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Sobre este blog

El Ojo izquierdo nació en El País en 2010 y prolongó su vida durante diez años en la cadena SER, con vivienda propia en el Programa Hoy por Hoy, primero con Carles Francino, después con Pepa Bueno y finalmente con Àngels Barceló.

Ahora se instala con comodidad en elDiario.es, donde es de esperar que se mantenga incólume la aviesa mirada de su autor, José María Izquierdo.

El error es Casado, el peligro es Vox

El líder del PP, Pablo Casado.

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Seguramente tienen razón los analistas políticos, que andan locos dándole al magín -y a la calculadora- tras conocerse los resultados de Castilla y León, en considerar que el tema más urgente y más importante en estos momentos es saber cómo podrá gobernar la Comunidad el popular Alfonso Fernández Mañueco, a la vista de las raquíticas cifras del PP y la opulencia del voto a Vox. Es muy posible que la razón eligiera ese problema como el fundamental, pero al Ojo, siempre tan raro, no es el asunto que más le preocupa. Si está inquieto, desazonado, alarmado y taquicárdico, es por el hecho, incontestable, la aritmética no miente, de que en apenas tres años, los votantes de Vox, Arriba España, que en España empieza a amanecer, los castellanoleoneses que apoyan a Santiago Abascal y sus huestes han pasado de 75.331 individuos (esos fueron sus votos en las elecciones de febrero de 2019) a 212.605 y de un escaño entonces, a trece, repito, trece, ahora. Presentaba el partido, además, a un energúmeno desconocido como candidato, disfrazado de lechuguino de fin de semana, pero eso sí, homófobo y xenófobo hasta las cachas. ¿Miedo?, preguntan. Pánico, es la respuesta. 

En crudo y por derecho. ¿Qué hace bien esta ultraderecha vociferante para encaramarse al machito? ¿Cómo es posible que un programa de gobierno como el que presentan, retrógrado, inútil, risible por su inoperancia y desconocimiento de la realidad política y social del mundo en el siglo XXI, que ataca con virulencia logros democráticos adquiridos tras muchos esfuerzos por la ciudadanía, cómo es posible, repetimos, que arrastre tantas voluntades? Así que sensu contrario, habrá que preguntarse lo obvio: ¿tan débiles son los partidos democráticos en defender sus valores? ¿Nos hemos dejado vencer en la guerra de la propaganda? ¿No hemos sabido hacer frente a la mentira organizada, a la desvergüenza que lucen los próceres de la caverna y sus corifeos mediáticos? ¿No influirá, aquí, en este país, la degradación de la política a la que ha llevado al barro el partido de la calle Génova, sucias palabras, sucias maneras, pasto para demagogos y populistas como Abascal, agravada por la benevolencia y exquisitez culposa con la que trata a Vox, hasta convertirse en la única derecha tradicional en Europa que no huye de ellos como de la peste, contaminación fascista indeseada? Recordemos que en Andalucía gobiernan con sus votos y en Madrid, la reina de las tabernas comparte risas y responsabilidades con la ultraderecha, amigos para siempre. Esto es lo que trae el blanqueo de la ultraderecha feroz. 

Ya lo dijimos aquí: el PP necesitará de Vox, de una manera u otra para gobernar en Castilla y León. Veremos si Abascal mantiene su primer pulso, fuerte, vigoroso, lanzado en la misma noche de las elecciones de exigir la vicepresidencia para su partido, opción que ya ha rechazado Casado. Habrá tiempo para muchas idas y venidas, pero que hay nubes para la democracia, las hay, y muy negras. Lo que nadie puede dudar, visto el fracaso del PP, es que Vox, por mano de Abascal, va a pilotar el Gobierno, por aquí derechito y no te tuerzas ni un milímetro. Y Mañueco solo podrá decir amén. En cualquier caso, nos esperan meses duros con un gobierno armado sobre ese terrible andamiaje. A no ser que… dado que nos hemos vuelto todos locos, ¿quedaría espacio para la colaboración PP-PSOE, cualquiera que sea la fórmula que impida entrar a Vox en el Gobierno?

Pero vayamos a lo más importante. ¿Qué pensarán ahora el pimpollo Casado, su valet de chambre Teodoro García Egea y toda la plana mayor del partido, con Mañueco en una esquinita, sobre la inteligentísima jugada política de adelantar unas elecciones cuyo único logro palpable es pasar de una convivencia bastante pacífica con Ciudadanos -decidan ustedes si echan alguna lagrimita por su desaparición- a otra a la greña con Vox, y que va a condicionar su política, sí o sí? Desastre monumental, estrepitoso. ¿Cómo saldrá de ésta Casado, más debilitado que nunca dentro de su partido, que ya empieza a ver en su triste figura el rostro de Antonio Hernández Mancha?

Y no, no nos olvidamos del PSOE y de Unidas Podemos, ruina manifiesta, por muchos votos que les hayan arañado los partidos pequeños. ¿Alguna vez se preguntarán los dirigentes por qué sus candidatos son como son, seguro que decentes y listos, pero en el fondo tan poco atractivos? ¿No hay otra manera de elección que la que dicta un aparato anquilosado de funcionarios, éste es de los nuestros y aquí no mete mano ni dios?    

Adenda. Y si la dirección del PP no considera que el resultado de estas elecciones ha sido un absoluto fracaso, solo puede deberse -hipótesis aterradora- a que el pimpollo quería que se diera este resultado como prueba de laboratorio para unas elecciones generales futuras. ¿Probamos un ticket PP-Vox? ¿Cuál de las dos alternativas es más demoledora para el gran líder Casado, chisgarabís ideológico, deslenguado y un punto patético, tan parecido al sastrecillo valiente? Solo imaginarlo da vértigo: coalición PP-Vox en La Moncloa. El auténtico Gobierno Frankenstein. Una pesadilla.

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