Cuando una familia de Euskadi decidió ponerse en marcha para denunciar un proyecto educativo del centro en el que estudia su hija, una de sus primeras acciones fue contactar con la dirección del centro. El proyecto estaba enmarcado en el programa STEAM (Science, Technology, Engineering, Arts & Mathematics) de la escuela, es decir, el programa que incluye iniciativas de enseñanza y aprendizaje del ámbito científico-tecnológico. Concretamente, el proyecto consistía en incubar en el aula huevos de pato procedentes de un productor local hasta su eclosión. Posteriormente, las aves estuvieron en las aulas hasta que, tras rechazar la posibilidad de que fueran acogidas por un santuario, las llevaron a una granja-escuela antes de las vacaciones de Navidad. A pesar de los potenciales problemas de bienestar animal y de la ausencia de reflexión crítica alrededor de un proyecto con aspiraciones educativas, la familia obtuvo por respuesta una desestimación a su propuesta de no usar animales en los proyectos del centro.
Tras la negativa, la siguiente acción que emprendió la familia fue buscar apoyos fuera de la institución educativa contactando con organizaciones implicadas en la defensa de los animales, y acabó llegando a Antropología de la Vida Animal, Grupo de Estudios de Etnozoología, adscrito al Institut Català d’Antropologia. De dicho contacto surgió la iniciativa de elaborar un informe en el que argumentar desde distintas disciplinas la necesidad de abandonar el (ab)uso de animales en contextos educativos. Para ello, y aprovechando el carácter multidisciplinar del grupo de investigación, se ha recurrido a aportaciones de la antropología, la psicología social, la neurobiología, la ciencia del bienestar y la investigación educativa.
Como resultado, lanzamos Animales en las escuelas, un informe que invita a la comunidad educativa a reflexionar sobre cómo los animales son aprendidos y utilizados en el sistema educativo. Si bien el texto se desarrolla centrándose principalmente en proyectos pretendidamente educativos como la incubación de huevos y la tenencia de acuarios en las aulas, su enfoque e implicaciones son extensibles a buena parte de las situaciones de enseñanza-aprendizaje que apelan, de manera más o menos explícita, a la relación humano-animal o que directamente recurren al uso de animales.
En el informe proponemos un aspecto propio del quehacer antropológico, aunque valioso en cualquier ámbito: el extrañamiento. Extrañarnos ante lo distinto para tratar de entenderlo y extrañarnos ante lo conocido para verlo desde otro lugar y desarrollar un pensamiento crítico. Esta herramienta sencilla, aunque no fácil, procura ampliar la comprensión del otro y no dar por sentado lo conocido como la única perspectiva posible. Nuestra propuesta es aplicar esa reflexividad, no sólo a la otredad y diversidad humana, sino también a las demás especies, a esos otros animales y a la forma en que se transmiten conceptos y valores en torno a ellos. En las prácticas educativas que involucran a animales no humanos ¿realmente se procura un conocimiento que tenga en cuenta sus propios intereses? ¿Se piensa en las implicaciones que tienen dichas prácticas sobre esos otros? Cuando se habla de bienestar, respeto o empatía hacia los animales ¿en qué parámetros se manejan esos valores? Y ante conceptos como explotación, dominación o violencia ¿cómo se aprenden cuando se trata de animales de otras especies?
Desde esta perspectiva, el informe justifica la necesidad de cuestionar y replantear las estrategias pedagógicas en torno a los otros animales en las aulas partiendo de la sintiencia como criterio de consideración moral. La sintiencia es la capacidad de tener experiencias subjetivas positivas y negativas, es decir, de disfrutar y de sufrir, lo que convierte a los seres sintientes en sujetos con intereses sobre su propia vida, como perseguir el placer o evitar el dolor. La investigación sobre la sintiencia en animales no humanos ha crecido exponencialmente en las últimas décadas. El informe resume los criterios científicos actuales, basados en la evidencia neurobiológica y cognitivo-conductual, que permiten determinar con alta probabilidad si un animal es sintiente. En este sentido, como reflejan múltiples estudios referenciados en el informe, el peso de la evidencia es favorable a la sintiencia tanto en animales vertebrados como en diversos grupos de invertebrados. Por consiguiente, introducir a un animal sintiente en un aula puede vulnerar sus intereses y causarle un perjuicio, lo que debería impulsarnos a cuestionar y replantear el uso de otros animales en el contexto educativo. Multitud de estudios han analizado el impacto que la utilización de otros animales en las aulas tiene en el alumnado. En contraposición, el impacto que estas prácticas puedan tener en los otros animales se ha estudiado mucho menos. El informe pone de manifiesto esta asimetría y, partiendo del reconocimiento de sus necesidades, identifica potenciales focos de malestar a los que los animales utilizados en las escuelas podrían verse expuestos. Aunque el informe se centra principalmente en los focos de malestar que podrían experimentar las aves en los proyectos de incubación de huevos en el aula y los peces en los acuarios escolares, también se consideran otros factores que atraviesan la vida no solo de estos animales, sino de todos aquellos que se mantengan cautivos en un aula y que pueden interferir en su bienestar y en sus derechos.
El informe recoge también la perspectiva de la psicología social, cuya evidencia sugiere que la consideración moral que las personas en edad infantil otorgan a los otros animales no se hace en base a su sintiencia sino que está condicionada por una categorización animal aprendida que clasifica a los animales en jerarquías según la utilidad percibida para la especie humana (p. ej., animales de compañía, salvajes o de granja). Esta diferenciación se hace en base a intereses antropocéntricos y facilita que tengamos mayor consideración moral por unas especies que por otras, lo que, a su vez, legitima que establezcamos relaciones asimétricas con los otros animales. Esta categorización animal es estructural y se promueve desde instituciones como el sistema educativo. Además, impacta la comprensión que el alumnado tiene de las necesidades de los otros animales, así como su capacidad de reconocer la sintiencia y empatizar con otros animales.
Haciendo especial énfasis en el proceso de alfabetización científica, el informe destaca la tarea de repensar el sistema educativo en materia de respeto y empatía hacia el resto de animales. Incorporar en los procesos de enseñanza-aprendizaje la consideración de los intereses de los animales es requisito indispensable para poner la praxis educativa a la altura de la evidencia científica, los requerimientos de la LOMLOE y la aspiración educativa de promover la cultura de paz. Sin embargo, el análisis del sesgo especista en la formación reglada ocupa un espacio muy marginal en la investigación educativa. Es importante apuntar con el filósofo y politólogo Iván Ávila al especismo como un orden tecno-bio-físico-social, el cual re/produce la dominación animal a partir de técnicas, saberes, cuerpos y espacios.
En el informe se desarrolla la idea de currículo oculto sobre la relación humano-animal. Esta noción se refiere a los efectos intencionados o no que no forman parte de los objetivos oficiales de las instituciones educativas, pero que perpetúan un discurso antropocéntrico presentando a los animales no humanos como recursos a nuestra disposición. Frente a las corrientes normativas, el informe presenta los enfoques alternativos que ofrecen la Educación Humanitaria y, más recientemente, la Pedagogía Crítica Animal. Con sus semejanzas y diferencias, estas pedagogías críticas incorporan entre sus objetivos el desmantelamiento de los círculos de compasión excluyentes, con la protección animal entre sus ejes vertebradores.
Os invitamos a leer y a difundir el informe Animales en las escuelas, así como a seguir repensando los modelos de relación humano-animal que se (re)producen actualmente en el contexto educativo. Este informe queda abierto a seguir creciendo con aportes de otras disciplinas y perspectivas que, desde un enfoque reflexivo, cuestionen las relaciones profundamente asimétricas que establecemos con los otros animales.
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