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Sobre este blog

El Ojo izquierdo nació en El País en 2010 y prolongó su vida durante diez años en la cadena SER, con vivienda propia en el Programa Hoy por Hoy, primero con Carles Francino, después con Pepa Bueno y finalmente con Àngels Barceló.

Ahora se instala con comodidad en elDiario.es, donde es de esperar que se mantenga incólume la aviesa mirada de su autor, José María Izquierdo.

El barredor de tristezas que nunca llega

Sánchez, en el acto del foro 'Generación de Oportunidades'.

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Nos vendría muy bien en estos momentos el rabo de nube de Silvio Rodríguez, ese barredor de tristezas que se llevara lo malo. Necesitaríamos limpiar el campo de juego, tirar todas las fichas del tablero y empezar la partida de la política con el contador a cero. Han sido tantos y tan graves los acontecimientos de los dos últimos años, aquí ya los citamos una vez, que todo en la vida pública está distorsionado por esos descomunales retos que hemos tenido que afrontar. Recordemos una vez más: pandemia -aún hoy con muertos reconocidos-, Filomena, el volcán de la Palma y, por supuesto, la guerra.

Pasa con todos estos acontecimientos que nos impiden ver el perfil real de cada uno de los protagonistas en liza. Tenemos a un Gobierno que va tapando las grandes vías de agua como puede, exigido al máximo en el día a día y que apenas si ha podido poner en marcha proyectos que sustentaran un futuro mejor. Sería muy ingrato, y a juicio del Ojo muy injusto, no reconocer que ha ido superando las pruebas de este terrible juego del calamar con más aciertos que errores, con una muy aceptable eficacia en un gobierno novel -tomó posesión en enero de 2020- y luciendo, además, el medallón de primer gobierno de coalición de la democracia. Otra cosa, lo dijimos la semana pasada, es su incapacidad para la comunicación, que ni tan siquiera han sabido vender esos éxitos evidentes. 

Necesitaríamos un paisaje abierto, unos meses de atmósfera limpia para que las fuerzas de Sánchez llegaran a convencernos de sus propuestas de futuro. Si es que se mantiene la coalición como tal, que también para resolver esa duda necesitaríamos un horizonte despejado. Desgraciadamente para él, el Gobierno no puede esperar al rabo de nube sanador y ha de actuar con todo lo que tiene encima, sea suya la culpa, y una parte lo es, o sobrevenida como en todo nuestro entorno, que también. Mala suerte, podrán decir, pero no pueden dejar de pedalear si no quieren evitar caerse de la bicicleta. Está muy bien que se haya obtenido reconocimiento de la isla ibérica, cuidado con las loas excesivas, que la S era de Supermán y no de Sánchez, pero ya se está tardando en solucionar el precio de los combustibles, el precio de la luz y la cadena de miserias que nos acompañan desde hace días, la falta de leche semidesnatada como símbolo. Veremos si las medidas anunciadas ayer, algunas de ellas se fijarán en el Consejo de ministros de hoy mismo, son suficientes para frenar el descontento popular. Y habrá que trabajar, el Ojo no se cansará de repetirlo, en explicar a la ciudadanía lo que ocurre, lo que ha pasado, pasa y lo que se va a hacer. Pero ya, inmediatamente, que ayer era tarde para hacerlo. Movimiento, por favor, movimiento, hablen y hablen, cuenten y cuenten. 

Fíjense en cambio que fácil, pacífico y sencillito lo tiene la oposición. Por un lado, el PP. Eligen a un sucesor del desastroso pimpollo Casado, sabedores de que tal personaje los llevaba a la ruina, por el método a la búlgara del 99 por ciento. Y no les da vergüenza. Piensen medio minuto en lo que significa tal barbaridad, lo que demuestra la calidad democrática de la organización y sus dirigentes, incapaces de afrontar unas elecciones internas como se hace en los partidos que de verdad creen en las urnas, que ellos consideran una bendición que Alberto Núñez Feijóo, oh señor, buen señor, descienda su aura hasta nosotros. 

¿Y qué tiene que hacer ahora el PP, el mundo vuelto del revés? Nada. Esperar, sentadito en su sillita, que ni siquiera debe darse prisa en aclarar su posición con Vox. Superado el trago de beber hasta el fondo de la copa la ignominia de tener que gobernar con las huestes de Abascal, ahora dejará pasar la vida, que a ellos y a los otros les bastará con dar leña al Gobierno. Cuenta el mayor partido de la derecha con una notable carga de desvergüenza en sus alforjas dialécticas, y Núñez Feijóo ya nos ha demostrado que será un buen discípulo de sus maestros, que ahí está, por ejemplo, el descaro de gritar como un energúmeno en un vagón del metro que Sánchez se lleva los dineros de los impuestos a la gasolina, cuando bien sabe él mismo, como presidente de Galicia, que se reparten con las autonomías, o sea, con el mismo Feijóo.

Tampoco Vox debe acelerar mucho, que las aguas subterráneas se mueven a su favor, entre sus fervientes defensores, ahí está la gran reina del vermú, la insuperable Isabel Díaz Ayuso, o los complacientes voyeurs del resto de comunidades del PP que tan amorosamente acogen sus votos, vean al educado Juan Manuel Moreno de Andalucía, a sus pechos las papeletas de Abascal. Harán, claro, todo lo que puedan para enfangar el terreno de juego, en las protestas agrícolas o en las manifestaciones de camioneros, que como se ha visto en toda Europa, a los ultraderechistas les gusta el chaleco amarillo, el grito y la pedrada, que así demuestran cuán antisistema son. Han empezado ahora y lo vamos a sufrir en los próximos meses, si no se les mete en vereda como se hace con los anarquistas en Barcelona o las bandas latinas en Madrid. Al delincuente, palo. (La rehabilitación, después; no antes). 

Este es nuestro futuro político inmediato. Un PSOE presionado, con unos aliados siempre en la cuerda floja, y una oposición desvergonzada y canalla con la navaja en la liga. Procure Sánchez todos los pactos que quiera con la oposición, pero ya le extrañaría al Ojo que enfrente, en el PP, encontrara, al menos, ayuda institucional. O desde el Gobierno se acelera el trabajo, se acierta en los objetivos y además se le cuenta a la ciudadanía lo que se ha hecho con llaneza y convicción, y así ganártela para la causa, o pasar andando por las brasas de las hogueras de Alicante va a ser un caminito de rosas para lo que les espera. Hay muchas piedras en el camino. Empiecen a quitarlas hablando con la gente. Luz, más luz.

Adenda: No se arremolinen para empurar al hermano de Díaz Ayuso. Deje la Fiscalía Anticorrupción europea que se arranque la española, y espere el resultado. A ver si entre tantas manos se escurre la liebre. 

Sobre este blog

El Ojo izquierdo nació en El País en 2010 y prolongó su vida durante diez años en la cadena SER, con vivienda propia en el Programa Hoy por Hoy, primero con Carles Francino, después con Pepa Bueno y finalmente con Àngels Barceló.

Ahora se instala con comodidad en elDiario.es, donde es de esperar que se mantenga incólume la aviesa mirada de su autor, José María Izquierdo.

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