Hace sólo un mes, Juanma Moreno se subió al escenario del salón plenario donde se celebraba el XVII Congreso regional del PP andaluz, en el Palacio de Congresos de Sevilla, para dar un discurso de agradecimiento a los cientos de compromisarios que iban a apoyar su reelección como presidente del partido con el 99,95% de votos.
Había 5.000 militantes y simpatizantes. Moreno mencionó un puñado de nombres propios para sacar pecho del papel que estaba jugando el PP en Andalucía, entre ellos, el de José Ignacio Landaluce, histórico alcalde de Algeciras, la décima ciudad más poblada de la comunidad (125.000 habitantes) y un bastión tradicional de la derecha en Cádiz.
Un año antes, el agitador ultraderechista Alvise Pérez había difundido en redes sociales unos pantallazos con mensajes de WhatsApp de dos concejalas de Algeciras comentando los supuestos abusos sexuales del regidor, tocamientos en el lugar de trabajo. “Esta mañana para apartarme de la mesa del chocolate me tocó el culo”, decía una. “Y ya me ha metido mano por debajo de la mesa”, replicaba otra.
Aquel día, en medio de la euforia del congreso que entronizaba a Moreno, el presidente andaluz hizo un reconocimiento público a la gestión de Landaluce en su ayuntamiento, y muchos entendieron que el líder del PP andaluz y presidente de la Junta respaldaba públicamente al veterano alcalde y senador, que terminó entrando en su nueva ejecutiva.
Ese apoyo público se ha enrarecido en los últimos días, después de que el PSOE denunciara a Landaluce ante la Fiscalía del Tribunal Supremo por acoso sexual, malversación y prevaricación, entre otros delitos, y el alcalde reaccionara (para sorpresa de muchos) dimitiendo como presidente del PP de Algeciras y pidiendo la suspensión temporal de militancia y de todos sus cargos orgánicos para poder defenderse sin dañar la imagen del partido.
Muchos dirigentes del PP andaluz quedaron en shock. No entendían el movimiento brusco del veterano alcalde, justo el día en que el PSOE se estaba cociendo vivo en el hervidero del caso Salazar y otras acusaciones de mujeres del partido contra dirigentes por supuestos abusos sexuales.
Ese desconcierto aterrizó en pista este miércoles, cuando El Correo de Andalucía publicó la grabación de una reunión entre un dirigente de la ejecutiva del PP de Málaga y asesor jurídico en el Ayuntamiento de Algeciras, Marcos Borrego, presiona a la exedil Laura Ruiz, que difundió y comentó los mensajes sobre supuestos abusos a sus compañeras, para que reconociera ante notario, y por escrito, que lo había hecho por “odio”, por su “cabreo personal”, “por perjudicar al alcalde”, y por último, por sufrir un “desequlibrio mental”, pero que ya había “recuperado la sensatez”.
Borrego se presenta como “el abogado del partido en el caso este de José Ignacio” [Landaluce], aunque desde la dirección del PP de Málaga trataron de explicar que no actuaba en representación del partido, sino como “abogado particular”. Al difundirse más partes de la grabación, los populares optaron por guardar un silencio sepulcral, ni desautorizaron a Borrego ni pidieron públicamente el acta al alcalde de Algeciaras.
“¿Desequilibrio mental? Marcos, eso me puede hacer daño”, le responde Ruiz en la grabación. “Laura, hay dos personas que, hipotéticamente, según los pantallazos que Alvise [Pérez, agitador ultraderechista] publica, son objetos de una conducta de agresión sexual y en ese chat participas tú como oyente, ¿vale o no? Estas dos personas dicen que es falso, tú no puedes decir que es verdadero”.
La grabación se difundió coincidiendo con el debate final de los Presupuestos Autonómicos de 2026 en el Parlamento. Varios portavoces de la oposición, desde Vox a Adelante Andalucía, mencionaron el asunto desde la tribuna. Una diputada de la ultraderecha preguntó a la bancada del Gobierno de Moreno si apoyaban que un dirigente de su partido presionara a una concejala de su partido para que firmara ante notario “que estaba loca” con tal de proteger a Landaluce de las acusaciones de abuso sexual.
En privado, altos dirigentes del PP andaluz admitieron que Moreno ha pedido marcar distancias con el histórico regidor, que está llamando a miembros del Gobierno andaluz y de la cúpula del partido, pero no le cogen el teléfono. Nadie le ha pedido que entregue el acta públicamente, pero admiten que esperan que él de ese paso, como lo hizo al pedir la suspensión temporal de militancia y abandonar sus puestos orgánicos. Landaluce es senador y, por tanto, aforado, y está en ciernes de una investigación por parte de la Fiscalía del Supremo.
El equipo de Moreno no quiere que el presidente se vea salpicado por un asunto tan turbio, que además rompe su línea de ataque contra el PSOE por los casos de abuso sexual, pero reconocen que marcar distancias tiene un riesgo añadido: Algeciras no es un municipio cualquiera que el PP pueda arriesgarse a perder, es un puntal del voto conservador donde Landaluce ha encadenado varias mayorías absolutas con un discurso duro que neutraliza el avance de Vox. Son 125.000 habitantes, votos clave en las autonómicas que tocan en menos de seis meses, y donde Moreno se juega la mayoría absoluta ante el avance disparado de la ultraderecha.
Alvise Pérez borró los mensajes nada más publicarlos, pero ya se instalaron en la pugna política del municipio algecireño, de Cádiz y del Parlamento andaluz, donde el presidente de la Junta empezó a recibir presión desde la oposición para que forzara a Landaluce a dimitir. El asunto estaba lleno de aristas: las dos concejalas que aparecen en los mensajes -Susana Pérez Custodio y Eva Pajares- negaron haber sufrido acoso sexual y hablaron de la “distorsión” de sus Whatsapp, pero nunca lo denunciaron.
Una de ellas, Pajares, había sido nombrada delegada de Salud en Cádiz, un movimiento “sospechoso” que empujó al PSOE a denunciar un supuesto delito de malversación, en teoría, por usar fondos públicos para “comprar el silencio” de las víctimas del presunto acosos sexual.
El PSOE anunció una denuncia en los tribunales, que hasta la semana pasada no registró ante la Fiscalía del Tribunal Supremo
se viese en el ojo del huracán en octubre del año pasado, cuando se difundieron los pantallazos de WhatsApp en los que Susana Pérez —aún edil en el consistorio—, Eva Pajares —actual delegada territorial de Salud en Cádiz— y Laura Ruiz hablan de situaciones en las que supuestamente Landaluce les tocaba “el culo” o les metía mano “por debajo de la mesa”. Las dos políticas que eran supuestas autoras de esos mensajes, Pérez y Pajares, firmaron un comunicado esos días en los que tildaron de “falsa noticia” y de “distorsión” lo publicado, pero nunca llegaron a negar que los mensajes fueran reales. E
En el pasado congreso regional del PP andaluz, en noviembre, el presidente de la Junta y líder del partido, Juan Manuel Moreno, destacó la buena gestión del regidor.