El Tenerife perdona al Amorebieta y se deja dos puntos en Lezama
El Tenerife arrancó la segunda vuelta como visitante con un empate desilusionante, un punto que le mantendrá otra jornada en los puestos de promoción, aunque lejos de su mejor cara. Los blanquiazules pudieron redimirse antes de la media hora –con un penalti marcado por Enric Gallego– del error grosero de Soriano en el minuto 14, cuando pifió un despeje que dejó el balón para el remate a puerta vacía de Guruzeta. Y luego acumularon hasta media docena de remates francos, uno salvado por Marino de modo inverosímil. Tanta pólvora como poca puntería.
La derrota en el derbi y el punto de este viernes en Lezama dejan en el grupo de Ramis un poso de incertidumbre ante lo más próximo, pero con una semana sin competición para rearmarse y recuperar sensaciones y efectivos. Ante dos rivales antagónicos no se ha caído, como siempre en la temporada, pero solo ha marcado a balón parado. Hoy llegó y tiró más que el Amorebieta, pero cuando no el portero, le pudo la imprecisión.
Llegaba el Tenerife a Lezama con una exigencia envenenada para como mejor se maneja: un partido con mucha posesión y enfrente un equipo que pelea hasta las botellas de agua. Previsible, el cuadro de Íñigo Velez le sometió en el arranque con la presión alta y siempre para que pelease cualquier pelota con pinta de dividida. Y cuando no pudo, concedió la iniciativa a su rival, fiado a pillarlo en una vuelta o lo que dieran los balones al espacio a Obi y Guruzeta. Del guion del fútbol directo solo se salió –a poquitos y menos que en el Heliodoro–, Larrazabal, el jugador más profundo del Amorebieta y el único que obligó a parar a Soriano –un tiro libre envenenado cayendo el minuto 90– después del 1-0 temprano.
Invitando los locales al error del contrario, le amaneció un gol que amenazó con transformar en tragedia la cita en Lezama. Llegado el minuto 14, la despejó de aquella manera Aitor Sanz, un globo hacia el portero que no era una cesión, aunque así lo entendiera Soriano, renunciando a blocarla y despejando con una volea chafada –y la puerta descubierta– que puso el balón al pie de Guruzeta para que rematara sin obstáculos.
El gol no desarmó al Tenerife, notable siempre –impecables León y Sipcic, incansables Mellot y Pomares– para no caer en errores en la cobertura y ser contundente por arriba en su área. Con más voluntad que precisión, liberado ya de la presión alta, encontró la redención con un remate de cabeza de Bermejo en pugna con Larrazabal. Tocó el balón con el brazo el interior, llamaron del VAR al árbitro y entendió García Verdura que era punible. La ejecución de la pena era cosa de Shashoua, pero le pegó, inapelable, Gallego. De regreso las tablas, pudo pensar de nuevo sin agobios el Tenerife, lo justo para que una pillería de Aitor Sanz –un pase de treinta metros al espacio a Mollejo aprovechando un saque de falta rápido– habilitara la llegada del atacante al área. Un recorte para quedarse sin defensa y luego un tiro al palo del portero que Marino bloqueó solvente. Con un fisco de malicia le habría dado para el 1-2.
De regreso del entreacto, el Amorebieta se desabrochó, perdió un punto de velocidad y el Tenerife empezó a caerle por los flancos, ya fuera con las pocas contras limpias que tuvo o con chispazos de un par de pases cortos cogiendo la espalda a la defensa. Y así aumentaron su lista de remates los de Ramis, la primera de la continuación con una mano increíble de Marino (m.57) cuando parecía que Bermejo, a bocajarro, había tocado lo justo para superarlo. Cazó el portero el balón y dejó maldito al Tenerife.
La secuencia de ocasiones la continuó Gallego (m.61) tras peinar de cabeza Sipcic un saque de banda de Pomares, repitió el delantero con un control, media vuelta y volea (m.73) que estorbó lo justo Luengo para desviar a saque de esquina y ahora definió mal (m.77) cerrando una vuelta a campo abierto de Mellot. De postre, en el 85, un cabezazo de Elady –su única aportación, lejos de la letalidad de otras veces–, anticipándose tras una falta, que batió al portero, pero no cogió puerta.
Semejante producción habría llevado en otro momento al Tenerife al camino de la victoria. Con muchos menos golpes ha sacado adelante más de uno y más de dos partidos, pero como los puntos se ganan y no se merecen, la esterilidad decidió el resultado. Pudo ganar más que perder y mereció ganar más que empatar. La realidad es un 1-1 desilusionante que puede que en el balance final de mayo cuente entre esos exámenes sacados con un suficiente, mientras te dejas en la mochila capacidad para subir la nota.
(1) SD AMOREBIETA: Unai Marino; Óscar Gil, Lozano, Luengo; Larrazabal, Olaetxea (Larru, m.79), Iker Bilbao, Álvaro Peña, Zarrabeitia (Unzueta, m.79); Obieta (Orozco, m.62) y Guruzeta (Aldalur, m.79).
(1) CD TENERIFE: Soriano; Mellot (Moore, m.77), Sipcic, José León, Pomares; Mollejo, Aitor Sanz, Álex Corredera (Rubén Díez, m.77), Bermejo (Elady, m.62); Shashoua (Míchel Soriano, m.77) y Enric Gallego.
GOLES: 1-0, Guruzeta (m.14). 1-1, Enric Gallego (m.27).
ÁRBITRO: Víctor García Verdura (Comité catalán). Amonestó a Bilbao (m.5), Larrazabal (m.26), Íñigo Velez (entrenador, m.29) y al visitante Aitor Sanz (m.65).
INCIDENCIAS: Partido de la 23ª jornada de LaLiga SmartBank 21-22, jugado en el campo 2 de las instalaciones de Lezama. 1.500 espectadores.
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