científico y Tecnológico”, relata Aramburu.

“La Expo'92, turísticamente, es muy interesante porque en un mismo recinto encuentras obras de arquitectos muy importantes y no se está dando el valor que merece”. La propia asociación hace visitas guiadas “haciéndolas coincidir cada año con el aniversario de apertura y clausura”, es decir, 20 de abril y 12 de octubre, fecha conmemorativa del 'Descubrimiento' de América.

Construcciones que desaparecieron y apenas son una sombra en el recuerdo o una mancha de tinta en papel fotográfico, también las hay. El pabellón de Rusia, el Palenque como epicentro “que era efímero y acabó durando 15 años más”… o el malogrado de los Descubrimientos. “Pienso que el cine Omnimax se podría haber salvado”, dice. Y uno “muy simbólico: el pabellón de Japón, el edificio de madera más grande del mundo sin utilizar clavos ni tornillos”, apunta. Una obra pensada por el arquitecto Tadao Ando como una flor, que florecía en primavera y moría con el otoño.

La arquitectura buscaba ser “una manifestación de un mundo plural y una fiesta de lo visual”. De la capacidad de descubrimiento del ser humano y su vocación de futuro como hilo conductor, afirmaban entonces. Puentes como el Alamillo o Barqueta, carreteras, tren de alta velocidad, ampliación del aeropuerto… una revolución en las comunicaciones andaluzas. Otras infraestructuras, menores, quedaron relegadas al olvido: monorraíl, teleférico. Y deambulando entre la decadencia: estación bioclimática –la enorme esfera que vaporizaba agua–, réplica del cohete Ariane 4… Esperando, quizás, que el 25 aniversario de la Expo'92 los rescate.

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