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LOS 32 FUTBOLISTAS CANARIOS DE LA SELECCIÓN ESPAÑOLA

Antonio Afonso ‘Tonono’: El ‘omega’ canario (1967-1972)

Segundo partido internacional de Tonono. La victoria española ante Checoslovaquia en partido clasificatorio para la Eurocopa de 1968 permitiría al equipo nacional disputar los cuartos de final. Forman en el Bernabéu: Iríbar, Osorio, Tonono, Reija, Gallego, Pirri (de pie); Amancio, Luis, Gárate, Marcial y José María.

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Santa Cruz de Tenerife —

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Biografía

BiografíaAntonio Afonso Moreno (1943-1975) nació en Arucas (Gran Canaria) y debutó como mediocentro con la UD Las Palmas con sólo 18 años en Segunda División. Al curso siguiente se asentó como un defensa central de un nivel técnico insuperable. En sus primeras once temporadas sólo se perdió tres partidos oficiales (Liga, Copa y Copa de la UEFA) y llevó a Las Palmas a un subcampeonato y un tercer puesto liguero. Internacional absoluto en 22 ocasiones, se despidió de la selección en el Insular. Falleció a 31 años de una infección vírica… nueve días después de jugar su último partido.

El ‘omega’ canario

El ‘omega’ canarioEl mejor defensa que he visto en mi vida“, ”un fenómeno, un fuera de serie“, ”un monstruo, de verdad, un monstruo“, ”el futbolista con más clase que he conocido“, ”un prodigio de elegancia“, ”alguien que hubiera jugado igual de bien con traje y corbata“, ”la precisión en persona“, ”el mejor jugador de la historia de la UD Las Palmas“… La catarata de elogios que recibe Antonio Afonso, Tonono, de los que fueron durante más de una década sus compañeros en la UD Las Palmas podría llenar un capítulo de este libro. Y todos, con los ojos humedecidos, rematan su frase con una misma sentencia: ”y era mejor persona que futbolista“.

Más valor pudiera tener la opinión de un adversario. Es la de Alberto Molina, compañero en las categorías inferiores de la UD Las Palmas al que Tonono obligó a emigrar al CD Tenerife. “Coincidimos en los juveniles cuando él llegó del Arucas y ya se veía que era un fuera de serie. Enseguida me di cuenta de que con un futbolista así era difícil competir. Además, estaban Ardura o el argentino Nelli… y me fui al Tenerife”, explica un zaguero que vistió de blanquiazul durante trece temporadas y que lidera la clasificación de partidos disputados con el Tenerife. “Y como persona”, agrega, “era un encanto. Coincidíamos muchas veces en Barajas y era un placer hablar con él”.

Para entonces, verano de 1963, Antonio Afonso Moreno ya era titular en la UD Las Palmas. Nacido en Arucas (Gran Canaria) el 26 de agosto de 1943, se formó como futbolista en su pueblo y se comprometió con la UD Las Palmas en noviembre de 1961. Meses después firmaba su primera ficha como profesional y el 18 de febrero de 1962 debutaba en el primer equipo con victoria (0-1) en La Condomina con Paco Campos como técnico y formando pareja en la media con Juan Guedes, con el que siempre compartiría habitación en las concentraciones.

Tonono juega la recta final de esa temporada como mediocentro, hasta que Rosendo Hernández le retrasa a la defensa en la campaña 62/63. Ahí se consolida como un jugador de asombrosas cualidades técnicas y una regularidad que roza lo increíble. Desde su debut en el primer equipo y en sus primeras once temporadas sólo se pierde tres partidos oficiales entre Liga, Copa del Generalísimo y Copa de la UEFA. Sobre un total de 362 encuentros disputa 359. Nunca es sustituido y sólo es expulsado en una ocasión, en diciembre de 1969 ante el Sabadell, por un tal Pelayo Serrano y “de forma inexplicable” según las crónicas.

Por el camino lidera el ascenso de Las Palmas a Primera División en abril de 1964 tras una victoria (0-3) en Abarán (Murcia), con Vicente Dauder en el banquillo. “Le llamaban el Omega por su precisión de reloj suizo”, recuerdan dos ex compañeros, Castellano y Germán, quienes agregan que “transmitía seguridad, cubría espacios, llegaba puntual al cruce. Y aunque tenía carácter, no era de dar patadas”. Ahí discrepa Molina: “Carácter tenía incluso de juvenil. Daba órdenes, exigía concentración, buscaba ahogar al contrario, sabía mandar… y también sabía dar patadas. Pegaba abajo, al tobillo, de esas que los árbitros no ven pero con las que un defensa impone respeto”.

Tal vez por ello, la fama de leñero era para sus compañeros de zaga, Paco Castellano en Las Palmas y Paco Gallego en la selección. Y es que el 1 de octubre de 1967 Tonono se convirtió en el primer jugador canario en llegar a la selección absoluta sin salir de su tierra. Se estrenó en Praga formando tándem en el centro de la defensa con Gallego, un zaguero que durante dos décadas jugó en Primera División con el Sevilla y el Barça y con el que coincidió en casi veinte ocasiones en el lustro en que ambos fueron fijos con seleccionadores tan distintos como Balmanya, Toba o Kubala.

Elegido repetidamente como mejor defensa de la liga española, Tonono compartió selección con dos generaciones de futbolistas. En su debut jugó con Sanchís (padre), Reija o Marcelino; y en sus últimos choques, con Asensi, Quini o Irureta. Y se alineó con leyendas como Iribar, Sol, Glaría, Benito, Adelardo, Claramunt, Pirri, Luis Aragonés, Amancio, Rexach, Ufarte o Gárate; y ocasionalmente, con Luis Suárez o Gento. En ese tiempo, España sólo perdió tres de los 22 partidos que jugó Tonono: el de su debut en Checoslovaquia, la humillación de Helsinki ante los amateurs finlandeses (que le costó más de un año de ausencia de la selección) y el decisivo de clasificación para la Eurocopa 72 ante la URSS en el estadio Lenin de Moscú.

El buen balance numérico no se tradujo en presencias españolas en los grandes acontecimientos. Entonces, el continente aportaba sólo ocho selecciones a la fase final de los mundiales y apenas cuatro países tomaban parte en la última instancia de la Eurocopa. Eso sí, los Kubala boys, con Tonono como titular, firmarían victorias como la lograda en Cagliari (1-2) ante la flamante subcampeona del mundo, la Italia de Zoff, Facchetti, Mazzola, Rivera o Bonisegna. O las obtenidas en 1972 en Madrid ante Uruguay (2-0) o la Argentina (1-0) de Carnevali, Wolff y Brindisi, quienes años después vestirían de amarillo.

En esa época, el dúo Tonono-Gallego sumaba siete partidos consecutivos en el centro de la zaga, en los que sólo había admitido un gol. Con esos antecedentes, la selección absoluta se aprestaba a jugar por vez primera en Canarias. Lo haría el 19 de octubre de 1972 ante Yugoslavia en el estadio Insular, en el estreno de la fase de clasificación para el Mundial de Alemania 74. Tonono llevó el brazalete de capitán en la que sería su despedida de la selección. Dos goles de Dusan Bajevic y el empate final (2-2) crearon dudas al seleccionador.

Nadie supo que el Omega canario jugó lesionado. Diez días después paró por primera vez en su carrera deportiva “por cansancio muscular”. Y aunque reapareció un mes más tarde, en marzo de 1973 fue operado en Barcelona por el doctor Navés “de una calcificación en el pubis, en las inserciones de los abductores”. Ahí acabó su etapa con la selección. La suya y la de Paco Gallego, que también desapareció para siempre de las listas de Kubala, a pesar de sus elogios al grancanario, “un futbolista con gran sentido de la colocación, que manda muy bien a sus compañeros, tiene fuerza e inteligencia”.

Más éxitos tuvo Tonono en la UD Las Palmas. Por el ascenso a Primera División y porque ya en la élite, con Luis Molowny en el banquillo, fue protagonista de un equipo que peleó hasta la penúltima jornada por la Liga 67/68 y logró el subcampeonato la temporada siguiente. A las filas amarillas se habían incorporado a principio de los sesenta los elementos más destacados de los diablillos amarillos (Germán, León, Castellano) y poco después varios futbolistas tinerfeños de notable nivel (Martín Marrero, José Juan, Gilberto I y Gilberto II). Con ellos, con el veterano Aparicio y con los inseparables Guedes y Tonono logró Las Palmas un nivel superlativo.

“Y si el primer año no ganamos el título, fue porque nos robaron en el Bernabéu en la penúltima jornada”, tercia José Juan, el ariete de aquel equipo. “El Omega nunca fallaba y, aunque no era ágil, tenía una clase inmensa, desconocida entonces para cualquier defensa. Además, su colocación era única y tenía una lectura del juego excelente”, agrega el delantero. Tras la marcha de Molowny llegaron las desgracias. La peor, la muerte de Juan Guedes en 1971 y con sólo 28 años por culpa de un cáncer. Pero el curso siguiente, Las Palmas volvió a lograr plaza UEFA tras el regreso de Betancort y la incorporación de nuevos valores como Estévez, Hernández o el argentino Soto.

Y una vez recuperado de su lesión, Tonono volvió a ser básico en el curso 73/74, cuando la apertura de fronteras trajo al fútbol español a Cruyff, Netzer y compañía… y a Las Palmas a media docena de argentinos inolvidables: Carnevali y Verde el primer año, y luego Wolff, Morete, Brindisi… Y eso que la campaña no empezó bien para el central de Arucas, lesionado de gravedad en la segunda jornada en Oviedo al romperse la nariz tras un choque con su compañero Castellano. Sin embargo, mes y medio después, en su reaparición ante el Celta (1-0) en el Insular, logró un gol antológico, el segundo y último de su carrera deportiva.

Tonono enganchó un disparo imponente desde más de treinta metros y durante cinco minutos celebró el gol el recinto de Ciudad Jardín mientras se coreaba su nombre. El partido se interrumpió y el jugador se vio obligado a saludar al graderío. No se perdió más partidos ese curso. Y en la temporada siguiente, la 74/75, fue titular en 22 de las 23 primeras jornadas hasta que sufrió una lesión muscular en una pierna. Eso sí, reapareció a tiempo de jugar el decisivo choque ante el Celta que cerraba la Liga, en el que un empate mandaba a Las Palmas al descenso. La victoria amarilla (3-1) condenó a los gallegos a Segunda División.

Días después, el 31 de mayo de 1975, jugaría la ida de los octavos de final de Copa en La Rosaleda ante el Málaga (1-1). Fue su último partido. La víspera del choque de vuelta se sintió indispuesto, abandonó la concentración “con 39 de fiebre” y fue ingresado en la clínica Santa Catalina. El sábado 7 de junio se le diagnóstico una hepatitis vírica “con complicaciones que afectan al hígado y al riñón”, fue trasladado a la UVI de la Residencia de la Seguridad Social y se mandó a llamar a un especialista de Barcelona, el doctor Teres. No llegó a tiempo. El lunes 9 de junio moría Antonio Afonso y 35 años después a sus compañeros aún se le humedecen los ojos cuando lo recuerdan.

“Sabíamos que estaba mal y nos extrañaba mucho que no nos dejaran visitarlo, pero de ahí a pensar en algo fatal…”, recuerda Martín Marrero, que conoció la noticia “por la tele. Lo dijeron en el Estudio Estadio y me quedé helado”. Al día siguiente, más de 15.000 personas despidieron en la sede social del club el féretro de Tonono, llevado a hombros por sus compañeros y por su hermano Paco Gallego, llegado de madrugada desde Barcelona. Y Arucas, la ciudad natal de Tonono, se quedó pequeña para acoger a la gente que acudió a su entierro. Cuatro días después, Las Palmas fue obligada a jugar ante el Real Madrid el partido de vuelta de la Copa del Generalísimo.

La ventaja de la ida (4-0) no fue suficiente. “No dejaron aplazar el partido. El vestuario en el Bernabéu era un funeral, pero había que jugar sí o sí. Y punto. Había que darle la camiseta con el ‘5’ a alguien. Creo que al final se la puso Paco [Castellano], pero nuestra mente no estaba allí”, recuerda Martín. Su mente estaba con Tonono, 440 partidos oficiales con la UD Las Palmas y, posiblemente, el mejor futbolista que jamás haya vestido esa camiseta.

 

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