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Las primeras viviendas sociales de La Orotava

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La villa de La Orotava se precia de ser uno de los municipios de Canarias con mayor número de bienes declarados de Interés Cultural, destacando su conjunto histórico [i]. Pasear por las empinadas calles que lo conforman es todo un espectáculo de luz, color, arquitectura, cultura e historia, que se descubre tras cada esquina y sobre cada uno de los adoquines que nos guían.

Pero sin alejarnos mucho de él, La Orotava cuenta con otras edificaciones que también nos hablan del desarrollo de este municipio norteño, no tan majestuosas como aquellas otras que fueron morada de las élites dominantes de la villa, pero que también suponen un eslabón más en la articulación histórica y social del municipio, como bien puede ser el caso de las primeras viviendas sociales que se construyeron posiblemente en el norte de Tenerife.

Éstas se encuentran ubicadas en el paseo Domínguez Afonso, que hasta bien entrado el siglo XX, antes de la construcción de la actual autovía TF-5, constituía por el lado Este de esta villa la vía de penetración más importante al núcleo poblacional, originariamente camino Real y conocido posteriormente como camino del Pinito o camino de las Dehesas por transcurrir por la dehesa comunal, dividiéndola en Dehesa Alta y Baja, un entorno (las Dehesas, los Poyos, Quiquirá), que desde el Llano de San Sebastián fue destinado principalmente al pastoreo de ganado, y arrinconada paulatinamente su función en la medida en la que los grupos dominantes expandían sus terrenos. Su recorrido, desde el paseo de las Araucarias hastas la plaza de la Paz, ha sido testigo no solo del devenir de la propia historia orotavense y del valle de La Orotava, sino también la de los municipios de la Isla Baja, por ser vía de comunicación necesaria e imprescindible con el área metropolitana de la isla. Aún en la actualidad sigue siendo un paso de entrada importante al caso histórico de la villa, que da la bienvenida, -junto a los santos patronos San Isidro Labrador y santa María de la Cabeza desde la ermita de El Calvario-, a aquellos viajeros que, desde el mirador donde el propio Alexander Von Humbolt enalteciese las bellezas del valle de La Orotava, se adentran a admirar el Conjunto Histórico de la Villa que le da nombre.

Se trata de un conjunto de siete viviendas unifamiliares adosadas, de dos plantas de altura, distinguidas actualmente con los números del 34 al 46 de gobierno. La vivienda del extremo izquierdo, -mirando la edificación desde el paseo Domínguez Afonso-, enclava sobre una parcela de terreno de trescientos veintidós metros con sesenta y cuatro decímetros cuadrados, correspondiendo un total de noventa metros con noventa y tres decímetros cuadrados (90,93) a la superficie construida, estando el resto de su superficie destinada a patio y dependencias accesorias. Las restantes seis viviendas se asientan sobre solares que van desde los ciento cuarenta y cuatro metros con cuarenta decímetros cuadrados (144,40) hasta los ciento ochenta y nueve metros con sesenta decímetros cuadrados (189,60), con una superficie edificada de cincuenta y un metros con ochenta y cinco decímetros cuadrados (51,85) cada una de ellas, salvo la situada al extremo derecho, que tiene una superficie edificada de sesenta y cuatro metros con cuarenta decímetros cuadrados (64,40), destinándos el resto de la superficie no edificada a jardines y patios.

Como puede observarse, una de las siete viviendas presenta una tipología diferente, que se explica al conocer la propia historia de las mismas, ya que la totalidad del inmueble es resultado de dos expedientes distintos que se desarrollan de forma paralela en el tiempo.

La vivienda del extremo izquierdo comienza a gestarse el día 24 de octubre de 1941, cuando el director general del Instituto Nacional de la Vivienda notifica al Ayuntamiento de La Orotava haberse adjudicado al vecino don Bonifacio R.G, una vivienda como premio a la natalidad, todo ello de acuerdo con la Ley de 23 de septiembre de 1941[ii], para lo cual el Ayuntamiento debía adquirir y ceder al expresado Instituto el solar más adecuado donde construir la misma.

El asunto fue abordado por la Comisión Gestora del Ayuntamiento en sesión celebrada el día 24 de diciembre de 1941[iii], siendo alcalde don Pedro Machado y González de Chávez, dándose cuenta también en ella del resultado de las gestiones realizadas para conseguir el solar, concretándose en un terreno de doscientos metros cuadrados propiedad de doña Ciriaca F. P., situado en el paseo Domínguez Afonso, un terreno que, tal y como recoge el acta de la Comisión, “es precisamente el sitio donde el agraciado desea el edificio”, ascendiendo el precio a pagar, que se aprueba por unanimidad, en dos mil pesetas.

Pero por oficio de fecha 12 de junio de 1942, el señor delegado comarcal del Instituto Nacional de la Vivienda comunica al Ayuntamiento la insuficiencia de superficie para la construcción de la vivienda otorgada, ya que no resulta apropiada para los servicios que deben integrar la misma, solicitando una ampliación de superficie hasta un total de trescientos metros cuadrados, extremo éste que se aprueba el 24 de junio de 1942, por un importe total de tres mil pesetas[iv].

Respecto de las restantes seis viviendas, en el pleno de la Comisión Gestora del Ayuntamiento de La Orotava del día 7 de enero de 1942, se da lectura a un escrito del delegado comarcal en Canarias del Instituto Nacional de la Vivienda, fechado el 12 de diciembre de 1941, en la que se expresa la intención por parte de dicha institución de construir un grupo de seis casas sin costo alguno para el Ayuntamiento, salvo la adquisición de los terrenos oportunos que deben cederse al mismo. La Corporación duda en un primer momento de la obligatoriedad de ofrecer los solares al Instituto Nacional de la Vivienda, dado que nada se especifica acerca de los derechos que sobre ellas pudiera tener, pero “teniendo en consideración por otra parte, que su construcción entraña un beneficio para esta localidad, donde tanto se hace sentir la falta de viviendas”, -tal y como se recoge en el acta de sesiones-, acuerda por unanimidad manifestar al Instituto Nacional de la Vivienda sobre si la cantidad que abone por los mismos le sería reembolsada y en qué tiempo y condiciones.

En otro escrito, este de 25 de febrero de 1942, el director general del Instituto Nacional de la Vivienda participa al Ayuntamiento sobre el informe favorable de un proyecto presentado por el arquitecto don Enrique Rumeu, para la construcción de seis viviendas rurales en La Orotava, siendo necesario para ello que el Ayuntamiento ceda los solares oportunos para ser inscritos a nombre de dicho Instituto, cesión autorizada por decreto de 16 de noviembre de 1941, ya que las viviendas serían de su titularidad hasta que los beneficiarios hubieran satisfecho las cuotas anuales que se les asignasen, siendo las mismas asignadas a obreros y pequeños labradores que lo solicitaran y reunieran las condiciones que se estipulasen. Además, se reitera que las viviendas serían construidas sin aportación económica alguna por parte del Ayuntamiento, salvo la que fuera necesaria para la adquisición de los terrenos. Se advierte en el mismo, además, de que si el Ayuntamiento no cumplimenta la orden, además de dar parte a la autoridad superior se trasladaría el beneficio a otro pueblo que hiciera mayor aprecio de él.

Don Juan Álvarez, quien había sido designado por el Ayuntamiento para la gestión de adquisición de los solares, el día 13 de mayo de 1942 informó que el proyecto redactado para la construcción de las seis viviendas, se había llevado a cabo bajo la base de utilizar solares situados en el mismo lugar que el solar acordado para la vivienda otorgada a don Bonifacio R. G. como premio a la natalidad, y que eran propiedad de la misma doña Ciriaca F. P., por lo que se propone la adquisición de un total de 1465 metros cuadrados, por el precio de diez pesetas el metro cuadrados. Como para la adquisición de los terrenos no era posible promover concurrencia en la oferta por estar previamente determinada la situación, por unanimidad de la Comisión Gestora se acuerda instruir el correspondiente expediente (determinado en el artículo 126 de la Ley Municipal) para poder adquirir directamente los terrenos.

Con fecha 1 de agosto de 1948, el Instituto Nacional de la Vivienda otorgó al Ayuntamiento de La Orotava un contrato de amortización sobre las seis viviendas por un precio total de doscientas veintiocho mil ciento sesenta y cinco pesetas con doce céntimos (228.165,12), cantidad que quedó totalmente amortizada el 22 de agosto de 1969, pasando a su propiedad el día 3 de marzo de 1970, siendo alcalde don Juan Cullen y Lugo.

Estas son las primeras viviendas sociales que se construyen en La Orotava y, posiblemente, en toda la comarca norte de la Isla de Tenerife, en un contexto en el que la política de vivienda que llevaba a cabo la dictadura franquista se erigía posiblemente como el buque insignia de los avances sociales del régimen, ya que sirvió como argumento político como consecuencia del apoyo ideológico de la familia, por lo que era frecuente, en los discursos políticos, las referencias constantes al hogar y a las viviendas sociales.

Se hace imprescindible al hablar de estas viviendas sociales, hacerlo también, aunque sea brevemente, del encargado de su proyecto, don Enrique Rumeu de Armas[v], -cuya trayectoria profesional avala la importancia de estas viviendas-, y quien lo fuera, además, de muchas de las obras llevadas a cabo en la isla durante el llamado “Mando Económico”, contando entre sus grandes realizaciones en Santa Cruz de Tenerife, el barrio del General García Escámez. Junto a su colega don Luis Cabrera y Sánchez-Leal, participó en 1952 en el desarrollo del Plan de Ordenación Urbana de Santa Cruz de Tenerife. Fue delegado comarcal del Instituto Nacional de la Vivienda, arquitecto escolar de la provincia, y como reconocimiento a su ejemplar restauración del Palacio de Carta de Santa Cruz de Tenerife, recibió el nombramiento de académico correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Pero, por su trascendencia socio-económica, la gran obra de don Enrique Rumeu ha sido el Gran Hotel Mencey, edificado en Santa Cruz en 1950. Suyas fueron también, entre otras, la Clínica de San Juan de Dios de La Cuesta y la Iglesia del Sagrado Corazón de Santa Cruz.

Don Enrique Rumeu parece haberse adelantado a su tiempo con esta tipología de vivienda unifamiliar adosada, tan recurrente desde la última década del pasado siglo XX, especialmente durante el llamado “boom inmobiliario”, y que en nada se parece a aquellas otras impulsadas también por el propio Estado en décadas posteriores (las de los sesenta y setenta) destinadas a las familias con menos recursos económicos y en la que importó más la cantidad que la calidad. Pero también parece haber querido perpetuar por muchos años una manera de vivir, en donde la familia, más acomodada, se acerca y participa cada vez más en una sociedad hasta entonces manejada por grupos caciquiles que evidenciaba una distancia insalvable entre riqueza y pobreza.

Cierto es que cualquier símbolo que pueda recordarnos al franquismo, el régimen autoritario que gobernó España con mano firme durante tres largas décadas, supone en la actualidad casi un sinónimo de propuesta para el olvido, - y en muchos casos-, para la destrucción. Muy lejos de estas líneas se encuentra intención alguna de enaltecer nada que provenga de este o de cualquier otro sistema ajeno a las libertades de las personas, pero tampoco podemos obviar que son parte también de la historia, -de nuestra historia-, nos guste o disguste, y como tal ha de conocerse. Y las viviendas sociales del paseo Domínguez Afonso parecen contener elementos suficientes para ser incorporadas en la memoria colectiva de este pueblo, que ayuden a establecer un marco más ajustado a la realidad de nuestro pasado.

La monumentalidad del conjunto histórico de la villa de La Orotava se aleja mucho de la impresión que puedan ofrecer estas viviendas sociales, pero ello no debe considerarse como un obstáculo para alcanzar su misma importancia y, por qué no, su misma protección. Porque la historia de La Orotava no puede ni debe sustentarse solamente en elementos propios de una sola clase social, aunque impulsora, por supuesto, de la prosperidad económica de la comarca y de la configuración principal de La Orotava que hoy conocemos. Debemos tener en cuenta que, además de las familias pudientes existieron otras, -subordinadas de aquellas-, que con sus propias manos levantaron, piedra sobre piedra, los inmuebles hoy protegidos en la Villa por las administraciones civiles.

Tal vez los precedentes párrafos sirvan para poner de relieve la importancia histórica, arquitectónica y social de estas viviendas, que bien podrían estar incorporadas en los contenidos interpretativos del desarrollo de la villa de La Orotava (y de cualquier otra comunidad), conscientes de que, en la actualidad, éstos parecen estar íntima y únicamente ligados a las clases dominantes. La existencia de viviendas terreras, -de pequeños propietarios y familias humildes-, dentro del perímetro del conjunto histórico de La Orotava, no se atiene precisamente a la voluntad del administrador de transmitir sus valores humanos y sociales, sino la de una pura función de impacto visual en relación con el conjunto de bienes, como bien puede observarse de la información que se ofrece al visitante tanto en paneles como en folletos, donde la relevancia histórica y social queda representada sólo en los inmuebles de las clases más pudientes o en los de carácter religioso, dejando fuera de ella construcciones de escala calidad constructiva aunque contengan una tipología muy propia de nuestra isla.

En la actualidad, las viviendas sociales del paseo Domínguez Afonso se encuentran deshabitadas y tapiadas, excepto tres de ellas, desconociendo el futuro que el gobierno del Ayuntamiento de La Orotava tiene previsto para ellas, salvo su demolición[vi] más pronto que tarde.

[i] DECRETO 22/2005, de 22 de febrero, por el que se delimita el Entorno de Protección del Bien de Interés Cultural, con categoría de Conjunto Histórico “Villa de La Orotava”.

[ii] “Ley de 26 de septiembre de 1941 por la que se concede preferencia a las familias numerosas en la construcción de viviendas protegidas”, publicada en el BOE de 4 de octubre de 1941.

[iii] Como nota puramente anecdótica, nótese la celebración de la Comisión el mismo día de la celebración de la Nochebuena, concluyendo la reunión a las ocho menos diez de la noche.

[iv] Aunque la declaración de obra y posterior cesión al beneficiario no llegó a escriturarse hasta julio de 1963, la familia beneficiada en pudo disfrutar de la vivienda en la misma década de los años 40 del pasado siglo. - y cuyos herederos siguen habitando en la actualidad -, según se desprende tanto de la documentación consultada como de las manifestaciones hechas por distintos vecinos del municipio.

[v] Don Enrique Rumeu de Armas nació en San Cristóbal de La Laguna el día 25 de septiembre de 1907. Falleció en Barcelona el día 15 de enero de 1978. Cursó la carrera de Arquitectura en Madrid, y en 1934 abre su estudio en Santa Cruz de Tenerife, interrumpiendo su actividad profesional con motivo de la Guerra Civil española de 1936-39. En 1941 es nombrado Jefe de la Oficina de Arquitectura Municipal. En 1957 se incorpora como Académico de Número de la “Real Academia Canaria de Bellas Artes”, y en el segundo semestre de 1977 asume la presidencia de la Delegación de Tenerife del Colegio de Arquitectos de Canarias. (www.racba.es/index.php/listado-alfabetico/214-rumeu-de-armas-enrique?tmpl=component&print=1&page= )

[vi] Según recoge la propia página web del Ayuntamiento, en consulta hecha el día 14 de febrero de 2013 en: http://www.villadelaorotava.org/sociales.php?mod=noticias&id=3276

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