Una mujer presenta una denuncia contra Adolfo Suárez por agresión sexual cuando era menor: “He necesitado años de terapia para procesar el trauma”
Una mujer presentó a comienzos de diciembre ante la Unidad de Atención a la Familia y Mujer (UFAM) de la Policía Nacional una denuncia por agresión sexual contra el expresidente del Gobierno Adolfo Suárez. La denuncia, a la que ha tenido acceso elDiario.es, describe con detalle hechos que sucedieron entre los años 1982 y 1985. El primer episodio de agresión que relata ocurrió cuando ella tenía 17 años y Suárez, 50. “Necesité muchísimos años de terapia para procesar el trauma y eliminar el dolor al hablar, ahora me siento segura y arropada. En aquellos momentos era implanteable denunciar y menos a un personaje así. Cuando muere su agresor, las víctimas suelen descansar, en mi caso ha sido lo contrario: fue morir y ponerle el nombre al aeropuerto, hacerle un héroe nacional, encontrarme imágenes por todas partes y ahora la serie... oigo hablar de ella y de él a todas horas, ya no puedo más”, explica Ariadna, nombre ficticio, en conversación con este medio.
La denuncia se dirige contra Adolfo Suárez, pero también identifica a dos personas que trabajaban en su despacho y que, considera, pudieron ser cómplices o encubridores. Estas dos personas eran quienes la llamaban para citarla al despacho del expresidente del Gobierno y abrían la puerta cuando llegaba. Suárez murió en 2014 y los hechos están, además, prescritos. La denuncia, no obstante, está ya en un juzgado de Madrid remitida por la Policía Nacional. Ariadna busca una reparación simbólica por unos hechos que, cuenta, impactaron profundamente en su vida.
elDiario.es ha podido comprobar que Ariadna, que tiene ahora 60 años, cuenta con un documento de la Comunidad de Madrid que la acredita como víctima de violencia de género y con varios informes que muestran la atención psicológica que ha recibido. Este medio tiene también la carta que Ariadna decidió enviar a Adolfo Suárez en 2003 en la que describía las consecuencias que había sufrido a lo largo de los años y en la que le pedía explicaciones. “He sufrido mucho en silencio, he necesitado ayuda psicológica, como he podido he ido sobreviviendo (...) Me gustaría que me dieses una explicación de por qué me tocó ser un juguete”, dice en la misiva, fechada el 29 de julio de 2003. La mujer cuenta que fue la psicóloga que le trataba entonces quien le recomendó escribir una carta a modo de desahogo. Esa misiva, dice, nunca tuvo respuesta.
Cita en su despacho
Después de las elecciones de 1982, Ariadna dirigió una carta al despacho de Adolfo Suárez pidiéndole asesoramiento sobre qué podía estudiar “para ayudar a mi país y a mi gente”. Un secretario de Suárez –la mujer incluye en la carta la identidad de él y de otra secretaria que también estaba presente en el despacho cuando ella iba– la llamó al teléfono de casa de sus padres y la citó para el día siguiente.
El 23 de noviembre de ese año, Ariadna acudió al despacho y la pasaron a una sala en la que apareció Adolfo Suárez. “Se interesó por mí y por mis estudios, me preguntó sobre mis padres, a qué se dedicaban. También me aconsejó que para ser política podía estudiar lo que yo quisiera, pero tener una buena formación jurídica ayudaba. Me hizo muchas promesas, que él me iba a ayudar, que iba a seguir mis pasos, y yo en ese momento me lo creí”, puede leerse en la denuncia. Según el relato de la mujer, Suárez le preguntó si tenía novio y si tomaba anticonceptivos. “Y me respondió lo típico, 'pero cómo es así', 'los chicos de tu edad son tontos y ciegos'”, cuenta la mujer, que asegura que hubo varios silencios muy incómodos en los que el hombre se quedaba sonriéndole.
Ahí acabó su primer encuentro. Durante unas semanas mantuvieron el contacto. Suárez, cuenta, le envió una felicitación navideña a casa y poco después volvieron a verse en un acto de partido, el CDS. El día después, una de sus secretarias la llamó a casa para citarla en el despacho: Adolfo Suárez le prestó dos libros y ella, tiempo después, se los devolvió.
Fue a comienzos de marzo cuando la citaron de nuevo al despacho el 4 de marzo de 1983. “Ese día lo recuerdo con horror. Estábamos sentados igual que las veces anteriores, en el sofá de cuero blanco, cada uno en su extremo, pero de repente ASG me cogió la mano y empezó a darme tirones hacia él, yo no me movía, no quería acercarme a él, lo intentó tres o cuatro veces y como no me movía al cabo de un rato se abalanzó sobre mí y me robó mi primer beso en los labios. Me dijo que separase los labios para meterme la lengua (...) Introdujo su mano por debajo de mi camiseta y bajo el sujetador me magreó las tetas. Yo no entendía nada, me quedé totalmente bloqueada y no reaccionaba”, dice en la denuncia. La mujer relata en ella que Suárez le obligó a hacerle una felación: “Eyaculó fuera y se limpió con un pañuelo”.
“No supe poner nombre a lo que había pasado. Años más tarde sería una de mis psicólogas la que me dijo que había sufrido una violación siendo menor de edad y también me explicó que mi falta de reacción fue consecuencia de la intimidación ambiental y del abuso de superioridad”, prosigue. Ariadna cuenta que una vez salió del despacho empezó a correr y se echó a llorar, que no se atrevía a contar nada a nadie y que su familia estaba ilusionada con la ayuda que Suárez le estaba prestando. “A partir de ese momento si salía en la tele yo no quería verle y mis padres me decían que era tonta”, agrega.
Más episodios
En la denuncia, la mujer incluye otros dos episodios durante 1983; uno antes de que ella, en septiembre, entrara en la universidad a estudiar Derecho, y otro en diciembre. “Esa vez eyaculó en mi pelo y me lo manchó todo (...) También me mandó un christmas esas navidades. Sé que hubo más encuentros, todos igual de horribles, yo cada vez me hacía más daño yendo allí, pero no lo sabía parar”. Todos esos encuentros se produjeron en el despacho profesional de Suárez. Hasta que en agosto de 1984, cuenta Ariadna en la denuncia, la citaron en su domicilio particular: “Recuerdo que le dije que tenía la regla y que usaba tampones (a ver si con un poco de suerte desistía), me dijo que le daba igual”. En la denuncia, la mujer incluye un relato detallado de lo ocurrido tanto del despacho como de la casa de Suárez.
Ariadna describe que, una vez en la casa, Suárez la hizo sentar en un sofá y la obligó a ponerse encima de él, “me sobaba por dentro de la ropa todo el cuerpo”. Después, prosigue, la llevó a una habitación e intentó penetrarla: “Me hacía daño y me giré, le pedí, por favor, que no lo hiciera, y se subió el pantalón”. A finales de 1985, al límite, Ariadna escribió una carta “para que me dejase en paz”. No recuerda si la volvieron a llamar del despacho, pero ella ya no fue nunca más. “Lo que sí recibí fue un tarjetón de su puño y letra firmado por él donde me decía que no aceptaba 'mi renuncia'. Y a los pocos días se personó frente al portal donde vivía con mis padres”, consta en la denuncia, en la que Ariadna deja el nombre de dos mujeres que le vieron en ese momento.
Ariadna se le contó a su madre y, más tarde, lo supieron sus hermanos y su padre. En 2002, a raíz de una depresión, la mujer recibió atención psicológica por primera vez y fue en terapia cuando verbalizó lo sucedido y comenzó un proceso para afrontar el trauma vivido, que le había dejado importantes secuelas físicas y emocionales.
La mujer cuenta ahora que negarse a los encuentros con Suárez le producía un miedo inasumible: “Pensaba que podían hacer conmigo lo que quisieran, que me podían hacer algo. Cuando empecé a trabajar tenía miedo de que hablaran con mis jefes, de que no me contratasen, de que me siguiesen... hasta que recibí ayuda de profesionales y entendí que lo que me había pasado”.
Como parte del tratamiento, la psicóloga que la atendía en 2003 le aconsejó el ejercicio de enviarle una carta. En ella dice: “La relación de poder y superioridad era impresionante, me vi envuelta en una situación de la que no sabía cómo salir, tampoco sabía cómo explicar a mi familia que no te quería ver, que no podía oír hablar de ti, que dejasen de idolatrarte”. Cuando la envió al domicilio particular de Adolfo Suárez, Ariadna tenía 38 años.
En conversación con elDiario.es, Ariadna deja claro que esta denuncia, de escaso recorrido penal porque los hechos están prescritos y el acusado está muerto, es para ella una forma de reparación pública. “Las víctimas hablamos cuando podemos. A la gente le puede parecer una barbaridad que denuncie ahora, pero dentro de esta mujer de 60 años está la niña de 17 a la que violaron y agredieron, y esta mujer lo está haciendo por esa niña de 17 a la que ahora abraza”, explica.
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