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Los “mostos”, sabores de raigambre en la campiña de Jerez

Mosto, en Jerez.

Luis Serrano

Decía el gran periodista jerezano Julio Campuzano que “para vivir bien en Jerez o se era Domeq o se era caballo”. Habría que añadir o “se tienen diez euros en el bolsillo para pasar un buen rato comiendo y bebiendo con los amigos en un mosto”.

Y es que en en la ciudad, además de bodegas, restaurantes y tabancos en los que recrear los sentidos, encontramos los mostos. Originariamente, eran unos chambaitos que se construían en los viñedos y que en la temporada del mosto colgaban un trapo rojo en la puerta para indicar al caminante que ya disponían del vino nuevo. Hoy en día, estos lugares han evolucionado; en muchos casos, convirtiéndose en una suerte de ventas, pero aún podemos encontrar algunos más cercanos a esta esencia primaria.

Bajo un techo de uralita y en medio de los campos de labor encontramos Peña Layne, en la carretera de Estella al Circuito de velocidad de Jerez, donde por siete euros escasos podremos disfrutar de la comida típica de estos santuarios. Para beber, un buen mosto despachado en botellas recicladas de JB. Para comer no hay duda: un ajo, plato típico de Jerez, Sanlúcar o El Puerto que mantiene intacto su rito en la elaboración. A saber: se maja tomate, ajo aceite y pan, se le añade agua hirviendo y se “arropa” con un trapo unos diez minutos. Luego se acompaña con unos rabanitos. Espectacular y rotundo.

                                                      

Le sigue una berza jerezana con sus acelgas, guisantes, habas y pringá. O podemos optar por unos garbanzos con menudo. Y si se sigue teniendo apetito, es posible rematar el menú con una sopa de tomate templada y algo de chacina.

Añadiendo cervezas, que las dispensan en botellas de litro, no superaremos los ocho euros por persona. Como ven, no es problema de dinero, el problema es levantarse de la mesa con tan contundente almuerzo. Por esta misma zona podemos disfrutar en la Peña gastronómica La Cazuela en Torre Melgarejo o en el peculiar Kiosko Las Flores. No lo duden y conozcan este otro Jerez arraigado y popular. Y ya ven, al final no va a ser necesario ser caballo.

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