No estaban muertos, que estaban de parranda. Vuelve la vieja guardia del PSOE, incombustible, para tratar de acabar, otra vez, con Sánchez y ahora con el odioso sanchismo. Y no son suposiciones del Ojo, que detrás de esta información hay buenas fuentes socialistas que conocen bien aquel viejo y hediondo paño. Ahora les contamos la estrategia, pero antes vayan unos pocos antecedentes. ¿Recuerdan ustedes a aquellos dirigentes del PSOE que dieron alma, corazón y vida para que su partido se abstuviera en la votación pertinente y Mariano Rajoy fuera elegido presidente? Así ocurrió, tras una guerra cruenta en sus filas, y así nos tragamos la legislatura, entre otros desastres, el tsunami catalán de 2017 que culminó en aquella fatídica aplicación del 155. Vino luego el bolso vacío de Soraya y se formó el gobierno de coalición.
Porque saltándose a la nomenclatura que propició aquella insólita actuación de los socialistas, Pedro Sánchez renació de sus cenizas y logró la secretaría general del PSOE por delante de la candidata que querían encumbrar los mismos que habían abierto la puerta a Rajoy. Innecesario recordar lo que ha sucedido desde entonces, que ustedes conocen muy bien. Bastará señalar que aquel tropel de socialistas auténticos, tatuaje de Pablo Iglesias, el bueno, el tipógrafo, grabado a fuego en la tetilla izquierda, sí que representaban a las masas del partido, decían ellos, qué más daba que hubieran perdido las votaciones, se replegaron a sus cuarteles, pero nunca dejaron de intrigar en contra de Sánchez, aquel que apareciendo desde las catacumbas a las que le habían arramblado, les venció en campo abierto a pesar de todas las maniobras, sutiles y groseras, que emprendió el hasta entonces todopoderoso aparato de los gerifaltes del PSOE. Nunca se lo perdonaron. Y ahora, de nuevo, se lo quieren hacer pagar.
¿Y qué andan pergeñando todos aquellos entes fantasmagóricos del partido que un día dirigió Felipe González? Ante la evidencia de que el susodicho Sánchez es de titanio, resulta que al olor de las sardinas los gatos han resucitado, miau, miau, y hoy están a punto de reencarnarse, una vez más, en honorables políticos de pro, sumamente respetables, sintiéndose de nuevo llamados por la patria y con unas ganas incontenibles en ese corazón que les rompe el pecho de salvar a España de otros cuatro años de dictadura sanchista. Ahí están los Redondo Terreros, los Leguinas y otras gentes del lugar, amenizados por esos ridículos intelectuales de opereta -¡hay tantos!- que han patrocinado desde su superioridad moralista todos los fracasos habidos y por haber, de UPyD a Ciudadanos. ¡Qué gran visión política!
Tratarán todos ellos, amalgama de gentes con nula entereza moral y ansiosas de venganza, amparados y jaleados hasta el bochorno por esa prensa de la caverna que antes los vilipendiaba y ahora les baila el agua, hipócritas unos y otros, de aglutinarse alrededor de algún resentido mayor -¿qué tal Alfonso Guerra, que hoy mismo presenta libro?- para más pronto que tarde empezar a desarrollar una estrategia que tienen perfectamente diseñada, e incluso no descarten ustedes que ya la hayan puesto en marcha de forma soterrada. Les va a gustar.
Anoten. Ante una posible victoria de Núñez Feijóo, las cartas a jugar, ya lo han decidido, serán las siguientes. Tenemos que salvar a España de la llegada de Vox, porque nosotros, sépanlo ustedes, somos unos demócratas como no hay otros en el mundo mundial. Así que el PSOE, el nuestro, el de siempre, no el de esos desharrapados del sanchismo, nos ofreceremos generosamente para abstenernos en la votación a presidente del Gobierno-¿les suena de algo?- y propiciaremos que ocupe Feijóo el palacio de La Moncloa sin necesidad de aliarse con Vox. España y yo somos así, señores. ¿No les conmueve este heroico proceder, un sacrificio de este calibre para salvar a la ciudadanía de las garras de la ultraderecha? ¿Se dan cuenta de cuán generosos y nobles somos? ¿De cuánta hidalguía hay dentro de nuestra propuesta? Y ahora ganaremos, porque Sánchez ha sido derrotado y se va a quedar más desnudo de seguidores que el mismísimo Adán en el paraíso. Sacaremos la Susana Díaz que corresponda, y hala, a empezar el periodo de oposición mientras gobiernan ellos, que para eso son los que saben, fuera de nuestra vista bolivarianos y demás gentuzas.
Observen la magnitud de la traición, porque en mitad de la campaña electoral, a tan insignes próceres socialistas, publicistas huérfanos de tarjetas black e intelectuales presuntuosos, no les ha pasado por la cabeza la idea de apoyar, con ganas y energía, a quien es el secretario general de su partido, elegido democráticamente por las bases. Al presidente que ofrece una labor de gobierno que ya hemos enumerado una y mil veces y que ha situado a España en un lugar mundial relevante. Quizá así, con la lealtad a la que deberían estar obligados, contribuirían de verdad, y no con subterfugios de tahúr y rencores despreciables, a evitar el triunfo de la derecha. Pero quizá no es eso lo que les interesa, que lo único que persiguen, odio irracional y venganza rastrera, es fulminar a Sánchez.
Pero la vida es un tango, ya se sabe, y los embozados pueden encontrarse con sorpresas. Problema uno. A lo mejor no gana Feijóo o no le alcanzan los votos con Vox. Problema dos: a lo peor ya no hay nada que ofrecer porque Feijóo ha elegido casarse con Abascal por la iglesia -de qué otra manera podría ser-, estado en el que se halla más cómodo que repantingado en los sillones de orejas de un club inglés, como se demuestra con los innumerables pactos que ya ha firmado con Vox aquí y acullá. Pero les dará igual a aquellos aprendices de brujos, porque ya habrán conseguido lo que querían: meter cizaña y cortar la hierba bajo los pies de Sánchez. ¡Qué bella estampa la de estos socialistas de verdad, se vitorean ellos solos, trabajando a destajo para que pierda el candidato socialista!
Por lo demás, gocen ustedes con los gobiernos ya constituidos de PP y Vox, vergüenza y deshonra para quienes los han firmado, arriba el ideario ultraderechista, incluido el desprecio a la violencia de género, encaramado a las líneas básicas de sus gobiernos. Derrotada la izquierda, desde luego, pero derrotada la democracia. Porque lo peor del aguerrido Vicente Barrera no es que haya sido torero -que ya tiene lo suyo- es que es un franquista y un trumpista redomado, imbatible, por cierto, ese dúo humorístico del gallego y el yanqui. El vicepresidente valenciano, como han dejado claro sus tuits y sus caballos, está a un paso del fascismo. Y a Feijóo no se le mueve un pelo del tupé. Son los míos. Eso es, exactamente, lo que nos espera a partir del 23J como no empujemos. A fondo y sin descanso.
Adenda. Habrán sido centenares los muertos en el naufragio del mar Jónico, hombres, mujeres y niños, decenas de niños. Estremece pensar en las últimas horas de aquellos seres humanos igualitos a usted y a mí, dejando su perra vida ahogados en aquellas aguas tenebrosas cuando sólo anhelaban un lugar para poder vivir con cierta dignidad. Pero todo es aún más trágico ante la evidencia de que son los xenófobos de la extrema derecha los que en muy poco tiempo pueden decidir el futuro de la inmigración hacia Europa. Son los húngaros, los polacos, los melonis, los lepenianos o los abascales quienes tendrán en sus manos racistas el futuro de tantos precarios seres humanos. ¡Qué porvenir tan negro les espera a ellos y cuánto horror vamos a tener que contemplar nosotros desde aquí, anclados en tierra firme!
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