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El PSOE, Unidas Podemos y la República

Rafael González Morera

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Cuando en noviembre de 1976 Santiago Carrillo se desplazó a Las Palmas de Gran Canaria disfrazado con su famosa peluca se pasó dos días en la capital grancanaria pernoctando en un apartamento en La Garita propiedad de un militante del PCE canario. Asistí por esas fechas a una reunión del Comité Central del partido en la calle Prudencio Morales sede todavía clandestina “cedida” por el industrial comunista Emilio Etala. En la sesión política celebrada muy cerca de mi casa, Carrillo y Mauricio informaron del ultimátum que habían dado Adolfo Suárez y Manuel Fraga al PSOE y al PCE de la imperiosa necesidad de renunciar a la República, a la bandera, a todos los símbolos republicanos y aceptar la monarquía franquista/borbónica representada por el sucesor futuro de Franco, Juan Carlos Borbón Borbón. Fueron los principios de la renuncia republicana posterior en 1977 del PCE, que ya había admitido y negociado Felipe González con Suárez, Fraga, la CIA norteamericana y los servicios secretos alemanes de Willy Brandt.

De aquellos polvos vienen estos lodos, y ahora se están poniendo de manifiesto todos los errores cometidos con la Constitución de 1978, con todo su problema sistémico y la polémica configuración territorial, y la persistencia de todo el entramado franquista, desde el financiero hasta el mantenimiento de la Brigada Político Social (la tenebrosa BPS) que pasó a llamarse Brigada de Información, el sistema judicial, que de Tribunal de Orden Público (TOP) fue rebautizado como Audiencia Nacional, y con el Ejército, la Banca y la Iglesia Católica como pilares del nuevo orden “pseudodemocrático”. De la necesaria ruptura democrática se optó por la reforma política, y después de cuarenta años de dictadura siguieron cuarenta de bipartidismo representados por el PSOE y el PP. En el transcurso de los cuarenta años de fascismo, el nacionalcatolicismo más oscurantista, más rancio, se ocupó de lavar el cerebro de los españoles, de ahí viene la sociología del franquismo que aún subsiste en buena medida. En aquella reunión en Prudencio Morales a la que asistieron unos cuarenta militantes del PCE canario algunos tratamos de oponernos, entre ellos recuerdo las intervenciones de Emilio Díaz Miranda, Chano Alzola, Leopoldo Valido, “Polo el mecánico”, Adolfo Santana “el practicante”, pero fuimos dialécticamente aplastados por Carrillo y Mauricio. ¡ Y adiós República!

El grave problema que siempre ha tenido la izquierda en España es que ha sabido unir, profundizar, su ideología con el problema territorial, especialmente Catalunya y Euskadi, y no ha desarrollado sus propuestas de plurinacionalidad, pluripartidismo, plurilingüismo, por miedo precisamente a perder votos por la influencia de las fuerzas reaccionarias de la derecha, de la Iglesia Católica, incluso por un sector importante de la derecha del PSOE que ha practicado y defendido el accidentalismo, es decir, que da igual una monarquía o una república, y si la cosa se presenta enrevesada, incluso una dictadura como ya hizo la UGT y el PSOE en la dictadura del general Primo de Rivera. Mientras la derecha encuentra perfectamente su imbricación con la sociología franquista, la izquierda no acaba de entender que cómo no se acople con las nacionalidades históricas tendrá un problema de largo recorrido y de final incierto.

El PSOE y Unidas Podemos deben plantearse seriamente de una vez por todas la defensa de un referéndum entre República o Monarquía, con una campaña electoral clara y diáfana en donde ambos partidos defiendan una nueva Constitución republicana. Estar echando balones fuera es un auténtico suicidio político, porque especialmente entre la juventud española que no votó la reforma política hay una mayoría según varias encuestas con sentimiento republicano. La izquierda española no puede estar supeditada a los movimientos que hagan Catalunya y Euskadi, es un error político de gran magnitud. De forma inmediata Pedro Sánchez y Pablo Iglesias están a expensas de lo que decida Esquerra Republicana de Catalunya en mayo/junio con respecto a los Presupuestos Generales del Estado (PGE), y existe la posibilidad de que ERC opte a no apoyarlos por temor a que Junts per Catalunya le coma la tostada y hasta la escudella en las elecciones catalanas. De momento el temor del PSOE y Unidas Podemos es que el deseado tripartido entre ERC, PSC y En Común Podem no pueda llegar a la mayoría absoluta, y sí lo hagan los tres partidos soberanistas de nuevo, ERC, JpCat y CUP. Oriol Junqueras estuvo circunspecto y muy ambiguo con Jordi Évole en La Sexta con respecto a sus planes de si apoyar o no al Gobierno de Progreso de Sánchez e Iglesias. El PSOE y UP deberían no seguir jugando con fuego y, entre otras cosas, plantear claramente su opción republicana de una forma valiente y decidida. Tendría problemas Pedro Sánchez con la Vieja Guardia de Felipe González, Alfonso Guerra, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, etc. y con la Nueva Guardia de Susana Díaz, Fernández Vara, Emiliano García Page, Javier Lamban, etc., pero ahora es el momento de “limpiar” al partido de los socialfascistas y socioliberales más fanáticos y enemigos del sector socialdemócrata. Sánchez tiene una responsabilidad histórica.

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